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Es miércoles. Día de mercado en La Seu d'Urgell. Así que el flujo de coches que desde Andorra cruzan el punto fronterizo de la Farga de Moles es constante. Lujosos todoterrenos con matrícula andorrana, turismos, berlinas familiares...
Una docena de guardias civiles colocados a los lados del carril escrutan los vehículos mientras pasan y hacen parar a unos sí y a otros no. La elección no es aleatoria. Un arcano, que se revela a fuerza de horas a pie de frontera, indica de forma intuitiva a los agentes qué coche deben registrar, si ese en que el perfil del conductor no cuadra con el nivel del vehículo, si ese otro que ha tardado demasiado o demasiado poco en volver de Andorra, si aquel piloto que parece nervioso... Todo para dar con el que lleve, oculta en algún recoveco, la mercancía cuyo contrabando se ha disparado a lo grande con la crisis: el tabaco. Las cifras de incautaciones policiales confirma esta resurrección. Entre el 1 de enero y el 15 de mayo de este año, los guardias civiles realizaron en la frontera 205 actuaciones por contrabando de tabaco. El año pasado, entre las mismas fechas, se habían realizado solo 69 intervenciones. Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook