Mismo guión distinto escenario. Así se podría definir la visita Louzán a Ourense en su afán por conseguir nuevos adeptos a su causa, que no es otra que presidir la Federación Gallega de Fútbol, que el próximo jueves tendrá su desenlace con la votación de los 150 asambleístas en Santiago de Compostela.

A estas alturas todo el pescado debería estar vendido, pero resulta hasta divertido ver como este tipo de eventos son capaces de atraer a personas tan dispares del panorama futbolístico de la provincia. No faltaron a su cita con el Presidente de la Diputación de Pontevedra los Cachaldora, el anfitrión que en un exceso de "transparencia" dio cuentas de unos ingresos que nadie le había pedido, Bernardino o Plácido, siempre fiel a sus principios de estar al lado del árbol con mas fruta por si alguna cae, amén de los presidentes de diferentes clubes y algún que otro alto cargo federativo o institucional, todo un retrato de caza, de cazadores de recompensas de sobra conocidos en el desanimado y quemado bosque ourensano. Sobre el tapete, las cartas o asambleístas necesarios para cambiar los designios que marquen el antes o el después de la Federación Gallega de Fútbol. ¿Qué queremos, lo malo conocido o lo todavía desconocido? El tiempo lo dirá, pero lo que sabemos con certeza es que política y deporte no comulgan demasiado bien.

El discurso por conocido no sorprendió a nadie. Louzán es un hombre cercano y campechano, un buen tipo como diría cualquier persona de a pie, copia u original del mas puro estilo Baltar padre, pero si ha llegado hasta donde ha llegado será porque algo más guarda bajo esa fachada de político del pueblo. Un hombre que a primera vista cae bien, pero cuesta creer que en un mundo de lobos como es la política, alguien que aparenta tener piel de cordero pueda medrar como él ha medrado. A su derecha, el arquitecto de su candidatura, Gustavo Falqué, un tipo listo, sin duda alguna, un buen orador (aunque a la zaga de su maestro) y posiblemente el que le haga ganar las elecciones. Un dúo ganador sin duda alguna, un dúo bien compenetrado que parece empeñado en desbancar de su mullido trono a García Liñares, que en un mundo utópico, es decir, en el que reinara la cordura, ni por asomo tendría posibilidades de conseguir la reelección tras las barrabasadas que ha hecho a los largo de los últimos tres años y pico largos. Barrabasadas bien analizadas por Falqué que, gane quien gane, no tendrán fácil solución.