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Crónicas de la Granja 1

11/11/2009 19:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Los hijos de Groncho le traían por la calle de la amargura..

Groncho Wyngas era un viudo granjero de 65 años lleno de vitalidad. No tenía ninguna educación escolar, pero tenía buenas ideas.

Sus dos hijos eran Tobías y Alejandro, de 30 y 28 años respectivamente. El primero era un holgazán de los grandes y el segundo era un pelín corto de entendederas.

Groncho siempre tenía que estar detrás de los dos para hacerles doblar el espinazo. Si no fuera por la testarudez y el empeño del padre, tendrían que vivir de una pensión estatal de Wyoming.

Una mañana estaba el progenitor esperando con la cosechadora en los campos fértiles a que acudiesen sus vástagos a cumplir con el deber de todos los días de la semana. Solo se presentó Alejandro.

- ¿Dónde está tu hermano? - le preguntó de malhumor.

- No lo sé, “pa”.

- ¿Cómo que no lo sabes? Tú nunca sabes nada. Bastante es que me reconozcas como tu padre.

- No sé.

- Un día te diré que eres hijo del cura Thomas, a ver si cuela y así tenemos una boca menos que alimentar.

- Lo que tú digas, “pa”.

- Espérame aquí y no hagas nada hasta que traiga a rastras conmigo a tu hermano.

Groncho se fue alejando empleando amplias zancadas. Estaba ligero de peso y bien cuidado, por eso aún no notaba físicamente el paso de los años.

Conforme se acercaba al granero, le iban llegando los sonoros ronquidos de Tobías.

Lo encontró tumbado encima de un manto de paja fresca.

- ¡Levántate, gandul! Que hoy tenemos mucho que hacer - le ordenó.

Groncho siempre tenía que estar detrás de los dos para hacerles doblar el espinazo

- Que te crees tú eso. Esta paja es demasiada cómoda para abandonarla - contestó su hijo abriendo medio ojo.

- Con que esas tenemos. Verás qué pronto te hago de menear el trasero de allí - Groncho se marchó de la entrada, dirigiéndose a la caseta de las herramientas.

Tobías tenía una sonrisa beatífica dibujada en su rostro. Estaba soñando que estaba cortejando a la hija de unos vecinos en una especie de playa paradisíaca, donde el sol pegaba de lo lindo.

Percibió unos pasos que se iban acercando.

- Te quiero tanto, Wendy - suspiró en su sueño.

Demonio. El sol estaba picando ya de lo lindo. Sobre todo notaba todo su calor en las posaderas. Hasta que…

- ¡Carajo! CÓMO QUEMA.

Tobías se levantó presto de un salto y abandonó el granero con la parte trasera de los pantalones medio humeando.

- Así me gusta. Que respetes los deseos de tu padre - dijo complacido Grouncho.

En la mano derecha llevaba un soplete encendido.

A grandes males, grandes remedios.

Diez minutos después Tobías estaba sudando tinta china, echando denuestos contra su padre mientras trabajaba de sol a sol en el campo. Alejandro, su hermano, nunca le había visto dedicarse con tanto ahínco. Eso si, no comprendía el motivo por el cual se le quejaba tanto de tener el culo escocido.


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Autor:
Robertelyankee (80 noticias)
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Reportaje
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