Hay fechas y algunos datos que se me escapan o que no logro recordar. Algo normal, teniendo en cuenta que han pasado muchos años. Pero según me conto Azucena y también algunos de los que la conocieron, se volvió loca cuando el virus me infecto. Busco ayuda en hospitales, en médicos de pago etc tratando de arreglar esa pierna que no respondía, pero por supuesto nada pudo hacer. Esa mujer se rompió y la situación le supero tanto que tomo la decisión mas dolorosa y sangrante, tener que separarse de su hijo. Por supuesto, nunca, jamás la cuestione cuando supe todo lo que esa mujer tuvo que pasar. Supongo que hablo con sus padres, les explico la situación y antes de cumplir los cuatro años me llevo a Madrid y me quede al cuidado de mis abuelos. De aquel traspaso no recuerdo nada, ni tan siquiera si la eche de menos. Lo que si tengo muy presente es lo contento que me ponía cuando jugando con los chicos del barrio escuchaba gritar al tendero o en su caso a la señora María, mi abuela ¡ Manolinnnnn, tu madre al teléfono, vennn !, Y allí acudía corriendo con mi pata chula todo contento y feliz. Luego Supongo que hablaría y me comportaría con cualquier niño de esa edad. Pero recuerdo que siempre le preguntaba ¿ Cuando vas a venir ?. Nunca tenia respuesta y casi nunca venia. No obstante, desde la distancia seguía empeñada en rehabilitar esa pierna a la deriva y enviaba dinero a mis abuelos para que me vieran ortopédicos, médicos o alguien que hiciera algo. Todo fue en vano por supuesto, hasta que dos o tres años después mis abuelos me llevaron al Hospital de San Rafael. Al parecer había un tal Dr Truchuelo que estaba experimentando con una operación que alargaba la tibia y que podría dar resultados satisfactorios para evitar disimular al menos la cojera. Lo consultaron con Azucena y esta no lo dudo ni un instante. Luego mas adelante veremos que pasó.

siempre sonriendo

Mis abuelos se convirtieron en mis padres desde que llegue a ellos. Pero les di muchos quebraderos de cabeza porque era tremendamente inquieto, travieso, bromista y peleón. Nos les hacia caso cuando me llamaban, había días que faltaba al colegio, llegaba tarde a casa porque siempre me quedaba hasta ultima hora jugando con los chicos del barrio. Era un pieza de cuidado, un bala y así me convertí en un chico de la calle, otro mas de todos los que surgieron en aquellos años. Hoy se diría niños desestructurados. Vivíamos en un caserón grande y viejo tres familias. Estaba situado en el lateral de una plazoleta cerrada en redondo con casas altas y muy juntas . No teníamos agua ni ducha ni váter dentro de las tres viviendas. El agua la traíamos de un patio detrás de la casona y nosotros que vivíamos en el bajo, nos aseábamos en una pila que había a un lado de la entrada. Para hacer nuestras necesidades, un vater de pulso y comunitario que estaba a unos treinta metros frente a la casa, Era una estructura cutre de ladrillo de dos por dos metros. Que te diera un retortijón a media noche era despertar a tus abuelos para que te acompañaran hasta la puerta. Los días de frio eran horribles. Menos mal que cuando tenias ganas de orinar siempre había un orinal bajo la cama. En aquellos años, era habitual en muchas humildes casas. Y como era bastante frecuente no meterlo bien para dentro después de usarlo al levantarte muchas veces lo pisabas y aquello se esparcía rápidamente por la estancia. Lo que ocurría después que lo viera mi abuela te lo puedes imaginar.

Esta es la plazoleta, ahora reconvertida. Antes era hierba, redonda y no había coches Pero siguen las mismas casas

En esta esquina de la plaza estaba el caserón y donde esta la planta, el váter comunitario

Si, fui un chico revoltoso, no me gustaba el colegio salvo en los recreos y los días que el maestro me sacaba a la pizarra para dibujar cosas de las que luego el profesor nos hablaba. Al parecer se me daba bien, pero se me daba mejor hacer pira y deambular con aquellos amigos de mi niñez : El Críspulo, el picha, Jose el nervios entre otra media docena que no logro recordar. Casi todos teníamos un mote, el mío era patacoja, como no podía ser de otra manera. Casi cualquier película de Cine de Barrio contiene historias parecidas de chicos así. Y es que hacíamos de todo : Pedíamos papel y periódico para la Iglesia del Santo Ángel de la Guarda, la del barrio. Y la gente nos daba montones. Por supuesto lo vendíamos en la chatarrería y el dinero lo gastábamos en chuches y tabaco. También buscábamos cobre, hierro y ahí si que sacábamos pasta. Por eso luego nos íbamos a gastarlo a los billares, a las maquinas luminosas de bolas, al parque de atracciones. Éramos como una película de verano azul pero en pobre. Que recuerdos verdad ? Porque mas o menos aquí o allá hemos vivido todos/as cosas muy parecidas.

Cuando tenia mas o menos siete años muere mi abuelo, un golpe que me dejo tremendamente triste. Moria Manuel, la referencia paterna que tanto quise y que tanto me quiso desde la seriedad de sus silencios, haciendo siempre la vista gorda cuando cometía alguna travesura. María quedo desolada, vacía, su hijo Jesús había fallecido un año antes de una larga enfermedad y en las mismas fechas. Azucena vino al funeral y además acompañada de un hombre, alto, fornido y muy serio. A mi abuela se lo presento como el taxista que la había traído de urgencia pero no era del todo cierto. Mas adelante lo entenderéis. La que no pudo venir al entierro y no me acuerdo porque, fue Pilar, la hermana de mi madre. La que años atrás y recién casada tuvo que emigrar a Suiza a trabajar. Pude observar a mi madre hablando durante largo tiempo con la suya, después se dirigió a la tienda de ultramarinos a llamar por teléfono para hablar con su hermana. De nuevo mi vida estaba a punto de dar otro cambio radical, otra vuelta de tuerca. Desde la distancia de los años por supuesto, siento que estaba viviendo muy deprisa todo : Los días, las horas, la vida etc. Pero al parecer esto era tan solo un aperitivo para lo que estaba por llegar ...

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