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Todos esperan la tercera guerra mundial, un nuevo orden, el fin del mundo o apocalípsis, sin embargo nada de eso va a suceder
No existe un nuevo o viejo orden mundial, siempre estuvieron los mismos, los buenos y los malos. Los que luchan día a día por el trabajo y el bienestar común, que educan, combaten el mal, la enfermedad, luchan contra los incendios, las crisis, crían hijos, forman familias, siembran, construyen, aman el progreso y el porvenir. Y los otros.
Los que se valen del sudor ajeno para construir sus palacios montados sobre el esfuerzo ajeno, los que avasallan todos los derechos, los que usan el poder para asesinar sin piedad con un solo objetivo, el de sus mezquinos intereses.
La democracia que hasta entonces pareciera ser la esperanza de justicia y libertad de pronto se ve en peligro por aires de fiereza y tiranía más propias del antiguo imperio romano que del siglo 21. En sudamérica, especialmente en Argentina, nos inculcaron hasta el cansancio sobre los derechos humanos y el repudio contra el abuso de las dictaduras, que obviamente están bien condenadas, pero que sucede con las tiranías de Rusia, China, Cuba, y otras que actúan con total menosprecio por la vida y brutalidad y algunos gobiernos "democráticos" de latinoamérica aplauden o por lo menos no condenan.
Este conflicto, lejos de ser la tercera guerra mundial, demuestra que Putin comete su gran torpeza, No es que la OTAN le tiene miedo, simplemente lo deja caer en su propia trampa, aunque lamentablemente este conflicto se lleva muchas víctimas e innumerables pérdidas para Ucrania.
Carlos Polleé