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Vivimos en un país apático políticamente hablando y esto solo lo pueden solucionar ellos, los políticos. Yo estoy desesperada pero no desesperanzada
Viendo el telediario un día de esta semana, y a causa de la Ley de Reforma Sanitaria, me percaté del enorme interés que suscita la política en Estados Unidos. Que envidia, pensé.
No es que comparta el pensamiento de ese montón de gente que se agolpaba frente a la casa blanca con pancartas en las que se podía leer la palabra change (cambio) con el símbolo comunista, la hoz y el martillo, a modo de “C”. Nada más lejos de la realidad. Siento envidia de ellos al darme cuenta de la apatía política en la que estamos sumergidos.
Pese a que la abstención política en Estados Unidos es brutal, ver este tipo de respuesta me hace sospechar que la poca gente que si que acude a las urnas lo hace con plena consciencia política, y no me extraña. Con Barack Obama resurgió la figura del político orador, su carisma y brillantez, solo comparable con la de Winston Churchill (al menos democráticamente hablando) no dejó indiferente a nadie. Lejos quedan estos dos “predicadores” de nuestros políticos. Si tuviese que poner un adjetivo a los diplomáticos españoles este sería, sin duda, mediocres. Y no entendiendo la mediocridad en su correcta definición incluida en el latinismo “Aurea Mediocritas” (Dorado término medio). Les catalogo de Mediocres entendiendo como tal lo vulgar e incluso lo mezquino.
Ellos son los culpables de que en España los ciudadanos rehuyan de la política, la aborrezcan y la detesten. Culpables son de que el término de político encuentre su sinónimo más cercano en el de ladrón o mentiroso (en el mejor de los casos).
Odio vivir en un país en el que la gente se sienta en sus sofás para ver impasible como un alcalde corrupto cuenta sus penas y alegrías en un plató de televisión, previo pago
Odio vivir en un país en el que la gente se sienta en sus sofás para ver impasible como un alcalde corrupto cuenta sus penas y alegrías en un plató de televisión, previo pago, por supuesto. Creo que a alguien se le está olvidando que el dinero con el que ese señor se daba sus lujos y caprichos era nuestro, y que encima, para más recochineo, la audiencia sube cuando él habla, aumentando así, proporcionalmente, su caché. Pero aún es peor si nos preguntamos por qué este hombre es noticia. No es noticia porque haya robado, ¡que va!, si su caso se convirtió en uno de los más famosos dentro de la corrupción política de este país ¡fue porque mantenía una relación con una famosa!. Mientras el sale en los programas de corazón durante las tarde, el resto de casos de corrupción apenas salen en el telediario... Hasta que se líen con una famosa, claro está.
Prefiero ver a gordos ignorantes con pancartas anti comunistas, cuando dudo mucho que hayan visto ese símbolo en Estados Unidos, pero para eso está google, para mostrarles imágenes de la hoz y el martillo, que ver a ciudadanos pasotas acudir a las urnas sin importarles votar a unos u a otros, porque para ellos, y en cierto modo es así, todos son iguales. Y eso solo lo pueden cambiar los políticos. Yo estoy desesperada pero aún no desesperanzada.