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Entre vivas y aplausos, 220 empleados de Coca-Cola en España celebraron la pasada semana su vuelta al trabajo, tras haber impedido por vía judicial el cierre de una fábrica de la multinacional en un país con la quinta parte de la población en paro.
En el fresco amanecer de Fuenlabrada, 20 kilómetros al sur de Madrid, el ritual se repitió cada mañana para los últimos empleados en reincorporarse, tras "639 días de lucha".
En enero de 2014, Coca-Cola Iberian Partners había presentado un plan de despido para más de un millar de personas por "motivos de organización".
Dos tercios de los empleados afectados aceptaron una baja voluntaria, un traslado o una prejubilación. Ellos no. Finalmente, tres de las once fábricas del grupo cerraron, pero no la suya. "Hemos ganado, evidentemente", comenta el portavoz de "Coca-Cola en lucha", Juan Carlos Asenjo, miembro del sindicato Comisiones Obreras. "Los trabajadores despedidos hoy tienen un futuro y sus nóminas garantizadas", dice este hombre de 49 años, inicialmente empleado en "mezcla de concentrados" de bebidas, reincorporado el jueves pasado. "Vamos a seguir luchando en los tribunales, porque han cambiado nuestras condiciones de trabajo de manera unilateral", añade.
Fuera invierno o verano, 'los Coca-Cola' se relevaron durante 21 meses en el 'campamento' ante la puerta de la fábrica. Tiendas de campaña y luego una cabaña adornada con banderas comunistas acogieron sus reuniones. Incluso cocinaron tortillas con huevos de las gallinas criadas frente a las verjas...
"Venía todos los días para no estar sola en casa", confiesa Ana 'Fernández' (tomando el apellido ficticio de todos los que protestaron). "Hemos vencido al gigante", se alegra esta empleada de 34 años, traumatizada por su despido: "Estaba enamorada de mi empresa, esto fue la peor ruptura de toda mi vida".
- "Madrid no consume" -
A sus 37 años, Miguel 'Fernández' se enorgullece de haber participado en "la lucha más simbólica de los años de crisis" en una España con cuatro millones de desempleados. "La empresa dijo que nunca jamás reabriría. Llamaba a muchos trabajadores para proponer la baja voluntaria con 45 días por año trabajado más 10.000 euros: una mierda", dice Juan "Fernández".
Los empleados no dudaron en iniciar una campaña de boicot, bajo el eslógan "Si en Madrid no se fabrica, en Madrid no se consume" y bloquearon la fábrica. Pero sobre todo lograron una victoria judicial en junio de 2014, cuando la Audiencia Nacional "anuló el despido colectivo" y ordenó su "reincorporación a sus puestos de trabajo". Una decisión confirmada en abril de 2015 por el Tribunal Supremo.
La justicia concluye que el empleador no respetó el derecho a la información de los trabajadores ni su derecho a la huelga, ya que la filial de Coca-Cola siguió suministrando a sus clientes con bebidas fabricadas en otros factorías.
Como consecuencia, otros sindicalistas españoles decidieron llevar sus conflictos con los gigantes de las telecomunicaciones Telefónica o Vodafone ante la Audiencia Nacional, esperando bloquear miles de despidos.
"Lograr la nulidad de otro expediente de regulación de empleo será muy difícil, ya que el caso Coca-Cola era muy particular", con "una respuesta sindical muy combativa" y una huelga muy larga, admite el abogado de una gran firma, que pide el anonimato, ya que defiende a empresas implicadas en planes de despidos.
- "Rentabilidad y competitividad" -
Los empleados reincorporados a Fuenlabrada temen, por su parte, haber conseguido una victoria pírrica, dado que no han vuelto a sus puestos originales. Coca-Cola Iberian Partners ha decidido transformar la embotelladora en un "centro logístico innovador", según su servicio de comunicación.
La empresa se congratula de que la justicia le "haya dado la razón" el 9 de octubre al menos en un punto: la reincorporación de los empleados de Fuenlabrada es considerada de "buena fe", porque mantiene las mismas categorías profesionales, salarios y horarios.
Por ello, Ana vuelve a la fábrica "con la cabeza alta" pero con "rabia", mientras el sindicalista Asenjo asegura que "los compañeros llevan un mes dentro sin trabajar".
Su abogado, Enrique Lillo, teme "una trampa": la empresa podría "decir que no tienen trabajo efectivo" y hacer un nuevo ERE (expediente de regulación de empleo). Ese "es nuestro miedo", declara.
Iberian Partners asegura querer "garantizar la rentabilidad y la competitividad de sus actividades y seguir empleando a los 4.380 trabajadores que siguen ligados a la empresa en España".
La empresa -cuyo resultado bruto de explotación (Ebitda) fue de 332 millones en 2014- debe unirse en 2016 a un nuevo conjunto europeo cuyo objetivo es reducir costes.
Lillo, por su parte, querría "llegar a un pacto colectivo con la empresa, para obtener la reapertura de algunas líneas de producción". Si se diera el caso, "brindamos con Coca-Cola" promete.