Moverse por una ciudad mediana o grande de una forma sostenible está empezando a ser el reto de los gobiernos y de la ciudadanía en general, sobre todo de cara a las próximas décadas. La transición energética no exige que dejemos de utilizar vehículos privados, sino más bien que los fabricantes de coches se adapten progresivamente a estos tiempos que corren, sombríos para el futuro del planeta, y empiecen a comercializar vehículos realmente respetuosos con el medioambiente.

Por eso, mientras el transporte público empieza a ser más promocionado y se construyen carriles bici para la movilidad individual ecológica, el debate sigue: ¿debemos utilizar los coches con emisiones nocivas lo menos posible? La respuesta fácil es sí, pero ese cambio no se puede dar de la noche a la mañana. Al margen de que tengamos o no un coche propio, existen servicios muy útiles y necesarios para la población general, como el alquiler de vehículos con conductor. No se trata de servicios a los que recurramos a diario, obviamente, sobre todo teniendo metro, autobuses o taxis a nuestra disposición. Pero son necesarios en algunas situaciones.

Al margen de que tengamos o no un coche propio, existen servicios muy útiles y necesarios para la población general, como el alquiler de vehículos con conductor

Porque, por ejemplo, puede darse el caso de que a una persona con movilidad reducida le salga mucho más rentable a largo plazo recurrir al alquiler de coches con conductor. Aunque en general el transporte público está adaptado a personas en silla de ruedas, no siempre es cómodo utilizarlo, sobre todo a determinadas horas, en las que las aglomeraciones en el transporte alcanzan su apogeo debido a la coincidencia del fin de las clases de muchos estudiantes de colegios e institutos. Es en esos casos cuando, al menos para distancias medias o largas, y por supuesto para situaciones de necesidad, el alquiler de vehículos con conductor puede salvarle la vida a mucha gente.

Sin embargo, incluso este servicio tiene que saber adaptarse progresivamente a una realidad física y científica que a estas alturas no podemos negar: el cambio climático es cada vez peor y, si no lo detenemos o ralentizamos a tiempo, las generaciones venideras pagarán las consecuencias. En cualquier caso, este servicio siempre será necesario.