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El austero monclovita

19/05/2017 20:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Aun llevando grabado su nombre en el frontispicio de la corrupción, Rajoy, ni por asomos renuncia a la jefatura del Ejecutivo, una actitud de negación de responsabilidad política, que justifica el apoyo a la interposición de la Moción de Censura

Desde que en el 2011 Rajoy se hiciera inquilino de la Moncloa, empezó un nuevo ciclo de retahíla neoliberal, de asidua monserga en el cuestionamiento del sector público y del patrocinio de las privatizaciones como dinámica política, a la par, de la puesta en práctica de medidas de austeridad extrema  con adicional exigencia de recortes en sanidad, dependencia, educación y demás “dispendios ";   un conjunto de drásticas medidas, que en modo alguno frenaron el saqueo de las arcas públicas por  los miembros de su partido, forjadores de los cada vez mas numerosos casos de corrupción que empantanan el funcionamiento de la maquinaria judicial, y sobre los que el Presidente lejos de exigir consecuentemente  dimisiones y ceses fulminantes, poniendo el listón donde mas le conviene, invoca` la presunción de inocencia como tácita protección.

¿Paradójico, verdad?

De ahí, que si por una parte en el marco económico el resultado de las políticas   expedidas ahondan más en el empobrecimiento de nuestro país, ni que decir tiene que de la discutible actitud del Gobierno y del comportamiento de ciertas instituciones públicas, en especial de la Fiscalía, el amparo del Estado hacia la corrupción sea un todo susceptible de ser inferido; proyectando ambos aspectos una situación de degradación política e institucional sin precedentes, donde el Ejecutivo  miente descaradamente a la ciudadanía cuando manipulando nuestra realidad económica nos pintan señales de reactivación donde no hay indicios reales de recuperación, falsificando igualmente la realidad, ante la situación de una corrupción convertida en pandemia, pretendiendo empequeñecer su dimensión utilizando el eufemismo de los casos puntuales y los  cabos sueltos.

¿Sarcástico, no es cierto?

Sobre el poder político que representa el PP y que teóricamente dice defender los intereses de la ciudadanía, cabe decir, que más allá de destellos publicitarios está el espejo que refleja otra realidad distinta, la de un partido de doble lenguaje que lejos de hacer gala de integridad defendiendo sus compromisos con el electorado, en vergonzante genuflexión, prioriza como objetivo la salvaguardia de los privilegios de esa “superclase” que conforman, los patriotas de pacotilla, esa élite que no queriendo asumir las consecuencias de sus actos, fuerzan la implantación de la “política de austeridad”, cuya verdadera función no es otra que la de ajustar cuentas a la ciudadanía; como así evidencia el nuevo record de un endeudamiento público desbocado contra una deuda privada en camino contrario, a pesar de ser esta en su día el factor causante y detonante de la crisis.

La necesidad de sacar al PP del gobierno, además de una obligación ética, es una demanda social que en tanto no se produzca la continuidad de la corrupción sistémica está servida

¿Insólito, no es así?

Pedir en nombre de la austeridad esfuerzos a la población, de renuncia a sus derechos y avances sociales, al tiempo de favorecer con su aplicación a los causantes de la hecatombe, es un acto de delincuencia política, además de un mal ejemplo de conducta, que propicia la pérdida de valores y el desarraigo ético y moral de sus autores, conduciéndoles  a desviaciones de conducta, y con ello, a ser parte implícita de esa corrupción expansiva que caracteriza el modus operandi del Partido Popular, que por iterada connotación y constante peregrinar ante los tribunales de justicia, sumado a la condición de ser el primer partido imputado en la democracia, motiva sobradamente la exclusión participativa de sus dirigentes con su Presidente al frente, en toda acción regeneradora dela vida pública del país, por haber convertido la misma en el mas indecente burdel.  

¿Apropiado, no crees?

La necesidad de sacar al PP del gobierno, además de una obligación ética, es una demanda social con refrendo amplio y creciente, que en tanto no se produzca prorrogará la estadía del Presidente Rajoy en la Moncloa, y con ello, la continuidad histórica de una corrupción sistémica, que pese a las evidencias, la formación conservadora no solo niega su existencia sino que desde la condición de poder que le confiere el hecho de ostentar el control del Ejecutivo, intenta sin reparar en códigos de conducta, en utilizar todos lo medios a su alcance con la finalidad puesta en lograr su mas apremiante objetivo, que no es otro, que conseguir la desactivación de las instituciones claves en el destape de la corrupción erigiendo al efecto un muro pantalla a través de una trama político-judicial-mediática como formato impeditivo del rastreo  de sus propios escándalos

 ¿Pérfido, o no?

 El monclovita Rajoy que tira de sobredosis de anestesia para difuminar  la corrupción y que recurre a la austeridad ante una crisis económica que afecta directamente al modelo productivo, no es para nada el mandatario que el país requiere, máxime tras la ola de escándalos que afecta   a un amplio número de miembros de su partido como a él mismo, y cuyas lesivas consecuencias sobrepasando nuestras fronteras golpean ya nuestra imagen en el exterior, y que en su conjunto, son argumentos sobrados para exigir su dimisión

¡Motivos, haberlos hailos ¡


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Galdo Fonte (465 noticias)
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