Nuestros políticos están en el Olimpo del Congreso, por consiguiente, los ciudadanos estamos a su disposición como los hombres a los dioses. Lejos quedan de nosotros esas sociedades del norte de Europa donde sus diputados cobran un sueldo mínimo, van al congreso en autobús y están al servicio del ciudadano. 

Blindar los derechos y obligaciones de nuestros diputados no ha hecho otra cosa que abrir una brecha inmensa entre ellos y nosotros. Nadie entiende por qué despues de unas cuantas legislaturas consiguen una paga para toda la vida, cuando un trabajador normal necesita casi toda su vida cotizando a la Seguridad Social.

Sencillamente se sienten superiores, están endiosados porque no se les puede tocar. La justicia es simplemente un brazo alargado de su sombra y el aforamiento las alas para hacer lo que realmente les viene en gana. Es cierto que el pueblo los elige, pero ellos se asciende a la categoría de dioses sin su consentimiento. Gobernar para el pueblo y con el pueblo se les hace muy grande a la mayoría de ellos.

La corrupción parece nuestra seña de identidad

El político debería estar al servicio del pueblo y no a la inversa, pero en esta España de pandereta ellos miran a los demás por encima del hombro, se aprovecha de su estatus para hacer negocios, llevarse comisiones millonarias, enchufar a sus amigotes y un largo etcétera que sería eterno. ¿Qué deberíamos hacer los ciudadanos para impedir algo así? La respuesta es complicada porque todo debe estar aprobado por ellos y cualquier intento de modificación, después de conseguir al menos 500000 firmas se podría presenter una proposición de ley para quitar pagas vitalicias, aforamientos para ser juzgados como a cualquier ciudadano..etc. La cuestión es si se aprobaría. La verdad es que posiblemente no, todos los partidos políticos se han puesto de acuerdo en una sola cosa, cubrirse las espaldas unos a otros. Tal vez por eso les cuesta tanto levantarse de sus sillones endiosados.

La corrupción parace ser nuestra seña de identidad. La sensación que tenemos los ciudadanos es que nuestros políticos en mayor o menor grado es que son corruptos y posiblemente no queramos darnos cuenta de que realmente son un reflejo de nuestra sociedad. Parece demagogía y puede que lo sea, pero seguramente no es hipocresía decir que ellos actuan como nosotros o viceversa. ¿Cuantos trabajadores están trabajando en negro para cobrar alguna ayuda? ¿Cuantos empresarios explotan a trabajadores? ¿Cuantas empresas tratan de engañar a Hacienda y la Seguridad Social? ¿Cuantos se llevan su dinero a paraísos fiscales? La verdad, sería dificil calcular todo lo que no declaramos. 

Para exigir a nuestros políticos, deberíamos exigirnos a nosotros mismos. Tomar ejemplo de las sociedades nórdicas que nos llevan años luz de ventaja y comenzar a una limpieza desde nuestros hogares hasta el Congreso. La crítica es buena si de ella aprendemos algo, de lo contrario seguiremos siendo esa sociedad hipócrita que despotrica de sus gobernantes pero en el fondo hace igual.

El político debería estar al servicio del pueblo