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Damasco celebra su primera feria de Salud y Belleza desde el comienzo de la guerra que, ajena al estruendo de los obuses, forma parte de un sector en auge entre las mujeres privilegiadas en un país en el que más de la mitad de la población está en situación de extrema pobreza.
"Es como si la guerra durara desde hace cien años. Todos los días hay muertos, disparos ... Todo es feo", se queja Lubana Murched, una mujer de 30 años, maquillada y enjoyada. Para olvidarlo, "me gusta cuidarme, ocuparme de mi piel, del maquillaje", cuenta esta damascena. "Los sucesos ocurridos en el país dejaron huellas en nuestras caras: parecemos más viejas", arguye. Lubana Murched fisgonea entre los puestos que ofrecen cremas, maquillaje y tratamientos estéticos a las sirias que todavía disponen de tiempo y dinero para pensar en la belleza.
"El tema de la belleza es fundamental. Siempre habrá mujeres que compren sin mirar los precios", asegura Nabil Murtada, director de una compañía que comercializa cremas elaboradas con oro y caviar. Decidió participar en la feria porque el mercado sirio sigue siendo atractivo pese a la guerra civil en la que ya han muerto más de 200.000 personas y otros 6, 5 millones se han visto obligados a desplazarse, además de obligar a más de 3 millones de habitantes a huir a los países vecinos desde hace casi cuatro años.
Tres de cada cuatro sirios viven en la pobreza y más de la mitad (54, 3%) en la extrema pobreza, según un informe de la ONU publicado en mayo.
- Tratamiento psicológico -
En un contexto de inflación galopante (aumento del 178% en tres años), las ventas de cosméticos se estancaron desde el comienzo de la guerra. Pero "este año subieron, ya que la gente se ha acostumbrado a la subida de los precios", declara Mohamed Meibar, director de ventas de varias marcas de cosméticos.
Iman Osman, una esteticista con diez años de experiencia, confirma que los negocios van bien. "La crisis no ha tenido efecto sobre nuestro trabajo porque las mujeres están dispuestas a todo con tal de preservar la belleza", cuenta.
Johnny Bachur, director de ventas de una compañía especializada en implantes de silicona y en inyecciones de Botox, también es optimista. "Las clientas quieren parecer más jóvenes, sentirse bien, para ganar confianza", asegura.
Racha Ghoneim, una vendedora, afirma que las ventas de Botox de su compañía aumentaron un 30% con relación al año pasado.
"A las que les gusta el maquillaje, seguirán usándolo", afirma Leila, que tiene una tienda de productos de belleza en Mazraa, un barrio del centro de Damasco.
Ihab al Nawaquil es director de marketing de una compañía que vende complementos alimentarios estadounidenses para la piel y el cabello. Su empresa "decidió permanecer en el mercado sirio", presintió que "la crisis no sería un obstáculo", porque "los sirios son un pueblo lleno de vida", explica.
Sentada en un salón de belleza, Siham considera los cuidados estéticos como una forma de tratamiento psicólogico en medio de las atrocidades de la guerra. "Las destrucciones no deben afectar a nuestras almas", asegura esta ama de casa que vive a las afueras de la capital.