¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Hoyesarte.com escriba una noticia?
Lo de "eterna aspirante" por fin se ha quebrado. Hora era. Va el año de colocar algunas cosas de la literatura y por vía de la justicia, de lo que es impepinablemente justo, en su sitio. Vargas Llosa se llevó el Nobel con veinte años de retraso y en torno a las 14:30 del miércoles 24 de noviembre la titular de Cultura anunciaba el Premio Cervantes para Ana María Matute; "más vale tarde..."
Pocos días antes, cuando su nombre sonaba con fuerza sobre otras candidaturas ella no creía creérselo y al aire de frases como "no van a dármelo aunque me encantaría" o "daría saltos si llegase" se debatía, como tantos de los personajes de sus historias, entre dudas, escepticismos y esperanzas.
¡Qué escritora! Qué forma de contar y contarnos lo que tenemos delante de los ojos y no sabemos ver, acaso porque hasta que llegó su voz, no nos lo habían narrado de esa forma sencilla en apariencia pero honda en lo esencial, humana, humanÃsima y como tal, directa al corazón de las emociones que viven dentro de nosotros sin que las hubiéramos sospechado. ¡Nos ha enseñado tanto a conocernos!
Leemos aquello que ha ido dejando a lo largo de una obra abundante, trabajada y sentida, sentida sobre todo, escrita desde esa pasión que no pocas veces esconde desencanto. Ella lo ha dicho: "escribo porque no estoy contenta. Porque no estoy conforme, ni dormida, ni ciega, ni muerta".
La leemos y nos sorprende la lectura en el medio y medio de un suspiro profundo; tragando una saliva que se nos anuda en la garganta, disimulando una lágrima que está a punto de despeñarse... Tantas horas al borde de sus libros...
Los hijos muertos, Primera memoria, Luciérnagas, Los Abel, Fiesta al noroeste, Los niños tontos, Tres y un sueño, La trampa, Historias de la Artámila, Los soldados lloran de noche, Pequeño teatro, La torre vigía y Paraíso inhabitado y Olvidado Rey Gudú y ...
Es una maestra en el arte de conmovernos. Por eso hoy, cuando nos han contado que por fin su nombre y el de Cervantes se han encontrado en algún rincón de la literatura y se han reconocido como viejos colegas, un suspiro, un dulce alivio se ha adueñado de todos los que hemos sentido la emoción de leerla.
{jathumbnail off}