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No hubo truco ni magias de Villar, tan solo bastó un Atleti enfadado y envalentonado para plantar cara a un Barsa plagado de bajas
Tardó, se hizo esperar pero la primera derrota de este gran Barsa se hizo real. Quizás algunas voces puedan acotar a pie de página que si aún no la tuvieron se debe o debió a favores de silbato de terceros, a veces verdad y a veces exagerado, pero lo cierto es que ha sido grande, muy grande, aunque ayer el Atlético de Madrid lo fué más aún.
Todo parecía prometérselas de grandioso acontecimiento, con oportunidades clarísimas para ambas partes a los pocos minutos de juego, pero Reyes no pareció contento con estar en el campo sino que quiso también jugar y bailar. Y así, asió a su dama por la cintura, esbelta, fina y suave como ella sola y la paseó por toda la pista de baile, casi sin tropiezos ni empujones del resto de bailarines, porque parecían no estar a gusto con esa música, porque quizás pensaran más en aquellos que se quedaron en la Tribuna para verlo a través del cristal por problemas con sus zapatos o males de ojos. Lo cierto es que ayer Reyes quiso hacer de la pelota su reina del baile y lo consiguió. El jurado que más le criticó lo supo reconocer. Nunca pudieron creer tener que agradecerle esos pasos tan bien dados, esa elegancia tan bien conducida cuando se tiene a una dama tan delicada a la que todos quieren, menos los porteros, que prefieren bailar con la soledad.
Derrotado y abatido, acusó la falta de sus mejores artistas para vencer a un teórico bailarín de menor calidad
No podemos dejar de lado a Forlán, quien decidió aceptar la invitación de baile de su compañero para hacer un dueto perfectamente coordinado, donde cada paso que daban era un asombro para el jurado, acostumbrado a verles tropezar, pisar, empujar y caer, no dando crédito a lo que veían sus ojos. El rubio, se colocó su traje de gala y dió el salto final, el que lograba la máxima expresión en este baile, el que servía para conseguir un diez para el jurado, el que servía para dejar atrás en su marcador a su bailarín contrincante, quien no levantaba cabeza entre daños y lesiones fruto de tan magno esfuerzo de bailes anteriores.
Ese es otro cantar, el del bailarín que debió competir y nunca pudo por la falta de engranaje entre sus componentes. No funcionaban los oídos y la música parecía no meterles el ritmo en el cuerpo. No entró en acción el profesor, el cual pareció estar bajo mínimos en su reserva corporal. No pudo corregir sus fallos de cansancio y terminó por doblegarse ante su rival. Derrotado y abatido, acusó la falta de sus mejores artistas para vencer a un teórico bailarín de menor calidad, pero no contaban con la rabia ni el tesón de aquellos que bailan casi por aliento de afición, porque quizás ni dispongan de las mejores figuras de baile mundial, pero afición, su afición, ese es un baile aparte, un baile en el que ganan de anticipo, un baile en el que no tienen rival. Ese baile ya le tienen ganado.
"Ayer Reyes quiso hacer de la pelota su reina del baile y lo consiguió."