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El Dolor de Johana en el apartamento 702

17/03/2021 11:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Johana es mujer, como tantas otras, y su dolor es el dolor de muchas. El dolor de una espera inexplicable a veces, pero inescrutable siempre. Tan inescrutable como lo femenino, como ese deseo de ser para alguien y esa imposibilidad mísera de alejarse de alguien

Johana es bonita, su cabello largo, liso y tinturado a la moda; sus uñas siempre arregladas, igual sus cejas y sus pestañas; viste bien, pues su trabajo lo exige, es cajera en un banco.  Su semana transcurre tras un computador, una caja con billetes y una actitud amable cada vez que un cliente se acerca para realizar alguna transacción. En las noches regresa al apartamento que comparte con su madre y su hija.

 … Pero… cualquier viernes aparece él, se anuncia en la recepción del edificio, el portero llama y Johana acepta la visita del papá de su pequeña; él sube el ascensor, llega al piso 7, apartamento 702, la puerta se abre y el joven médico entra a jugar con su hija. Ya es de noche, una hora de juego es suficiente, se sienta en el sofá, frente al televisor, Johana le ofrece algo de comer, a lo que él dice sí; minutos después Johana, siempre linda, aún con ropa de casa, ya no de banco, trae en su mano un plato y un vaso ¡no es diligencia, es eso tan femenino, tan inexplicable a veces y tan inescrutable siempre!

Luego de comer, el joven médico se queda en la casa y de pronto ¡oh sorpresa! llega a la habitación de Johana y se queda allí (justo dentro del apartamento 702) hasta la mañana siguiente.  Y en la mañana del otro día, sale para su casa, donde lo espera una mujer segura de recibir a un médico que viene de hacer un turno... Johana, en cambio, como tantos viernes y tantas mañanas de sábados, revive una y otra vez su tragedia: cada insulto retumba en su mente, cada golpe aún duele y cada pasta que a diario toma para aliviar su tristeza, le pesa.  Delante de sus ojos pasa una y otra vez él, desafiándola, apretando el puño y sonriendo luego con un perdón inaudible.

¡es eso tan femenino, tan inexplicable a veces y tan inescrutable siempre!

¿Cuántas veces ella disculpó el dolor, esperando paciente y contrita una caricia que no amoratara? ¿Cuántas veces ella se “portó bien” y no bastó? ¿Cuántas veces ella esperó que una barriga creciente sanara la herida y no sucedió? ¡Fue un embarazo tortuoso también!

 Y pese a los recuerdos, Johana sigue ahí, en el apartamento 702, ¡¡¡esperando algún viernes!!! Toma medicamento psiquiátrico porque su tragedia le causa pánico y la deprime. Su mundo hace más de 5 años es oscuro y su espera se ha eternizado; siente miedo intenso y es incapaz de mirar al lado. Ese viernes que él se queda, ella en silencio lo complace y una parte profunda de sí desea que él la vea tan bella y tan buena, que decida quedarse muchas mañanas siguientes; y ese viernes, ella tira al bote sus miserias y decide perdonarlo, sólo que cuando amanece y ella se percata de la distancia y también del uso, el alma gira hacia ese dolor tan conocido… Pero una nueva semana inicia, en el banco, en la casa, en la guardería de la pequeña hija…

"Johana es mujer, como tantas otras, y su dolor es el dolor de muchas. El dolor de una espera inexplicable a veces, pero inescrutable siempre. Tan inescrutable como lo femenino, como ese deseo de ser para alguien y esa imposibilidad mísera de alejarse de alguien".

Justo en el apartamento 702

 


Sobre esta noticia

Autor:
Lorenc (13 noticias)
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