¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Adiosayer escriba una noticia?
Muchos días a media mañana acudo a una cafetería. En ocasiones he visto a un hombre de unos treinta y tantos años que no tiene ni brazos ni piernas y que está sentado en una silla de ruedas
Siempre le acompaña un joven de "ventimuchos" con pelo a rastas y creo que con algún piercing en su rostro. Cualquiera, a simple vista, le calificaría de hippy, militante de izquierdas, ateo radical y simpatizante del consumo de todo tipo de drogas. Muchos, quizá, le tacharían de okupa o de maleante. Calificativos hay muchos ante la apariencia física de una persona.
Calificativos hay muchos ante la apariencia física de una persona
Pues bien, cada vez que le veo doy gracias a Dios por ese joven de rastas que me da una lección a mí y a mis conocidos dando de comer a su amigo un yogur, un bocadillo, unas patatas fritas, o llevándole delante de la máquina de refrescos para que elija el que le apetezca en cada momento.
Quizá nuestro amigo de las rastas se declare el más ateo del mundo. Pero no sabe que con su acción está amando a Cristo con locura y a mí me está haciendo ver muchas cosas.