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Emocionante, conmovedor, patético
Uno no sabe después de visto lo visto, si vive en un país serio que mira hacia el futuro para construir una sociedad más justa y equilibrada para 46 millones de españoles; o vive en un país de chirigota que sólo busca satisfacer los resentimientos históricos de unos pocos.
Que un juez al que denominan estrella, pero más bien es un juez “estrellado”, se erija en notario de un pasaje de la Historia de España, porque sus tegumentos y de los de media docena de obsesos así lo determinan, para sentenciar lo que ya la sociedad a sentenciado hace 35 años, resulta entre espeluznante y patético.
En su locura absurda, hasta se atreve pedir el certificado de defunción del que sabe perfectamente que fallece bajo una losa de toneladas de peso
En su locura absurda, hasta se atreve pedir el certificado de defunción del que sabe perfectamente que fallece bajo una losa de toneladas de peso; quizás para dar un tinte de veracidad a su patochada.
Y ahora viene lo tragicómico. (Sujétense las mandíbulas, que se les pueden partir de risa) Que bufonada de juicio es la de juzgar a un cadáver. ¿Qué sentencia le iban a aplicar? ¿La pena de muerte por criminal?
¿Se imaginan? 46 millones de españoles aclamando al héroe que fue capaz de sentenciar a muerte a un muerto. ¡Qué gloria para el juez Garzón! Entraría en los anales de la Historia de España junto al Cid Campeador, al Gran Capitán, Hernán Cortés, Pizarro, Eloy Gonzalo y tantos hombres y mujeres que dieron gloria a la nación que les vio nacer.
¡Gloria a Baltasar Garzón! ¡Aleluya al héroe que fue capaz de derrocar a un tirano 35 años después de su muerte...!
¡Conmovedor, emocionante, patético!