En este país y en términos de corrupción política ningún partido puede dárselas de intachable. Tanto hablar de los corruptos de los demás forzosamente acaba desembocando en un claro despropósito, y es que no se puede hacer campaña exhibiendo las vergüenzas del vecino porque se corre el riesgo de que las tuyas propias te dejen en pelotas.

Esto, ni más ni menos, es lo que le acaba de suceder al PSOE que ahora se ve salpicado por la corrupción municipal en sus propias filas. Las detenciones de políticos socialistas en Arrecife y Lorca, que se han producido ayer y hoy, vinculadas al cobro de comisiones ilegales y malversación de fondos públicos, y la pena de cinco años de cárcel impuesta hoy para el ex alcalde socialista de Collbató, implicado en un caso de corrupción, tienen pinta de convertirse en la reconvención de los populares a la incorporación del caso Gürtel a la campaña europea del PSOE.

Si creían que un partido político, capaz de negar la evidencia con rotundidad para luego desdecirse cuando lo obvio hace insostenible la patraña, no iba a tener corruptelas que tapar, estaban errados. Yo, por mi parte, siempre he tenido claro con esto del caso Gürtel, que solo era cuestión de tiempo, que sus propias miserias afloraran a la superficie. Y esto no quiere decir que me alegre por el PP, no señores, esto no es motivo de alegría sino de tristeza más bien, esto quiere decir que da lo mismo quien nos gobierne, la corrupción es un mal endémico de esta nación, o eso parece.

Es una lástima y una vergüenza pública que asuntos como el cobro de comisiones ilegales, la malversación de fondos públicos, la corrupción urbanística y otras lindezas sean portada cuando casi cinco millones de ciudadanos están en paro y la crisis acogota al resto, atenaza al inversor y planea sobre el país como el buitre sobre la carroña.

En fin, habrá que ver que hacemos el próximo día 7, menos mal que siempre nos queda Rosa Díez.