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Podemos busca configurar "bloques del cambio" como eje estratégico para los próximos encuentros electorales
Los periodos entre campañas electorales son buenos para parar, respirar profundo y reflexionar despacito como afrontar los plazos medios y largos políticamente, sobretodo tras la espiral de improvisación de todos los procesos que hemos vivido como sociedad desde el principio del último ciclo de campañas electorales. Desaprender, respirar, reflexionar y profundizar. Hay muchas diferencias entre el anterior ciclo y el nuevo que no hay que pasar por alto. No solo la crisis catalana, suerte de epicentro interesado de la política nacional, principalmente la percepción de los actores políticos que van a participar en los próximos ciclos electorales por parte de la sociedad y cuales son sus prioridades inmediatas, tanto las de la sociedad como las de los distintos actores políticos marca un nuevo tiempo electoral. En el anterior ciclo hablábamos de "bipartidismo" y en este podemos hablar de una suerte de "pluri-partidismo". De hecho desde las fuentes defensoras del bipartidismo se tiende a abrazar un idioma diferente que abraza este "cuatripartidismo" y predica ideas de pluralidad política.
En este nuevo ciclo electoral hay cuatro segmentos definidos de voto que responden a los cuatro segmentos que se fueron definiendo lentamente durante los estertores finales del bipartidismo: dos partidos estatales de izquierdas y otros dos de derechas, cada uno de estos situados en un espacio distinto dentro del nuevo eje: regeneracionistas-tradicionales. Esto limita los espacios de respuesta de varios de estos actores, principalmente los que se definen de izquierdas se han solido articular en diferentes bloques y valerse de ello para presionar y desgastar al poder. Sin embargo ese espacio también se ha visto absorbido por aquello entendido como "confluencias" que dependen de un "núcleo irradiador" cuya característica "estatal" hace disponer de una hegemonía traducida en autoridad sobre estas confluencias.
Se han dado tres elecciones con tres tipos diferentes de resultados, a la hora de analizar estos resultados cada uno ha querido barrer las interpretaciones para su terreno, según el carnet de militante de quien interprete el dato. Pero lo cierto es que en las elecciones Europeas, la suma de todo lo que no era PP ni PSOE era igual a las de PP o PSOE, en las elecciones autonómicas y municipales se ganaron carteras y ayuntamientos al PP y al PSOE por parte de la izquierda transformadora y en las elecciones estatales el bipartidismo consiguió ampliarse y volver a desbordar la barrera del 50%.
Todo esto es realmente multifactorial. En las elecciones Europeas Izquierda Unida consiguió 6 diputados, Podemos (recién nacido) 5, Esquerra 1, Nova Esquerra 1, Bildu y BNG 1 y Compromís y Equo 1. Un total de 15. Entre UpyD y Ciudadanos sumaban tan solo 6 diputados frente a los 14 del PSOE y los 16 del PP. Este fue el momento que precipitó la emergencia de Podemos, que no tenía una estructura eficaz para enfrentarse a unas elecciones municipales. En la mayor parte de lugares donde existía una izquierda fuerte de raíz no-estatal hubieron fuerzas de diferente identidad que lograron desbordar democráticamente las instituciones. En Galicia distintas "fuerzas del cambio" se agruparon como "En Marea" y ganaron importantes ayuntamientos, en Cataluña las distintas izquierdas ganaron la mayor parte de las plazas, en territorio valenciano, Compromís, que competía electoralmente con las marcas municipales cercanas a IU y/o Podemos consiguió la mitad de las consellerias y la mayor parte de ayuntamientos de izquierdas, en Euskadi y Navarra sucedió lo propio entre las marcas afines a Podemos y/o IU desbordadas por EH Bildu y el PNV. Ninguna de estas marcas tenía el nombre de Podemos. "Cambiemos Murcia", "Ahora Madrid", "Guanyar Alacant", "Barcelona en Comú" como espacios de confluencia funcionaron en algunos lugares, si bien Podemos hizo cierta campaña, en algunos lugares como Alacant hoy reniega de ellas.
Sin embargo para las citas estatales si que se empleó la "fórmula Podemos". Podemos debía gestionar la hegemonía y eso pasaba por el protagonismo de "Podemos", su logo y su personalidad gráfica en toda la campaña. Los resultados de esta campaña sin ser horribles (no es tan sencillo llegar a ser la tercera fuerza en el congreso de los diputados) no llegaron a satisfacer las exigencias del momento político. Llegados a este momento Podemos ya es identificado como un partido político concreto, con unos liderazgos concretos y masculinos, con sus inercias orgánicas "hacia" y "desde" Madrid "hacia" y "desde" la periferia, sus corrientes internas "posmodernas", "estalinistas" y "trotskistas" y su techo político. Votar a Podemos cada día viene implicando mas lo mismo que votar a IU en las elecciones Europeas de 2014, si acaso la diferencia es que ya no se aspira a un tercio de representantes entre todas las izquierdas como entonces, la disminución del abanico de ofertas (candidaturas distintas) de partidos de izquierdas en todo el estado ha producido una caída de la participación por el lado izquierdo en la que la izquierda transformadora ahora aspira a la cuarta parte de representantes.
La ofensiva de Podemos busca construir un "bloque del cambio" para encarar las próximas elecciones para "consolidar su presencia" en Europa, municipios, autonomías y estado
En este contexto, la ofensiva de Podemos busca construir un "bloque del cambio" para encarar las próximas elecciones para "consolidar su presencia" en Europa, municipios, autonomías y estado. Un bloque del cambio que buscando fortalecer las plazas conseguidas podría arruinarlas al vincular excesivamente la imagen la imagen de Podemos (que aspira al 25% en el eje de discusión en el que existe), a proyectos como Ahora Madrid, Bildu, En Marea o Compromís (que puedan revalidar su aspiración al 33, 3%). No en vano el propio Pablo Iglesias afirmó en su presentación de este proyecto que "Podemos es principal significante político del cambio y el nombre de Podemos debe estar visible en todos los procesos electorales en los que nos presentemos".
Esto sería transformar el paradigma político de los ayuntamientos y autonomías que ya se han alcanzado de 1/3 (PP/C's, PSOE/C's e izquierda transformadora) a las de 1/4 (PP, PSOE, C's y la izquierda transformadora) y sería una regresión histórica que solo respondería a una explicación razonable; la necesidad de enmarcar las prioridades electorales dentro de una jerarquía institucional común. Si para actores como BNG, En Marea, Bildu, Compromís o Ahora Madrid las elecciones municipales son prioritarias para configurar el poder popular, para Podemos lo son las estatales por la aspiración casi inmediata de un Pablo Iglesias sin mucho fuelle a la butaca de la Moncloa. Objetivo que se ve tan lejano que posiblemente sea necesario emplear todos los recursos posibles y dirigir todos los proyectos a este en muy poco tiempo. La marca Podemos y su visibilidad en todo espacio posible es el único resorte que le queda a Pablo Iglesias para poder seguir proclamándose líder de la izquierda, pero para poder ser reconocido como líder del cambio político en España necesita que todo el movimiento de contestación al PP, PSOE y C's se inclinen y reconozcan su liderazgo. Si esto implica sacrificar alcaldías y gobiernos autonómicos sea pues.
Las posiciones conquistadas en ayuntamientos y autonomías ya sea por Podemos o por otros partidos contestatarios con el PP, PSOE y C's (en algún caso con PP, PSOE, C's y Podemos) son las únicas que han sabido mantener la tensión con el régimen del 78 hasta extremos rupturistas. Las autonomías infrafinanciadas como la valenciana y la balear por primera vez se levantan contra la infrafinanciación autonómica, Cataluña ha abierto una crisis institucional inaudita en la historia del régimen que ha demostrado su verdadera naturaleza, Euskadi y Galicia encarrilan sus procesos de auto-determinación con base social a su ritmo. Ayuntamientos como Madrid, Barcelona, València, o Zaragoza encabezan a nivel Europeo la lucha de las instituciones por acoger a los refugiados y dentro de España son plataformas institucionales de apoyo a las luchas de mujeres, pensionistas o colectivo lgtbi. Echar al PP de la Moncloa es una prioridad evidente para las izquierdas de todo el estado, sin embargo desde la aspiración a controlar la Moncloa con aproximadamente un cuarto del Congreso como techo electoral es obligatorio ceder espacio ideológicos ante aliados (PSOE, PNV, PdCat, NC...) para llevar adelante propuestas encorsetadas en los márgenes de una judicatura controlada por la derecha y una Unión Europea controlada por los mercados financieros.
Quienes tienen como prioridad el gobierno de España delante de los ayuntamientos y autonomías piensan que las posiciones alcanzadas están limitadas por el estado, negando la limitación del propio poder político del estado ante instancias internas y externas. Quienes prefieren fortalecer el poder municipal piensan que el municipio es la instancia política donde crear poder popular por su cercanía estrecha con las personas afectadas por estas.
Aquellos que tengan como prioridad electoral que Pablo Iglesias Turrión llegue a la Moncloa deberán luchar por el bloque del cambio, es posiblemente el único modo de acercarse aunque es tan solo una posibilidad. Aquellos que tengamos como prioridad mantener las posiciones conquistadas en ayuntamientos y autonomías tenemos la obligación de negarnos a participar y luchar por cada pueblo, país o identidad colectiva en disputa durante las elecciones del 2019 con inapelable autonomía. Lo que significa rechazar frontalmente el sacrificio de estos puestos a una causa mayor. Aquellos que elijamos los ayuntamientos y autonomías por encima de la simple gestión organizada de la institución del gobierno de España por parte de un simpático grupo de profesores madrileños estamos obligados a defenderlos ante propios y extraños.