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A estas alturas quien no ha oído hablar de la teoría de la Panspermia, esa que señala que la vida llego a nuestro planeta a bordo de cometas y asteroides procedentes de las profundidades del espacio. Pero ¿Qué pasaría si hubiese sido al revés? ¿Encontraríamos esa vida terrestre afincada en otros lugares del sistema solar?
Y es que la vida terrestre o incluso la marciana (si es que alguna vez existió) podrían haber alcanzado las lunas de los dos grandes planetas gaseosos de nuestro pequeño rincón cósmico a bordo de los restos de impactos que han escapado a la gravedad de nuestro mundo, si estas rocas eyectadas encerrasen una buena cantidad de microorganismos, podrían sembrar de vida esos lejanos mundos.
Aunque la idea de la litopansmermia, la vida arrancada e la corteza de otros planetas, puede parecer algo descabellada, una serie de meteoritos descubiertos señalan que al menos sí que podría ser posible, y es que en nuestro mundo hemos hallado más de 100 meteoritos procedentes de Marte, rocas que habrían abandonado su mundo tras las grandes colisiones que sufrió el planeta rojo durante el pasado.
Algunos investigadores ya habían sugerido que la Tierra pudo haber sido conquistada por la vida marciana que viajo a bordo de estos meteoritos. Múltiples estudios señalan que en el pasado, Marte fue un mundo potencialmente habitable para la vida tal y como la conocemos, e incluso esta vida podría aun permanecer oculta en las profundidades del planeta rojo. El meteorito marciano Allan Hills 84001 (ALH84001) se hizo famoso al afirmar, incluso el propio presidente de los EE.UU., que contenía pruebas de la existencia de vida marciana, aunque posteriores investigaciones señalaron que estas pruebas eran, cuando menos, dudosas.
Diferentes simulaciones informáticas también habían sugerido que estas rocas eyectadas de nuestro hogar podrían haber llegado incluso a la Luna. Miles de millones de años de polvo terrestre podrían haberse acumulado en la superficie lunar, una cantidad de material que podría alcanzar las 20 toneladas métricas y extenderse en un terreno de hasta 100 kilómetros cuadrados. De ser cierto, la Luna podría contener fósiles de antiguas formas de vida microbiana terrestres.
Múltiples experimentos realizados en la Estación Espacial Internacional han revelado la existencia de organismos terrestres que pueden sobrevivir en ambientes que una vez se pensó eran demasiados inhóspitos para la vida, descubrimientos que han despertado el interés acerca de si las lunas situadas en los límites exteriores del sistema solar, como Europa o Titán, podrían albergar vida.
‘Existen simulaciones previas que observan la transferencia entre la Tierra y Marte, pero queríamos escalar las simulaciones con la esperanza de ver la transferencia a Júpiter y Saturno’, comento Rachel Worth, astrofísico de la Universidad Estatal de Pennsylvania, y autor del estudio.
Worth y sus colegas analizaron lotes de varios miles de rocas que viajaron hasta estos destinos una vez expulsados ​​desde la Tierra y Marte. ’Terminamos la simulación de más de 100.000 fragmentos individuales’, dijo Worth.
La mayoría de estos meteoritos se estrelló de nuevo en su planeta de origen. Un gran número de rocas también fueron engullidas o bien por el sol o incluso abandonaron el sistema solar, un gran número de ellos alcanzaron la órbita de los otros planetas del sistema solar interior, rocas de la Tierra alcanzaron Mercurio, Venus y Marte, Pero una pequeña fracción de estos meteoroides alcanzo su destino en los planetas exteriores.
Los investigadores calcularon que en el transcurso de unos 3.500 millones años, aproximadamente el tiempo que lleva la vida en nuestro planeta, unos 200 millones de meteoroides, lo suficientemente grandes como para tener el potencial necesario para proteger de los rigores del viaje a la vida que transportan, fueron lanzados al espacio desde la Tierra. También estimaron que, durante ese mismo periodo, abandonaron Marte unas 800 millones de rocas de tamaños similares debido a la menor gravedad del planeta rojo.
Investigaciones anteriores sugirieron que rocas de tamaño moderado expulsadas podrían proteger la vida durante periodos de hasta 10 millones de años. El estudio calculo que, en ese periodo, unos 83.000 meteoritos terrestres y 320.000 marcianos podrían haber alcanzado la órbita de Júpiter mientras que apenas unos 14.000 terrestres y no más de 20.000 marcianos habrían alcanzado a Saturno.
Dado que las lunas de esos mundos gigantes se encuentran relativamente cerca de sus planetas, muchas de estas rocas podrían haber alcanzado sus superficies. El cálculo final señalo que Titán, Europa, Encelado, Io, Ganimedes y Calisto podrían haber recibido de uno a diez impactos terrestres o marcianos.
Así, estos hallazgos sugieren que la posibilidad de transferencia de vida desde el interior del sistema solar a las lunas exteriores, aunque es muy poco frecuente, no es algo que se pueda descartar. ’Al planificar las misiones para buscar vida en Europa u otras lunas, los científicos tendrán que pensar si son capaces de distinguir entre la vida que esté o no relacionada con la de la Tierra’, comento Worth. Los investigadores advierten que no están diciendo ‘que la vida se halla afincado en cualquiera de estas lunas, sólo que podía’, comento Worth.
‘Para saber con certeza que este tipo de transferencia ha ocurrido, tendríamos que identificar en realidad una roca de la Tierra o Marte en una de estas lunas. Tratamos nuestras estimaciones tan realistas como pudimos, pero todavía son estimaciones, y nunca podemos saber con seguridad lo que se descubrirá en el futuro que podría cambiar nuestras suposiciones.’
Por ejemplo, ‘nosotros no sabemos realmente la probabilidad de que un fragmento de roca expulsada lleve microbios con ella, o si son del tipo de microbios que podrían sobrevivir el trauma de la expulsión y los viajes espaciales’, señalo Worth. ’También está la cuestión de hasta qué habitables podrían encontrar las lunas si lograron llegar hasta allí.’
Sin embargo, los investigadores señalan que las lunas heladas de Júpiter y Saturno fueron una vez mucho más calientes y, probablemente, tenían una pequeña corteza de hielo o incluso carecían de ella, por lo que los meteoritos podrían haber alcanzado los mares líquidos que hoy se esconden bajo gruesas cortezas heladas.
El meteorito ALH84001
Además, Europa cuenta actualmente con la corteza de hielo más delgada de las seis lunas y aproximadamente el 40 por ciento de su corteza parece estar cubierto por fracturas que indican un menor grosor en esas regiones. Cualquiera de estos meteoritos que impactase con estas zonas tendría una oportunidad de alcanzar el "cálido" mar interior.
‘Creo que la posibilidad de encontrar cualquier tipo de vida en los océanos de Europa es emocionante, si es descendiente de la vida de la Tierra, lo que nos mostraría un nuevo camino evolutivo en un entorno muy interesante, o si la vida que viene de un origen independiente, lo que apuntaría hacia la vida de ser bastante común en el universo. ’
Vale la pena señalar un factor que no fue no incluido en sus simulaciones y que podría ser significativo, el efecto Yarkovsky, donde objetos de 10 centímetros hasta 10 kilómetros que giran podrían irradiar calor que los ayudaría a impulsarse a través del espacio, aunque Worth señalo que este efecto lo único que lograría es mostrar tiempos de transferencias mas rápidos.
Los científicos agregaron que las rocas que caen de nuevo en sus planetas de origen podrían ayudad a reinicializar la vida en ese mundo tras un impacto que pudiese haber llegado a esterilizar por completo la superficie del planeta, sirviendo así como refugio en el espacio mientras que su mundo de origen se volvía enfriar. Este planteamiento podría ayudar a explicar cómo la vida en la Tierra sobrevivió a la era conocida como el Bombardeo Pesado Tardío hace unos 4.100 millones a 3.800 millones de años, cuando un número incalculable de asteroides y cometas golpearon la Tierra, la Luna y los planetas interiores.
Worth y sus colegas, Steinn Sigurdsson y Christopher House detallaron sus hallazgos en la web de la revista Astrobiology el 06 de diciembre.
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