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¿Es posible en el XXI la multiculturalidad pacífica?..
Averroes, que no era un devorador de aves como su nombre parece indicar, estaba muy versado en los asuntos del secretismo árabe: alquimia y otras artes del espíritu. Por eso aquella mañana de Mayo cogió su caballo y salió a pasear por la amplia campiña cordobesa, ahora ahíta de toros bravos y en aquel entonces de hierbas aromáticas y medicinales que servían a los propósitos curativos y de laboratorio del sabio y jurista andalusí.
Boecio de Dacia, uno de sus seguidores mas aventajados, formó parte de los que fueron conocidos como averroístas latinos, con lo cual queda demostrado que la cultura que se forjó en el Sur de la Península Ibérica interesó desde antiguo a muchos otros filósofos y eruditos de otras partes del mundo sin escandalizar a nadie ni hacer rasgarse las vestiduras a los pacatos de otras culturas. Vamos, que ya había multiculturalidad en aquellos lejanos tiempos. Es mas, en algunos lugares de la península convivían tan ricamente cristianos, árabes y judíos sin ningún problema que no fuese el derivado de la pasión amorosa, que ahí si había controversias y luchas encarnizadas, pues a nadie le gustaba (como ahora) que le levantasen la mujer o la novia.
Pienso que deberíamos tomar ejemplo de aquellas épocas para entendernos mejor con los recién llegados y ser un poco mas tolerantes con sus costumbres, aunque eso implicaría que ellos también lo fuesen con las nuestras, cosa que ahorita mismo no esta nada clara. Asimismo sería muy interesante que los habitantes de Gaza y Cisjordania echasen la vista sobre nuestro pasado histórico para que se diesen cuenta de que la intransigencia, venga de donde venga, es inaceptable, y que se fijasen en que realmente – salvando la distancia de siglos – es posible llevarse bien cuando hay acuerdo tácito y comprensión por todas las partes.
¿Qué porque se produjo ese fenómeno de entendimiento multirracial, único en el mundo, en la península? Pues ni más ni menos que porque cada grupo iba a su rollo sin meterse en los asuntos de los demás: tanto unos como otros tenían sus propios lugares de culto que eran respetados por los de otros credos, sus propias costumbres y lugares de reunión sin mezclarse entre sí. Se aceptaban las festividades de todos sin problemas y la única fusión que se daba era de carácter laboral, de negocios o de mediación, encontrándonos con frecuencia con trabajadores de una etnia en otra, sin nada que objetar.
"... en algunos lugares de la península convivían tan ricamente cristianos, árabes y judíos sin ningún problema..."
Todo el lío empezó – según el criterio de opinadores de la época, que lo escribieron para que lo supiera todo el mundo aun a riesgo de perecer en la hoguera como tantos – cuando uno de los credos imperantes empezó a tener prerrogativas y poder auténtico, que le dieron la realeza y la nobleza (porque les interesaba tenerlos de su lado), pasando a querer constituirse en credo único por narices. Persecuciones y atropellos sin fin plagan la historia de hechos espeluznantes que son mas que suficientes para que no levantásemos cabeza durante siglos, esclavos de una Leyenda Negra mas que justificada.
De ahí les viene a los fundamentalistas el ancestral odio que parecen sentir por nuestro pueblo: es muy probable que sin los hechos que todo el mundo conoce todavía estaríamos gozando de una etapa de esplendor multirracial, con lo que ello hubiese comportado para nuestro papel en la Europa de los últimos siglos. Es lógico que las personas de bien de las tres culturas que compartieron la piel de toro (sus sucesores, claro) estén mosqueadas por lo sucedido – aunque algunos se lo han tomado demasiado por las bravas – y no se acaben de fiar unos de otros (no sea cosa que vuelva a suceder lo mismo que entonces). Por eso hay desconfianza y resquemores por parte de todos. Si a ello unimos la salvaje ascensión de lo económico, tendremos algunas de las claves que no todo el mundo conoce, pues sabido es que cada cual cuenta la fiesta según le va en ella, faltando a la ecuanimidad que debería presidirlo todo como buena jueza que suele ser en cualquier tipo de asuntos (incluidos los históricos, o, precisamente en esos).
Con todo lo anteriormente dicho no estoy dando ni quitando la razón a nadie. Simplemente expresando un punto de vista que, como tal, está sujeto a error; que por algo existe una cosa llamada libertad de expresión. ¿No?... Así que “cada palo aguante su vela” y se aplique la lección para que no vuelva a suceder nada de lo que debamos avergonzarnos, tanto los unos como los otros o los de más allá.