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Un atraco en la América Rural

25/11/2009 12:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

La tienda de golosinas del pueblo era el objetivo seleccionado

Era el mundo al revés.

Johnny tenía cinco años y se lo pasó pipa viendo lo sucedido en la tienda del cascarrabias del señor Olden. El señor Olden vendía las mejores chucherías del pueblo. Tendría sesenta años. Era alto como un pívot de la NBA y flaco como un guerrero de la selva africana. Tenía fama de tacaño y de intentar dar gato por liebre a la clientela, en este caso los niños.

- Por treinta centavos te corresponden tres regalices y no cuatro - solía decir aún sabiendo que correspondían cinco.

Los mocosos se quedaban callados, aceptando la cantidad que les ofrecía el señor Olden.

Así era el muy ladrón.

Y su clientela infantil no menguaba aún a pesar de sus trastadas.

Por eso esa mañana dos hombres de unos treinta años visitaron la tienda de dulces. Johnny estaba viendo unos caramelos en el expositor del escaparate cuando quisieron entrar por la puerta. Tuvieron la ocurrencia de querer hacerlo los dos a la vez, pero no pudieron porque ambos estaban muy obesos.

¡Caray!, pensó Johnny. Tienen que pesar ciento y muchos cada uno. Están súper gordos.

- ¡Déjame pasar a mi primero!

- Lo mismo da. De lo que se trata es de entrar en el establecimiento del demonio - se dijeron el uno al otro con los rostros colorados por la rabia del contratiempo.

Finalmente consiguieron entrar en la tienda. Johnny era muy curioso, y se pegó frente al cristal del escaparate para observarles. El señor Olden estaba detrás del mostrador con semblante ceñudo. Bueno, la realidad era que refunfuñar era su característica principal a todas horas del día.

- Ustedes dirán - dijo el dueño con voz cortante.

Miraba a los dos clientes con los ojos medio cerrados.

- Queremos todo lo que usted tenga - dijo uno de ellos.

- Ya veo. Se conservan bien con tanto consumo de dulce - bromeó malvadamente el señor Olden.

- Me refiero a que queremos que nos entregue todo el dinero de la caja, paleto cascarrabias - le dijo el otro gordo.

Johnny escudriñó con más ganas a través del vidrio. Jolines. Esos dos gordinflones querían atracarle al señor Olden.

Tenía fama de tacaño y de intentar dar gato por liebre a la clientela

- Y ya que estamos aquí, nos llevaremos una buena cantidad del género que usted vende - continuó el mismo gordo.

El señor Olden estaba colérico. Le salía humo por las orejas.

- Si no lo hago, me dejan tuerto, ¿no? - les plantó cara.

Los dos atracadores se miraron sin saber qué decir.

Johnny vio al señor Olden esconderse detrás del mostrador y antes de que los asaltantes pudieran reaccionar a tiempo, reapareció nuevamente, esta vez con una escopeta de perdigones encañonándoles de cerca.

- Os voy a enseñar lo que es bueno, bolas de sebo andantes. Los cartuchos son de sal gorda.

Johnny se partió de risa al ver como los dos hombres orondos salieron disparados de la tienda perseguidos por el señor Olden. Este apuntó al primero en las nalgas y le dio de lleno. Luego hizo lo propio con el segundo. Los dos gordinflas saltaban y brincaban de dolor, llevándose las manos a los doloridos traseros.

- Así aprenderéis, atracadores de pacotilla - gruñó satisfecho el señor Olden.

De regreso a la tienda vio a Johnny, uno de sus clientes más rentables.

Se introdujo con premura en su local, para luego sorprender al chico asomando medio cuerpo por el quicio de la entrada.

- Aquí tienes esto, mocoso. Para que no se diga que Berny Olden nunca ha regalado nada - le dijo a Johnny.

Le ofreció las armas con que pretendieron intimidarle los dos gordos.

Eran dos tirachinas de lo más súper chulas.

Johnny se los quitó de las manos con regocijo y se fue corriendo a casa saltando de alegría.

Mientras, en un estanque cercano, dos hombres entrados en carnes estaban sentados de tal forma con sus traseros introducidos en el agua para aliviar en parte el fuerte y doloroso escozor de los perdigones de sal gorda.

Se miraban el uno al otro con gesto de frustración. Si hubieran dispuesto de mayor presupuesto, hubieran podido haber utilizado algún arma de más grueso calibre...


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Robertelyankee (80 noticias)
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