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El desempleo en España, por muy preocupantes que sean sus cifras, curiosamente no afecta a los políticos, lo que hace necesario un cambio que articule de distinto modo escuchar las voces (votos) desoídas
Cuando uno observa las cifras del desempleo español y se pone a pensar en las causas, inicialmente se sienta ante los medios de comunicación con la esperanza de encontrar explicación al desastre.
Una vez leídos, oídos y vistos los distintos medios de comunicación, se levanta del asiento exactamente igual que cuando se sentó. Cada cual arrima al ascua su sardina y las culpas se diluyen con tal celeridad que, al final, no hay culpables o éstos son los de las ideas contrarias.
Como sabemos, ¡doctores tiene la iglesia! Y aunque también los tengan las distintas facultades universitarias, podemos observar, no sin espanto, que siempre hay defensores y detractores de una teoría, lo que nos lleva al punto de partida, muy especialmente si carecemos de los conocimientos específicos para poder hacer una valoración adecuada al problema.
Llegados a este punto también podemos caer en la cuenta de una realidad asombrosa que nos suele pasar desapercibida. Se trata del desempleo entre los políticos, quiero decir, de la total ausencia de desempleo. Si, efectivamente existen políticos que perdieron su ocupación en las últimas elecciones, pero esa ocupación fue puntualmente cubierta por el político que, votado o no votado, su partido consiguió más votos.
Pensando en el desastroso cuadro político que nos rodea, podemos darnos cuenta, sin mucho esfuerzo, que nuestra democracia se encuentra obsoleta, a pesar de su juventud. España se ha convertido en un estado pseudo bipartidista, excepción hecha de los nacionalismos, en el que prácticamente solo caben dos votantes, los del PP y los del PSOE, el resto de votos caen en saco roto, insisto en la excepción nacionalista. Así las cosas, recordando la famosa política de la silla vacía llevada a cabo por De Gaulle en los 60, uno piensa si no sería la mejor solución para conseguir políticos verdaderamente esforzados por ganarse a pulso los votos.
Simplificando demasiado, sería algo así como dividir los votantes censados entre los escaños a ocupar, de manera que quines no votaran no estarían otorgando su opción, legítima por supuesto, a ningún partido. Por otro lado, el político se vería obligado a “trabajar” para mantener su puesto, tendría que convencer para que el votante le diera su voto, cosa que ahora no sucede exactamente igual.
La diferencia sería que aparecería el desempleo entre los políticos, veamos, si en las últimas elecciones votaron el 75, 32% del censo, en lugar de ocupar los 350 escaños del Parlamento, únicamente se habrían ocupado 264 escaños, lo cual tendría consecuencias graves, ya que la mayoría absoluta seguiría siendo de 176 votos. Haciendo una distribución proporcional, el resultado de las elecciones de 2008 habría sido el siguiente:
Se trata de un sistema proteccionista intolerable en el que se da por hecho la invalidez del “no voto”, “voto blanco” y “voto nulo”
PSOE
PP
CiU
ERC
PNV
IU
OTROS
TOTAL
IX Legislatura
169
153
10
3
6
2
7
350
Distribución propuesta
127
115
8
2
5
2
5
264
DIFERENCIA
-42
-38
-2
-1
-1
=
-2
-86
Este panorama, forzaría el consenso entre los dos grandes partidos para aquellos casos en los que se requiriera mayoría absoluta y prácticamente la unanimidad de la cámara, cuando se requirieran los 2/3. Sin duda se trataría de un incentivo para ganarse el puesto, mediante el proceso de convencer al electorado sobre las ventajas de votar, mientras que actualmente el interés se centra en los votos válidos.
Además, la tasa de desempleo cameral estaría en el 24, 68% lo que supondría un indicador sobre la confianza que los políticos causaban a sus votantes, mas o menos el doble de la actual tasa de desempleo.
Si esto lo aplicáramos a todos los puestos ocupados por políticos; estado, autonomías y municipios, el ahorro de salarios políticos en España sería una importantísima inyección a la economía. No se trata, pues, de una cuestión baladí, más bien es una cuestión de racionalidad en la que no deberíamos cruzarnos de brazos mientras un determinado sector de la población consigue blindar sus puestos de trabajo a costa de los impuestos de todos los españoles, muy especialmente sensibles deben ser aquellos que, sin otorgar su voto, sufren las consecuencias, es decir, hablo de 8.360.597 de españoles que se abstuvieron y que, de haber votado a un partido, podrían estar representados por más de 120 diputados según el sistema proporcional de voto.
En definitiva, se trata de un sistema proteccionista intolerable en el que se da por hecho la invalidez del “no voto”, “voto blanco” y “voto nulo” al distribuir estas opciones entre, por decirlo de alguna manera, votos emitidos válidamente, de manera que no afectan en absoluto al resultado final: 350 escaños cubiertos. Si los no votantes fueron más de ocho millones, además hubieron más de cuatrocientos mil votos depositados en las urnas en blanco o nulos, vaya por delante que el sistema está creado por y para los políticos que, incapaces de resolver el desempleo de sus votantes, han sido extremadamente cuidadosos con conservar sus empleos a pesar del rapapolvo dado en las elecciones.
La democracia debe ser más cuidadosa con la población que la conforma, debiendo computarse adecuadamente todas las opciones, pues podrían estar diciendo algo que los políticos se niegan a escuchar, lo que resulta completamente antidemocrático.