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Aquí no caben mas engaños, pues lo cierto es, que la quiebra de nuestro modelo de convivencia no obedece a una situación accidental, debiendo afirmarse que los acontecimientos del último bienio, atienden a una estrategia exhaustivamente planificada
El esfuerzo de los integrantes de la cúpula del PP por esfumar evidencias de su degradación, es múltiple y variado, y así por análoga tendencia, tanto se les puede relacionar con una interesada manipulación de equipos informáticos para entorpecer la acción de la justicia, como maquillando el trasfondo de su verdadera condición política para proseguir su fraude sistemático y vender como buena a la ciudadanía el producto de una falsa realidad .
Toda una plasmación de lo expresado por Aldo Pellegrini, cuando afirmaba, que los escasos de razón viven en un mundo falso y artificial, basado en el poder que pueden ejercer sobre los demás.
Encaje de identidad adaptable en este caso a quienes carentes de ética y de hábitos democráticos llegan a ostentar la dirección de gobierno, y por condición refleja transgreden el régimen de derechos y libertades, dando paso a un estado de absolutismo dominado por los desmanes, los abusos de autoridad y la corrupción, es decir, el statu quo que identifica el exacto proceder del actual Ejecutivo conservador.
Con tales extravíos es fácilmente deducible que las malas prácticas se impongan al cumplimiento de la norma y hagan subvertir el funcionamiento del sistema democrático.
De ahí, que aunque legalmente el Partido Popular disponga del respaldo de los comicios, no ostente legitimidad alguna como poseedor de la mayoría parlamentaria y la titularidad del Ejecutivo, por cuanto, para su consecución, la soberanía popular como plasmación de la voluntad de los electores fue ninguneada a través de una tendenciosa campaña electoral, caracterizada, por arbitrarias promesas con profusión de falsedades y mentiras, maniobra, cuya deriva trajo consigo el total incumplimiento de los compromisos contraídos con los electores .
El futuro del país no puede recaer tampoco en una organización política que apesta a corrupción por las cuatro esquinas
Dinámica desprovista de toda ética, propia de los adictos a la mentira y habitual en quien ni siente estima, ni el mínimo respeto por la democracia, de aquellos que no reparan en traicionar la confianza de los electores, al solo objeto, de satisfacer como única meta su desmedida ambición por instalarse en el poder.
Por eso que después de lo ocurrido en los últimos comicios, visto el vuelco dado por el PP a su programa electoral no debe caber la mínima tolerancia, siendo obligado proceder en consecuencia para denunciar sin mas paliativos que la acción de gobierno que viene desplegando el actual Ejecutivo, por incumplimiento continuado de contenidos ha de otorgársele el calificativo de fraude democrático.
Epíteto empeorado por ulteriores manifestaciones del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien después de reconocer el incumplimiento de sus promesas electorales, en un intento de justificar lo injustificable, afirmaba "haber cumplido con su deber", toda una metedura de pata que lejos de ser un argumento de defensa, delata su total desprecio por la democracia, cuya esencia reside precisamente en todo lo contrario, es decir, en guardar disciplina a las leyes y reglas del juego desechando toda transgresión de norma o acción que implique la violación del sistema como ahora está ocurriendo.
Aquí no caben mas engaños, pues lo cierto es, que la quiebra de nuestro modelo de convivencia no obedece a una situación accidental, debiendo afirmarse que los acontecimientos del último bienio, atienden a una estrategia exhaustivamente planificada, muestra de ello es el hecho que desde la llegada al poder del PP, la crisis económica se vio agravada por una crisis social creciente y un gradual deterioro democrático, y todo, como consecuencia del "contrabando electoral" instaurado a su antojo por el grupo conservador, una práctica consistente en utilizar sutilmente la voluntad popular y tras su manipulación dar el cambiazo con intención opuesta, tal es poner el sufragio popular a libre disposición y defensa del evangelio que predican los mercados financieros, y también con la finalidad de convertir la democracia en un referente testimonial reducido a la mínima expresión.
El futuro del país no puede estar en manos de quienes utilizanron la fuerza de las urnas para hacer lo inverso de lo que ofrecieron; no puede recaer tampoco en una organización política que apesta a corrupción, siendo de urgencia capital afrontar una profunda regeneración de la clase política, poniendo al frente y en sustitución a personas moral y profesionalmente preparadas, capaces de afrontar los nuevos retos que exige la renovación de la vida pública y política, generando así, un nuevo estilo donde la conexión entre gobernantes y gobernados vuelva ser clave de referencia.
Urgencia incontestable, pues con la degradación política que adolece el PP, en esta coyuntura, se antoja inútil toda vía del resurgimiento.