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Carlos ya no habla solo. (TELECINCO)
Yo no entiendo nada. Aunque claro, con Carlos Lozano esperar algo lógico es como intentar charlar de pactos electorales con el sombrerero loco.
El caso es que después de tener una bronca que a su lado la Guerra de los 100 años fue un pequeño malentendido, Carlos ha hecho las paces con Charlotte. No sólo eso: ahora es su máximo defensor.
Porque Alejandro, el hombre que podría ponerse al lado de una vaca a mirar trenes pasar y sería feliz; el Pequeño Nicolás, que está en una etapa rebelde en plan yo contra el mundo seguramente porque se le está cayendo la dentadura de leche y Laura, que podría estar seis meses sin beber agua pero ni un minuto sin criticar a alguien, han tomado a Charlotte como su objetivo.
En serio, hay dianas en galerías de tiro que se llevan menos impactos que la mujer rubia y sus amigas Te y Ta.
Y Lozano, que lo mismo se ha cansado de hablar solo mientras fuma en el jardín, pues se ha metido a defenderla.
Ni que te salven la vida, ni que sean la madre o el padre de tus hijos, ni ser amigos desde la guardería... nada une más que el hecho de que te metan el cepillo en la taza del váter. ¿Los hermanos de sangre? Una mierda al lado de los hermanos de cepiváter.
Y claro, eso ha hecho que los que antes fueran aliados de Carlos, Nicolás y Alejandro y Laura, que no ha sido aliada ni de su reflejo en el espejo, se hayan puesto en contra del señor de los hoyuelos como simas sin fondo.
¿Sabéis Yoda con Luke? Pues el entrenamiento que le hizo el bicho verde al jedi con el peor peinado de la historia fue una mierda al lado de la charla que le pegó Carlos a Charlotte. Creo que ella estaba allí como si Carlos le hubiera hablado al brazo incorrupto de Santa Teresa esperando que al acabar le hubiera aplaudido, porque cuando acabó, Carlos la miró y le dijo "te importa un huevo lo que te he dicho ¿no?".
Eso sí, Carlos le pidió un abrazo, cosa que no fue posible porque las pesadas (pesadas literalmente) de Te y Ta se pusieron en medio.
El caso es que el castigador de Charlotte es sobre todo el Pequeño Nicolás, que no sólo le dijo que estaba demasiado operada en una serie de comentarios por los que podrían darle el Premio Nobel de la Paz, si no porque parece ser el que más manía le tiene a la argentina.
¿Por qué? Quién sabe, lo mismo piensa que es una espía rusa o una agente doble y él es el Tom Cruise español que nos salvará de una conspiración para destruir la receta de la paella. Será por fantasías...
