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Anna Olga Szust, es el nombre asignado a un experimento destinado a engañar a los más listos de la élite de los listos: los sabios, los científicos, los investigadores, los profesores, los profesionales del saber y de la ciencia
En el fondo, si nos paramos a pensarlo con calma, después del inicial desconcierto y el justificado cabreo, nos damos cuenta de que realmente no es algo grave, aunque sí preocupante por ambas partes del “juego” o del experimento.
Para los que no conozcan el asunto, se lo resumimos brevemente: En el mundo científico una de las mejores formas de adquirir prestigio, es gracias a las publicaciones, cuantas más publicaciones y en mayor número de medios mejor. Pero la calidad de estas publicaciones es cada día menor y en todos los medios cobran a los científicos por publicar sus trabajos, en contra de la creencia generalizada de que los científicos cobran por publicar sus trabajos.
Así las cosas muchas de las revistas científicas conocidas publican verdaderas tonterías y banalidades que pasan por investigaciones serias y concienzudas, lo que ha llevado a un grupo de científicos polacos a crearse un personaje ficticio con el que han dejado en evidencia a más de un científico y a más de una publicación.
El científico y periodista Javier Sampedro, publicaba hace unos días un interesante artículo en el diario El País (ver enlace) el cual ofrece poco desperdicio sobre el tema, más viniendo el artículo de quien viene, ya que es uno de los pocos científicos españoles que ha logrado colar un artículo suyo en la prestigiosa revista científica Nature.
Para abrir boca cuenta el sonado caso Sokal, que escandalizó por su frivolidad a más de uno y que llegó a ser considerado una obra surrealista digna de Miró, ya que Alan Sokal, profesor de Física de la Universidad de Nueva York se despachó con un artículo titulado “Transgrediendo las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica” una especie de desbarre intelectual, acompañado de diarrea mental y de una logorrea terminológica incontenible, el cual fue publicado íntegramente por la revista Social Text.
Cuando se hace referencia a este escándalo editorial es imprescindible hablar del impacto generado entonces y reflejado en la descripción de la editorial Social Text de Wikipedia (ver enlace) en inglés ya que no existe versión en castellano.
Empezamos a preocuparnos por los recientes estudios que dicen que..
Ahora bien, el asunto de la señora Szust, es algo bien distinto, ya que se trata de una acción dirigida por un grupo de investigadores polacos que pretendían destapar el sórdido mundillo de las editoriales científicas enviando 360 correos electrónicos ofreciendo gratis sus servicios e incluso la publicación de algún que otro artículo.
Un tercio de estos emails fueron enviados a revistas científicas del listado de Journal Citation Report, las más serias, otro tercio al listado de Directory Open Access Journals, las de mediana confiabilidad y los 120 restantes se enviaron a “predatory journals”, las que publican cualquier cosa con tal de que pagues, de todas ellas 48 picaron el anzuelo, si bien la mayoría (40) eran de la más baja categoría, pero las otras 8 que picaron, eran del Directory Open Access Journals, al cual pertenece una empresa española que también ha picado.
No vamos a hacer leña del asunto, pero si a llamar la atención del lector, para que esté atento a las publicaciones científicas y a las investigaciones que cada día son más frecuentes y que corresponden a gentes que pretenden obtener méritos de cara a una posible colocación o ascenso profesional.
El caso que nos ocupa hacía referencia al mundo científico y el deporte, algo que deja mucho que decir sobre el asunto, pero si esto se da entre investigadores, entre científicos que pagan por escribir…debemos preocuparnos seriamente de lo que leemos.
Porque entonces, ¿qué clase de basura estará escribiendo todo aquel que no solo no paga, sino que cobra por escribir en un medio?
Un asunto ciertamente preocupante.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro