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El derrocamiento de las familias, el fin de la libertad

28/11/2009 00:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

No se puede concebir la libertad sin la familia, tal y como se entiende desde hace ya más de dos milenios. Nuestro modelo familiar se ha articulado como el motor inagotable que ha movido los pistones de esta sociedad

Esta tarde he recuperado mi memoria. Lo he hecho en casa. Me he sentado en mi acolchado sofá, he cerrado los ojos, me he acariciado las cejas y he meditado, en silencio, convencido de que en mi país urge un cambio de rumbo. Europa atraviesa una gravísima crisis de valores mientras se ve asediada por las naciones dictatoriales e inhumanas. No, no podemos renunciar a nuestra historia, porque gracias a ella somos lo que somos y podemos comprender nuestra situación actual.

Tu Historia, la nuestra, la misma por la cual la sociedad occidental se concibe como el origen de lo más bello en lo humano y su desarrollo, no puede ser borrada de un plumazo. No es casual que gocemos de semejante privilegio. Derecho romano y cristianismo han ido de la mano durante siglos conjugando la legalidad y la moralidad dentro de nuestras fronteras. No se puede concebir la libertad sin la familia, tal y como se entiende desde hace ya más de dos milenios. Nuestro modelo familiar se ha articulado como el motor inagotable que ha movido los pistones de esta sociedad. Entre la variedad se forja la libertad sin matices. Un sinfín de familias que ejercen sus derechos y educan a sus hijos en función de unas creencias, valores e insatisfacciones pasadas. ¿Por qué no? Sólo así se aprende.

Retener esta evolución fundamental transfiriendo las competencias exclusivas de esta célula, que es la familia, al Estado, se podría interpretar como la imposición de un cáncer en el organismo de un mamífero. Vengan a ver. Sólo Dios nos pudo hacer a su imagen y semejanza y, sin embargo, somos tan diferentes entre nosotros... ¿Quién se puede creer con derecho a actuar como una divinidad? ¿Imaginan el desastre?

Cuestión de Fe, lo sé, pero también de libertad. Porque la razón de la libertad es la posibilidad de elegir. Nos hemos creído la falacia de que la democracia ha de basarse en los gritos y la tolerancia para con quienes los alientan. ¿Si sacásemos a todos los presos de un penal al patio y les dejáramos, allí encerrados, mientras actúan a su libre albedrío, podríamos decir que estaríamos fomentando la libertad? Al fin y al cabo podrían gritar, golpearse, zarandear las verjas. Apenas nada más. Porque toda sociedad auspiciada por un Estado omnipresente se acaba convirtiendo en un corralito preso de la incompetencia, de la corrupción, de la inmoralidad y, por supuesto, de la injusticia. La ley que se aprueba para censurar a las familias es siempre una ley con miras totalitarias.

España es el mayor ejemplo Europeo en lo que a injerencia del Estado en las competencias de la familia se refiere. Hemos consentido que la Carta Magna, la que otorgaba la Soberanía Nacional en el Pueblo Español, es decir, en sus ciudadanos, sea vilipendiada por unos políticos sin escrúpulos que han dinamitado el pilar de nuestros derechos de un plumazo. Nos hemos dejado entretener mientras se dirimía acerca de las competencias del Estado, las autonomías y los municipios. Y... ¿Qué hay de lo nuestro?

Zapatero se ha encargado de acelerar el proceso que nos aleja de la evolución democrática, cristiana, de valores y, con ello, ha limitado nuestras posibilidades de libertad. El socialismo, amparado en una demagogia alimentada durante más de cien años de historia, y no sin la inestimable colaboración posterior de una derecha confusa y acobardada, está ganando la batalla a su peor enemigo, las familias. La igualación manufacturera de todos los ciudadanos implica la destrucción de la variedad y, con ella, el fin de la creación y la genialidad, la vida, al fin y al cabo.

Zapatero se ha encargado de acelerar el proceso que nos aleja de una evolución democrática, cristiana, de valores, cuyo fin era la libertad

Todo esto se inició tras la aprobación de una ley que otorgaba derechos a las parejas homosexuales. En principio, esta idea, no sólo se antojaba apropiada, sino necesaria. Todo ser humano tiene derecho a la oportunidad de la felicidad siempre y cuando ésta tenga como fin el bien y se lleve a cabo con respeto a los demás. Pero Zapatero equivocó, premeditadamente, la otorgación de derechos con la equiparación. Ha obviado que no sacrifican ni aportan lo mismo las familias homosexuales que las heterosexuales. Es más, la familia basada en el matrimonio ha sido la que ha dado pie a la existencia de las otras formas de convivencia. El compromiso basado en el amor y el sacrificio que aporta la paternidad compartida entre el hombre y la mujer, la convivencia entre ambos, se antoja sustancial. ¡Qué diferencia habita en La Moncloa! De la familia Suárez a la familia gótica de ZP... A pesar de todo, nosotros respetamos su excéntrica educación. Respétenos usted a nosotros.

Pero la familia, ese enemigo atroz de todo aquel que quiera coartar la libertad, también ha sido agredida por otros frentes. Un arma esgrimida también por el actual gobierno ha sido la ley que ha promovido la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Desde aquí propongo que se sustituya por el libro “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley, mucho más educativo. La EPC pretende restar autoridad a los padres infundiendo el libertinaje y promoviendo la corrupción dentro del propio orden familiar. Sólo, y sólo los padres deberían ser quienes convirtieran a sus hijos en ciudadanos. Al menos habrían de gozar del beneficio de la duda. Ya saben, lo perfecto es enemigo de lo bueno. La lucha entre el mal y el bien forma parte del devenir humano. Hacernos a todos “buenos”, significará hacernos a todos “malos”, porque sin diferencias no hay comparativa posible y, sin elección, como ya dije al principio, no hay libertad. No puede ser más de sentido común. Y no, ZP nos quiere idiotizar con su buena voluntad más que fraudulenta.

La consecución de iniciativas por parte de los sociatas apenas sí nos deja respirar. En un puño tengo yo el corazón ante la provocación y el golpe más grave que jamás se ha ocasionado a la familia en España, la nueva ley del aborto. La imposición del asesinato del no nacido por ley, es decir, la conculcación de la propia ley natural, convirtiendo la muerte en un derecho, implica la extinción del único derecho original, el de la vida. Si es esta la raíz de la nueva sociedad que ansían fomentar, pueden imaginar las terroríficas consecuencias que nos esperan. Si no te apetece, mátalo. Si no te gusta, tíralo. “La sociedad de deshecho” ha cruzado las fronteras de la sinrazón, curiosamente, en un tiempo en que las nuevas tecnologías y la evolución de la ciencia nos brindaban la oportunidad del equilibrio soñado. Hemos tirado de la cadena. Han coartado nuestra responsabilidad como padres desde el momento en que nuestras hijas cumplan los dieciséis años, nos han desautorizado. Las han dejado indefensas.

Muchos pensaréis que aún tenemos tiempo para educar a nuestros hijos en nuestros valores y prepararles así para que no caigan en tan terribles equivocaciones. Mas, el gobierno y su parafernalia mediática ya se están ocupando de que esto no sea posible. Que nuestros hijos pasen a ingresar en guarderías con apenas cuatro meses de vida... Que nuestra relación paternal con ellos se limite simplemente a bañarlos, darles la cena y arroparles en una habitación contigua forma parte del plan de fragmentación... ¿Han oído hablar de una ley de conciliación entre la vida laboral y familiar? ¿Saben que en algunos países europeos, humanamente mucho más evolucionados que el nuestro, el Estado no impone, sino que facilita que los progenitores puedan educar y asistir a sus hijos durante los primeros siete años de vida? ¡Por Dios, con lo que les gusta esto de la igualdad a Bibiana y a Pajín cualquiera se atreve a plantearlo! ¡A partir de ahora todos a mear sentados! Siento la ordinariez.

Si quieren, déjense llevar, jueguen y voten socialismo. Yo me rebelo, me declaro inconformista y os invito a decir no ¡Por aquí no pasarán! ¡No controlarán nuestras vidas hasta tal punto! ¡No derrocarán nuestras familias! ¿Cuándo empezamos? ¿Por dónde? El primer enemigo es la televisión. Si la enciendes menos, tienes la primera batalla ganada. Y es que sólo existe un principio, la vida; y un valor, la familia.

Paco Bono

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Autor:
Paco Bono (52 noticias)
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Opinión
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