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- "Don Rosario: Yo que hago siempre las cosas no por el huevo sino por el fuero .... ¿Cómo ha puesto usted el huevo?
- Gil: ¿Yo? ...
- Don Rosario: Digo que si lo ha subrayado.
- Gil: He comillado toda la frase, sin dejar fuera al fuero."
Pedro Muñoz Seca. El Espanto de Toledo. Acto segundo, escena primera.
Existen instituciones que, si no fuera por la situación tan dramática de nuestro país, darían risa: no responden a nada sino es para dar prebendas a políticos que de otra forma engrosarían la lista del paro. Me refiero a "eso" que existe en, prácticamente, todas las Comunidades Autónomas. Las que carecen de "eso", tienen "asesores", que es otra forma de "meter" a dichos políticos que deberían estar en la lista de parados.
En un momento en que todos aceptamos el derecho napoleónico, en el cual se asientan los Derechos Fundamentales, no se entiende qué pintan instituciones nacidas en la Edad Media y sin acomodarse a la nueva realidad moral y jurídica de la modernidad. Estas son las Diputaciones Provinciales y Forales.
Es curioso porque ya no deberían existir ni señores feudales, ni condados ni ducados; y lo suyo es que hubieran desaparecido con el acomodo a los nuevos tiempos. Pero, no sólo no han desaparecido sino que han sido emulados por las regiones que ya no las tenían; sólo que en vez de llamarse "forales" le han puesto el nombre de "provinciales".
Como la "representación" que tenemos es "ideológica" y no "institucional ni racional", "eso" que existe y que llamamos "instituciones" (pues no nacen de ninguna elección democrática), son para "meter" a los amigos, que son los del partido. Así, un alcalde, o concejal o parlamentario que ha hecho muchos favores al partido correspondiente, cuando deja el cargo no se va a su oficio, pues no tiene ninguno ni sabe hace nada, sino que se va a esa "institución fantasma" para que viva a "cuerpo de rey".
Para justificar a posteriori todo este desaguisado, se elaboran dos perspectivas:
Una práctica: a dichas Diputaciones se les encarga la "administración" del agua, basuras, etc... que bien (y legítimamente) podrían hacer los Ayuntamientos elegidos democráticamente.
Otra teórica: se las pretende fundamentar en la "historia", y se dice que dichas instituciones tienen una gran raigambre en el pasado, en el "pueblo" y en no sé qué más.
Y para complicar más la cosa, a esas personas se las llama "diputados", sin ser elegidos directa y democráticamente por los ciudadanos; y así, el lenguaje los "identifica" con los "diputados" de los parlamentos que sí son elegidos democráticamente.
Aunque jurídicamente no son lo mismo, en el lenguaje popular se les iguala, y como ambos ("diputados" y "diputados") "emanan" de la "representación ideológica", es decir, de los partidos ideologizados, al final es "como si" fueran lo mismo. Con lo cual la confusión es total.
Y para rizar más el rizo, hay que tener en cuenta de que algunas Comunidades Autónomas han caído en la misma "trampa"; me refiero, en concreto, a Castilla: si hay una región, en España con raigambre suficiente para tener historia es Castilla; pero en los dos últimos siglos sus gentes se han "achicado" y han renunciado a su nacionalidad en aras de una universalidad; pero con la "moda" de los nacionalismos, y como habían renunciado a sus fueros, han "imitado" (y mal) a otras regiones: y en vez de poner "diputaciones forales", ha puesto "diputaciones provinciales". Como carecen todo tipo de contenido histórico, funcional, etc.. hemos de ver, sólo, la "intención" que pulula en otras regiones que es meter a sus apesebreados ex-alcaldes, ex-concejales y ex-parlamentarios a los que tantos favores deben sus partidos.
La supresión de "eso" no solucionaría la crisis, ni económica ni democrática, que tenemos pues la solución pasa porque "la sociedad se represente a sí misma"; pero creo que, mientras fundamentamos la democracia parlamentaria (frente a la democracia partidista que tenemos), bien podríamos suprimir "eso" y el dinero que se llevan podríamos irlo poniendo en el "haber" de los ciudadanos.
Ni racional ni históricamente tienen sentido dichas diputaciones; por qué no somos valientes y de un plumazo las suprimimos: ganaríamos todos económicamente y comenzaríamos a disfrutar de cierta salud democrática.
Antonio Fidalgo
Secretario de cultura del CDS
Criterio Liberal. Diario de opinión Libre.