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No es visto político más imbécil que J. Guaido desde que empece ejercer el periodismo y que contradicción entre quieren derrotar a Maduro, Leopoldo López, la oveja negra opositora
El Reloj del Tiempo
Se debe admitir que el poder electoral exige algunos cambios para evitar el carácter fullero de las elecciones electorales, ya que debemos admirar el desparpajo de algunos dirigentes que desean tomarle el pelo a la gente para sostener las fuerzas telúricas del Estado ante la inmunidad electoral que ha traído un separatismo entre la gente de la izquierda.
Hay una despenalización social de la mentira y, necesitamos rectificar a tiempo, porque resultamos inocentes ante cualquier realidad, sin duda, necesitamos respetar a nuestros semejantes para dejar atrás reacciones compulsivas que van destruyendo nuestra creencia política y espiritual. Necesitamos verificar los hechos con nitidez de un modo reiterado para evitar las contradicciones compulsivas.
Los venezolanos, jamás seremos baratijas a nivel político. Dejemos las chácharas vacías y empecemos a construir la patria, bajo un signo del bolivarianismo, así que, todos somos culpables de este desbarajuste que, tiene su base en la mentira.
Hay que responder con sinceridad, cuando se tiene un criterio de trabajo en lucha por un país y quien es entrenado y por quien es entrenado para librar una batalla sin estrategias políticas.
Colombia, tiene sus juegos políticos y desconocemos los propósitos de esos políticos que ocupan un curul en la sala congregacional colombiana. Hay temas que no se tocan ante un temor de información inadecuado y en verdad, la expresión “Defendamos la paz”, es parte solo de un coloquio.
Hay desconcierto en la Gran Colombia que influye en la población venezolana. ¿Quienes apoyan a los encapuchados que destruyen los bienes de la comunidad, y que, con cocteles incendiarios, tratan de quemar a quien se atraviese en su camino, ya sea un transeúnte, un niño, o un policía? Eso lo sabe toda Colombia. Son los mismos que no hacen más de echarle la culpa al gobierno por las muertes de los líderes sociales y, siempre, las supuestas amenazas contra los maestros.
A finales del año 2010 el país era otro: el 60% de las Farc y el Eln se había desmovilizado o muerto en combate, las AUC habían entregado armas, los máximos responsables estaban presos, y el homicidio disminuyó 45%.
Venezolanos arropan y oran al presidente Maduro, desde Cuartel de la Montaña
Sabíamos, sin embargo, que la culebra estaba viva, que la Seguridad Democrática era primordial. No obstante, la generación nacida desde finales de los 90 creció en un país donde el mal ya no era visible. Una falsa narrativa sobre la “guerra” de Uribe se vendió como una doctrina, asentando la idea de que era necesario negociar “paz” y ponerle fin al impulso guerrerista del “uribismo”. Colombia no era Suecia, y no era una guerra. Eran terroristas dedicados al narcotráfico y la minería ilegal asesinando y secuestrando ciudadanos en medio de un Estado indolente, mudo e incapaz. Uribe representó la oportunidad de retomar el control del territorio para la legalidad.
El ejército ha sido el protagonista en los logros de la lucha contra los terroristas y la recuperación de Colombia.
¿Qué pasa, hoy en Colombia?
Pregunto ¿Quiénes están realmente acabando con la paz en Colombia?
En Venezuela queremos un proceso electoral que cumpla con las normativas del Estado y el CNE.
A principios del año 2002, Colombia tenía 30 mil hombres de las Farc, 5 mil guerrilleros del Eln y otros 30 mil paramilitares. Provocaban muerte, miseria y desplazamiento. Se decía que Colombia era un “estado fallido”, y en las universidades, los jóvenes sólo pensaban en irse del país.
La izquierda está intentando reescribir la historia para reivindicar sus ideales socialistas. Han intentado convencer que la guerra de este país la originó el presidente Uribe, cuando la Seguridad Democrática recuperó los territorios; que Uribe fue un líder paramilitar, cuando su gobierno desmovilizó paramilitares y metió a los grandes responsables a la cárcel; que Uribe incrementó la desigualdad y pobreza, cuando su gobierno tuvo la disminución más rápida en tasa de homicidios, y aumento más acelerado en la creación de empleos.
El desprestigio al Estado ha sido el propósito de la izquierda radical de ese país. Ven en el fracaso institucional su triunfo, como si el fracaso de nuestras instituciones, legitimara y justificara la lucha armada que emprendieron. Nada la justificará. Los muertos ahí siguen, cómo las secuelas en una nación a adolorida por tanta crueldad y barbarie de quienes hoy se dicen defensores de los derechos de los colombianos.
Similar lo ha hecho el presidente Maduro para disciplinar y reordenar el país. ¿Quién, necesita la verdadera disciplina democrática? Guaido o los norteamericanos en Colombia, Ambos, no tienen esaategia política y se dejan ver el bulto, no se ponen de acuerdo y privan de la libertad y matan a inocentes.
* Escrito por Emiro Vera Suárez, Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajo en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño
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