La campaña de incendios de este año está a punto de cerrarse después de convertirse en el peor año de la última década para la provincia de León. Los datos hablan de un aumento tanto en el número de incendios como en el de superficie quemada, superando de esta forma el que era hasta ahora el peor año de todos, el 2005.

La provincia ha sufrido 769 incendios, un 27, 5% más de lo que se registró el pasado año, cuando el número de fuegos llegó a los 624. En comparación con los datos del resto de la comunidad, León ha acumulado el 30, 6% de los incendios y la mitad de la superficie quemada en Castilla y León.

Pero el dato más sangrante de todos lo pone la masa arbolada quemada: este dato aumentó hasta un 465% respecto a la campaña precedente, lo que se traduce en 1.893 hectáreas más; en total, 2.300 hectáreas o, lo que es lo mismo, una de cada tres del total quemado en Castilla y León.

Las causas meteorológicas han sido determinantes. A un invierno especialmente seco hay que añadir una primavera con muy pocas precipitaciones y con temperaturas muy cálidas, el caldo de cultivo ideal para los incendios. De hecho, esas condiciones obligaron a la Junta a adelantar la campaña anti incedios al 15 de junio. La fechas siguientes no ayudaron: temperaturas muy elevadas y lluvia casi inexistente provocaron que la media de precipitación de la provincia se situara muy por debajo de la media.

Pero las respuestas no hay que buscarlas sólo en el cielo. La mano del hombre ha costado hasta el 94% de los incendios. En lo que respecta a la provincia, León registró cuatro grandes incendios de un total de ocho en la comunidad: Castrocontrigo, Peranzanes, Murias de Paredes y Benuza. Según los cálculos de la propia consejería de Medio Ambiente, la mano del hombre está detrás del 70% de estos fuegos.

De 22 autores identificados solo hay 3 causas abiertas, con ese ritmo sera muy dificil frenar a los piromanos.