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Jorge Ignacio Roca Samper resulta a estas alturas de la investigación el personaje más misterioso en la trama del saqueo de la depuradora de Pinedo. Ese halo de atracción procede evidentemente de su fuga desde que comenzaron las pesquisas, pero también de que tenga a sus hijos abandonados, de que su exmujer se encuentre en la cárcel y de toda la arquitectura financiera que orquestó para sacar más de diez millones de la planta. A esto hay que añadir que prácticamente es un desconocido. Pocos lo han visto y menos todavía lo conocen. Esta misma semana acudió al juzgado que investiga los hechos María Eva Pérez, su asesora fiscal. Declaró como testigo. Aunque Roca se presentaba a sí mismo como asesor fiscal, contrató a una empresa para que le llevara sus asuntos. Y allí, en uno de los pocos contactos que Pérez tuvo con el ahora fugado, este le desveló uno de sus planes. Falta de ambición no tenía. «QuerÃa abrir un banco en Andorra, que era muy a lo grande». La propuesta del empresario fugado cuadra con su modo de actuación. Sin duda, era el que más cuentas manejaba en Andorra. Tenía a su nombre varias libretas de ahorro en Banca Privada, Andbank y Credit Andorrà, entidades en el país vecino, tal y como informó LAS PROVINCIAS en el primer informe de la policía de Andorra. Incluso presentó a otros imputados para que abrieran sus propias libretas. Su madre, a quien el juzgado estrecha el cerco en las últimas semanas, también dispone de otro buen número de cuentas. Llama poderosamente la atención el capital de algunas. Por ejemplo, en la que tiene como número de cliente el SJ 30630, acumula casi un millón de dólares. Una cifra nada despreciable para una mujer que, al parecer, regentaba una joyería. La testigo tenía una asesoría en Igualada. Un buen día de 2008 aparece en el negocio Jorge Ignacio Roca. Hacienda obligaba ese año a pasar los impuestos online, pero el empresario «no tenía internet». Ese era el motivo de que buscara ayuda. Al principio sólo requería de los servicios para tramitar los impuestos trimestrales de «cuatro o cinco empresas». Pero no tardó en preguntar si alguno de los clientes de la asesoría quería vender alguna firma. Poco le importaba cuál fuera. Y fue entonces cuando apareció Pintergreen. El ahora fugado la puso a su nombre, aunque las dos socias de la asesoría se quedaron con un porcentaje de las acciones. Roca se trasladó a vivir a Francia, donde acumuló a través de Lost Monopoly más de treinta apartamentos a nombre de su exmujer, ahora en la prisión de Picassent. Todo con dinero de Emarsa. El fugado enviaba las facturas y desde el despacho le hacían la contabilidad. Hasta que un día, Roca devuelve un recibo de la asesoría, según declaró la testigo. En su testimonio, también recordó otro detalle cuanto menos desconcertante. La asesoría recibió un sobre de Emarsa y al abrirlo se encontró con un papel -escrito a ordenador- en el que tan sólo ponía: «Queremos hablar contigo». ¿Quién mandó esa carta y por qué? La enorme facturación de Pintergreen, que se gestionaba desde la asesoría, despertó la curiosidad de la socia, quien un día le preguntó a Roca -ahora el fugado sí disponía de conexión- a qué se debían esas «facturas tan grandes». La respuesta: «Algo de lodos y coches». La realidad es que ese algo de lodos supuso sólo en 2009, 1, 79 millones de euros. Llegó a facturar, en total, más de tres millones por estos conceptos. Y todo pese a que no tenía ni medios personales ni materiales. Con anterioridad, Pintergreen era un firma de artes gráficas. El empresario utilizó la sociedad para pagar servicios a la empresa de Malta Walnut Grove, que también era de su propiedad. Luego, de ahí salía dinero a las cuentas de Andorra. Una de las fórmulas para blanquear el dinero, eran los pagos por compensación. Esto consiste en la entrega de dinero negro a una segunda persona que lo mete en el circuito, paga facturas con él y, posteriormente, lo devuelve en cuentas o depósitos controlados directa o indirectamente por el primero de ellos. Esa es la compensación. La Policía de Andorra detectó esta practica a través de la empresa de un jubilado de Aldaia que recibió bajo la fórmula anterior cerca de 700.000 euros de la empresa de Roca. El industrial y sus dos hijos ya han sido imputados por el instructor del caso por blanqueo de capitales. La testigo confirmó la venta de una finca de caballos que tenía Roca, por más de 500.000 euros, al propio ayuntamiento de Margarida de Montbui. Durante 2009, justo un año antes de que estallara el caso Emarsa, el asesor se deshizo de este terreno, según consta en un informe de Hacienda. La figura de Roca Samper es un elemento «imprescindible y necesario» en toda la trama del desfalco. La testigo confirmó que muchas de las facturas que se tramitaban procedían de pagos y cobros entre las diferentes empresas de su propiedad. El facturero sigue en busca y captura.