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Los casi 1.500 seguidores holandeses que se han dado cita en el Pueblo Español de Barcelona bailaron a ritmo de folk nacional hasta que, con el gol del barcelonista Andrés Iniesta, al final de la prórroga de la final del Mundial en Sudáfrica España-Holanda, se han marchitado como los tulipanes en verano.
En una fiesta organizada por la cervecera 'Bavaria', el buen rollo y la alegría han dominado un ambiente de un solo color, el orange, hasta que el gol que ha dado el primer Mundial a España ha acabado con su sueño.
La colonia holandesa de Barcelona, donde el fútbol siempre ha sido bienvenido --desde Neskens hasta Cruyff-- recordarán ahora a un mito del barcelonismo como a su verdugo.
Al final del encuentro, los holandeses se han ido cabizbajos pero sin causar ningún tipo de incidente. A escasos metros del punto de encuentro orange, la afición española celebraba el gran triunfo y no se percató del paso de los holandeses en su regreso a casa.