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Ocho años después del diagnóstico, más del 50% de ellas sufre incapacidad laboral y muchas tienen un empleo de peor cualificación. Los reumatólogos aseguran que aún, a día de hoy, muchas pacientes ocultan la enfermedad con el fin de no perder su puesto de trabajo
En la actualidad, cerca de 30.000 mujeres en Andalucía sufren artritis reumatoide y, de ellas, más del 50% no puede trabajar a causa de esta enfermedad discapacitante o tienen un empleo de peor cualificación. En España, alrededor de 200.000 mujeres padecen esta patología, que afecta en mayor medida al colectivo femenino y que produce dolor crónico, rigidez, inflamación, deformidades en las articulaciones y deterioro funcional. Esto conlleva un alto impacto psicológico, como afirman los últimos estudios, el 43% de las mujeres tiene un bajo estado de ánimo y en torno al 7% padece ansiedad o depresión. Para hacer frente a esta problemática y con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, los reumatólogos recuerdan el gran hito que suponen las terapias biológicas. En este sentido, Certolizumab pegol, de UCB Pharma, recientemente aprobado por la Comisión Europea, ha demostrado inhibir la progresión del daño estructural articular, disminuir el impacto psicológico de la enfermedad y reducir el número de bajas laborales.
“Hasta un 25-30% de las mujeres con artritis reumatoide en edad activa tiene algún episodio de incapacidad laboral transitoria al año a causa de la enfermedad; asimismo, ocho años después del diagnóstico, el 50% de las pacientes sufre incapacidad laboral permanente”, afirma el Dr. Federico Navarro, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. “Se trata por tanto de una enfermedad con un alto impacto en la calidad de vida de la mujer, sobre todo cuando ésta tiene que abordar varios frentes: fuera de casa como mujer trabajadora, dentro del hogar en las tareas domésticas y en su papel de madre”, explica.
Según este especialista, la discapacidad que causa la artritis reumatoide repercute en todo el entorno de la mujer. “Dificulta su trabajo fuera de casa, lo que reduce sus ingresos económicos por las bajas; disminuye sus actividades de ocio e imposibilita muchas prácticas deportivas; cohíbe sus relaciones sociales, familiares y hasta matrimoniales… todo esto tiene un impacto psicológico enorme, más allá de los síntomas físicos como el dolor crónico, la rigidez articular o la inflamación”, señala.
En esta misma dirección, el Dr. Juan Ángel Jover, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, afirma que miles de mujeres tienen un empleo de “peor cualificación a causa de la artritis reumatoide o no están ni siquiera en el mercado laboral porque no se consideran capaces de llevar a cabo sus tareas”. “Es importante destacar que, en España, aún no hay una cultura de adaptación de los puestos de trabajo cuando aparecen enfermedades como ésta, las empresas no son receptivas a aceptar que los afectados trabajen a tiempo parcial ni hay sistemas de reincorporación temprana al trabajo para que aquellos pacientes que sufren una baja laboral prolongada puedan regresar al terreno laboral de manera paulatina”, apunta. Por tanto, “muchos pacientes ocultan la enfermedad por miedo a perder su puesto de trabajo”, subraya.
El 75% de los pacientes con artritis reumatoide son mujeres
No obstante, este especialista recuerda que, para evitar la discapacidad que genera el daño articular que provoca la artritis reumatoide, es fundamental lograr un diagnóstico precoz. ““Si se consigue el diagnóstico de la enfermedad en los primeros 6 meses, se puede implantar cuanto antes un tratamiento adecuado y controlar la enfermedad, impidiendo que avance y se deteriore la calidad de vida del paciente”, manifiesta. Asimismo, declara, “cada vez más los reumatólogos proporcionan al paciente la educación necesaria para entender todas las fases de la enfermedad y les ofrecen una atención integral que va más allá del control de los síntomas, teniendo en cuenta los efectos biopsicosociales de la enfermedad”.
En cuanto al tratamiento de la artritis reumatoide, ambos expertos están de acuerdo en que en tratamiento combinado con distintos fármacos y las terapias biológicas han marcado todo un hito en los últimos años. “Por primera vez, tenemos medicamentos que son capaces de aliviar el dolor, la rigidez y la inflamación. Además, son capaces en cierta forma de alterar la progresión de la enfermedad, ya bien deteniéndola o enlenteciéndola”, explica el Dr. Navarro.
En este sentido, Certolizumab pegol, el primer y único anti-TNF PEGilado sin región FC en el tratamiento de la artritis reumatoide y aprobado recientemente por la Comisión Europea, ha demostrado mejorar la calidad de vida del paciente al inhibir la progresión del daño estructural articular, así como reducir el dolor, la fatiga y la discapacidad. “Certolizumab pegol permite que los pacientes estén más activos, con menos dolor, inflamación y cansancio y que su estado físico sea mejor, lo que disminuye el número de bajas laborales, así como el impacto psicológico y social de la enfermedad”, concluye el Dr. Navarro.