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Son más de 40 días de secuestro y lejos de ver “brotes verdes” son cada vez más complejas las expectativas de libertad
Desde hace algo más de un mes, las noticias acerca del secuestro del pesquero Alakrana no hacen mas que complicarse. En primer lugar habría que fijar el objetivo en lo que considero más básico: la vida de la tripulación. Los siguientes objetivos deberían estar alrededor de este, facilitando, dentro de la legalidad vigente, la consecución del primero.
El tiempo transcurrido no ha hecho más que enfangar la situación, si en un principio se trataba de un problema civil, es decir, entre los piratas y los propietarios del barco, la actuación de la fragata española capturando a dos de los piratas, traslado el problema civil a problema de estado, más aún cuando “alguien” (y al parecer sin ser juez) tomó la decisión de trasladar a España a los dos individuos.
Cuando salta la noticia de que el señor Díaz Aparicio se hace cargo de la defensa de uno de los “piratas”, a mí no me cabe la menor duda de que las cosas se complicarán mucho más de lo que ya estaba. Conozco a este abogado y doy fe de que sabe hacer bien su trabajo, está acostumbrado a trabajar con el viento en contra y arribar a puerto con elegancia, generalmente por lo rematadamente mal que funciona el sistema. No suele necesitar nada más que conocer como se sucedieron los hechos, de donde suele encontrar tantos fallos en los procedimientos que no cabe más que la nulidad de los actos.
Si nos atenemos a sus declaraciones podemos darnos cuenta que, con la legalidad en la mano, oferta lo que los familiares de los secuestrados piden: devolver a Somalia a los detenidos. Invitado al programa “Madrid opina” de Telemadrid, se las prometían felices los contertulios, apoyados por Sánchez Dragó y un catedrático de ciencia política, cuán buitres ante la presa caída. Personalmente me decepcionó el interés extremo por averiguar, tan burdamente como lo intentaban, quien pagaría su minuta. En ningún momento percibí preocupación alguna por la resolución del problema, sino por saber si lo contrataba el gobierno o los piratas a través de un bufete de Londres.
Como bien dijo Díaz Aparicio, el no estaba para vulnerar la ley sino para encontrar soluciones legales a un problema que podía terminar costando vidas. También advirtió que hacer efectivo un pago por el rescate era contrario a nuestra legislación (recordemos el caso de Miguel Ángel Blanco o el de Ortega Lara, entre otros muchos)
Como bien dijo Díaz Aparicio, el no estaba para vulnerar la ley sino para encontrar soluciones legales
Pues bien, ya veremos si el buque faenaba legalmente, si lo hacía bajo pabellón español o no, si la captura de los dos piratas por nuestra fragata se desarrolló en aguas internacionales y con plena legitimidad, si la orden de traerlos a España era legítima o sin la preceptiva autoridad, etc., no podemos cegarnos por las circunstancias de dolor por las que pasan familiares y amigos de los 36 secuestrados, entendiendo como entiendo que yo mismo haría cualquier cosa por recuperar a un hermano o un hijo secuestrado.
Los medios de comunicación han juzgado y condenado, arrastrando con ello la opinión de una enorme mayoría social, no pueden confundirse por que son periodistas profesionales, con la capacidad de comprender todos los sucesos y explicarlos sin posibilidad de error. Parecen tener la capacidad de tener razón, da igual que digan blanco o negro, pero la razón siempre estará de su parte.
Ahora, 52 vigilantes de seguridad privados se incorporarán a 13 barcos para velar por su seguridad, para ello se ha tenido que modificar urgentemente la legislación a fin de que puedan potar armamento de guerra (ya veremos que consecuencias trae esto) para poder hacer frente a situaciones como la que sufrió el Alakrana.
Personalmente no entiendo como es posible enviar tropas con todo tipo de armamento y sofisticados equipos de transporte, comunicaciones, etc., a terceros países, en indudable situación de conflicto bélico y no poder asignar los contingentes necesarios a embarcaciones civiles destinadas a faenar en aguas internacionales para velar por la protección que el estado debe a sus ciudadanos en su territorio (recordemos que un barco en aguas internacionales es territorio del país cuya bandera enarbola)
A todo esto, los habitantes de Somalia se congratulan de la labor que hacen los piratas, no por el dinero que consiguen por los secuestros, sino por lo que al parecer consiguen alejando a los pesqueros internacionales, más pesca local y de mejor calidad para una población en precario, desnutrida y más necesitada que nunca de alimento. Cara y cruz de una moneda, se trata del ser o no ser. Si es economicamente rentable trasladar la pesca al Índico, ¿no pensaron en las consecuencias?
La terrible situación por la que pasan los familiares de los tripulantes del pesquero Alakrana, no debe cegarnos
Cada cual tendrá su opinión... ¿propia? (eso dependerá de la información recibida), en cualquier caso, LIBERTAD para los secuestrados.