Lo pudo decír más alto, pero no más claro. El gobierno de España se equivoca con las decisiones que toma de cara a paliar la crisis económica actual. Con sus medidas las cosas sólo pueden agravarse. Es uno más de los críticos junto a Solchaga, Guerra, Leguina y otros viejos pesos pesados del PSOE que también han mostrado su discrepancia.

Resulta gracioso escucharlo de alguien que dimitió como líder del PSOE tras perder unas elecciones después de haber participado en el último gobierno socialista que dejó España tan endeudada como lo está haciendo ahora el actual. Hay que tener cara dura, pero de eso a los políticos no les falta. Ya lo sabemos. Pero este señor, preguntado por si quería volver a España, contesta que no: yo vivo muy bien en Bruselas. Ese es el problema. Las decisiones que nos han metido en esta crisis se han tomado o se han dejado de tomar en Europa, en unas mullidas poltronas donde se sientan los culos de políticos, que salvo honrosas excepciones son fracasados en la política nacional o regional y que pasaron a ocupar puestos en la política europea donde su ineptitud pasa más desapercibida. Esos ineptos cobran sueldos de escándalo y tienen unas compensaciones económicas que les permiten vivir con sus familias al estilo de una nueva élite por encima de cualquier familia real europea. Esa posición tan elevada hace que su nivel de apego a la poltrona sea proporcional al nivel de desconocimiento de la realidad sobre la que deberían tomar sus decisiones. Ya va siendo hora de que los ciudadanos europeos empecemos a reaccionar y a exigir un poco más a nuestros políticos. ¿Nadie se ha dado cuenta de que en las elecciones europeas se cumple más que nunca lo de que todos ganan? Pase lo que pase todos ganan el chollo de la vida fácil en la corte de Bruselas.