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Artículo de Víctor Ramírez publicado en el periódico "LA TRIBUNA", pertenece al libro "EL PARAÍSO PODRIDO"
Me enteré de que la Asociación de Agricultores y Comerciantes de Gran Canaria anda advirtiendo sobre el peligro que se cierne en bastantes zonas agrarias de Gran Canaria, donde se están realizando compras masivas de fincas por parte de gente fuereña.
Los agricultores terminan aburridos de tanto sacrificio y desistiendo de trabajar "su" tierra: principalmente por el problema del agua y por las inclementes contribuciones y demás gastos burocráticos. De esa tragedia tan "folclóricamente" nuestra se aprovechan especuladores financieros sin escrúpulos y compinchados con blanqueadores de dinero.
Y continuando con la llantina -sólo saben llorar mimosamente los "rebeldes" canarios- el presidente de la Asociación señala que se está cambiando todo "en el campo para peor" (Y puso como ejemplo el entubamiento del Barranco de la Mina sin miramientos con el entorno biológico del mismo).
¿Cuándo empezarán nuestros compatriotas a admitir que todo colonialismo es degenerativo, que con él nunca mejora el colonizado, que éste más empeora cuando la Patria colonizada más enriquece a la insaciable metrópoli?
Aprovecho para recordarte que lo tradicional canario es lo actual canario: sometimiento acobardado al poderío metropolitano español e incapacidad castrante para solucionar los problemas que, como colectivo diferenciado y habitante de islas atlánticas saharianas tan alejadas del continente europeo, nos acucien.
También se quejaba él (individualistamente, corporativistamente, sin parecer darse cuenta de que "el problema" es estructural –colonialismo- y no coyuntural -avatares comerciales) de que los productos extranjeros compiten abusivamente con los canarios: cuando, precisamente, la esencia del sistema colonial es desproteger -desarmándole, empobreciéndolo- al colonizado.
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El francés Jean Paul Sartre, enfrentado al imperialismo de su Patria, escribió que la argumentación de los "sanos" compatriotas suyos cuando la Guerra de Argelia se resumía así:
(1º) El problema argelino -diremos "canario"- es primeramente económico; demos de comer al colonizado;
(2º) a continuación hay que atender socialmente al argelino -diremos "canario"-: proporcionémosle escuela y médico;
(y 3º) por último es psicológico, con su complejo de inferioridad: permitámosle participar de algún modo -siempre bajo nuestro mando, claro- en el gobierno de su país.
Mas estas "filantrópicas" soluciones no resuelven el problema, sino lo enturbian y enconan. Por eso los dirigentes del Frente de Liberación Nacional argelino contestaron como responden los colonizados que se resisten a perder la dignidad: "aun siendo dichosos bajo las bayonetas francesas -diremos españolas- nos batiríamos".
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El asunto colonial no se arregla endurmiéndosenos el alma con embaucadoras felicidades, sino alertando de honestidad nuestros espíritus. Y esa alerta nos obliga a anhelar la independencia.
El dilema es político: colonialismo o soberanía. Por eso la elección inexorablemente sólo será correcta si, asimismo, es política: para que luego pueda solucionarse lo económico, lo social y -por ende- lo psicológico.
5-abril-1999