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Sobre la difícil relación entre madres e hijas y los distintos puntos de vista
Cualquier terapeuta o especialista en psicología nos dirá que la relación entre madres e hijas es una de las más complicadas dentro de la gran familia humana. Para las mujeres, este tipo de relación expresa una doble polaridad que se resuelve en una tensión constante y sonante: deben oír consejos maternos que a la vez rechazan por un impulso natural. Si de pequeñas nos costaba para no armar un berrinche supremo solo porque se trataba de ella, de adultas la relación no va a ser muy distinta: algo en las madres hace que las hijas se exasperen. Pueda que exista una explicación primordial, lo cierto es que nunca está de más hablar otro poco sobre la difícil relación entre madres e hijas.
Lo que dice la mitología
La mitología siempre es sabia. Solo hay que ir a ella como si no supiéramos realmente que estamos buscando. Solo así las cosas fluyen tremendamente y pueden auxiliarnos, apoyarnos, en momentos en los que parecería imposible que un cuento pudiera salvarnos y protegernos del peligro. Pero esa es su naturaleza.
Si deseamos ir a cuentos maternales en la mitología, especialmente en la griega, tendremos mucho material: pensemos, por ejemplo, en la protección de Gea a sus hijos titanes, o la defensa aún más puntiaguda de Rea ante sus hijos, especialmente Zeus, y más ante su esposo. Pero, en especial, pensemos en la relación entre Deméter y su hija Perséfone. No hay maternidad sin ese tipo de persecución.
Explicar, saber
Para saber que la relación con nuestra madre, siendo mujeres, va a ser siempre complicada basta con que tratemos de explicársela a un amigo o incluso a un extraño: las ofensas, queridas o no, suelen salir siempre a escena. Eso nos permite reconocer con mucha más precisión el impulso que tenemos al frente, tal como en un alquiler de oficinas en caracas sabemos a qué hora precisa entrar y a cuál hora salir.
Explicando sabemos, además, como lo decíamos con la mitología, cuán arraigados están en nosotros todos estos problemas, pero no lo hacemos secamente, no: es como si pusiéramos toda la película enfrente de nosotros sin saber qué pasará aunque la hayamos visto.
Madres e hijas, una historia sin fin
Si pensamos que una mala relación con nuestra madre no tiene salida posible, tratemos de pensar que venimos al mundo para buscar sus vías, para tratar no solo de enmendar lo que parece difícil de arreglar sino también para dar herramientas para hacerlo.
Es por esto que intentarlo no quiere decir resolverlo. Quiere decir que sabremos darle una oportunidad al consejo de un ser que para nosotros signfica ser en el mundo, estar en él, tener la vida. Y eso sí que puede ser comprensible.