¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Jean Bernstein escriba una noticia?
Ellos no tuvieron madre y no la tendrían. La idea de un mamífero si madre es, por definición, trágica. Es una especie de dolor profundo por nuestra especie; antitético de nuestro florecimiento de quienes somos nosotros". - Ann Druyan (Skeptical Inquirer Volume 27.6, November / December 2003)
Reproducido y difundido con propósitos de divulgación científica, sin fines lucrativos
Fuente: http://genome.cshlp.org/content/ear...Http://archaeologynewsnetwork.blogspot.mx/2016/02/ancient-chimpanzee-adam-lived-over-one.html#.VtHvhCuG-Sphttps://le.ac.uk/
Por: Jean Bernstein
Los chimpancés tienen un ancestro común o un Adán genético que, según genetistas de la Universidad de Leicester, vivió cerca de un millón de años atrás. El linaje de los chimpancés quedó demostrado en su cromosoma Y, el Adán de los chimpancés, su común ancestro, vivió cerca de un millón de años atrás, cerca de cinco veces más antiguo que el Adán Humano.
En un estudio, el cual fue fondeado por Wellcome Trust y publicado en la revista Genome Research, el equipo de investigación fue liderado por el Profesor Mark Jobling del Departamento de Genética de la Universidad de Leicester que determinó las secuencias de ADN de una gran parte del cromosoma Y (transmitido exclusivamente de padres a hijos) y también el ADN Mitocondrial (que es el transmitido de madres a su descendencia) en un conjunto de 19 chimpancés, 4 bonobos, 14 gorilas y 6 orangutanes.Esto permitió la construcción de árboles genealógicos que pudieran comparar entre especies y subespecies, y ayudó a los investigadores a descubrir que el Adán genético de los chimpancés vivió notablemente un millón de años atrás.
Dr, Pille Hallast del Departamento de Genética, y el autor de la investigación, explicó “El ancestro del árbol genealógico Y es también llamado “Adán Y-cromosómico”. Pudimos comparar las edades de los ‘Adanes’ entre las especies. Para los humanos la edad es cerca de 200 mil años, cuando para los gorilas es solamente cerca de cien mil años. Gracias a dos chimpancés de nuestra muestra -Tommy y Moritz- los chimpancés tuvieron sorprendente ancestro Adán, que vivió hace cerca de un millón de años. “El árbol cromosómico Y para gorilas es poco profundo, lo que encaja con la idea de que muy pocos gorilas machos (machos alfa) engendran la descendencia dentro de sus grupos. En contraste, los árboles de los chimpancés y bonobos son demasiado profundos, lo que encaja con la idea de que machos y hembras se aparean entre ellos más indiscriminadamente.“El líder del proyecto, Profesor Mark Jobling- también del Departamento de Genética de la Universidad de Leicester-, añadió: “Es interesante el comparar las formas de los árboles genéticos entre los humanos y nuestros parientes representados en los grandes simios. Considerando ambos árboles cromosómicos, el cromosómico Y y del ADN mitocondrial, los humanos parecen más gorilas que chimpancés.
“Esto sugiere que por un muy largo periodo de la evolución humana nuestra elección de pareja no fue tan gratuita para todos, y es que es como que los humanos hubieran practicado un sistema poligínico (en donde pcos hombres tuvieran acceso a todas las mujeres, y muchos hombres no tuvieran acceso) sobre nuestra historia evolutiva como especie. Esto es más como el sistema de los gorilas que el sistema de apareamiento de los chimpancés que es “multimacho-multihembra” En lo que refiere al humano se denomina Adán cromosómico-Y al homínido africano que se correspondería con el ancestro común humano más reciente que poseía el cromosoma Y del cual descienden todos los 'cromosomas Y' de la población humana actual. "Los antepasados masculinos y femeninos de los humanos modernos surgieron en la misma época. Los ancestros de los humanos modernos surgieron o llegaron a África hace poco más de 200.000 años y dieron lugar a muchas de las poblaciones de África que, a su vez, transmiten su información genética a la población contemporánea", explica Eran Elhaik, científico de la Universidad de Sheffield en el Reino Unido, uno de los autores del estudio.
Los científicos calcularon la edad del Adán cromosomal-Y multiplicando la edad media a que los hombre tienen hijos por el número de las mutaciones que encontraron en el cromosoma. Esta cifra fue dividida por la tasa de las mutaciones cromosómicas . Los estudios anteriores dictan que el Adan cromosómico-Y vivió hace aproximadamente 340.000 años. Según ellos, el cromosoma masculino Y apareció a consecuencia del mestizaje entre las hembras de Homo sapiens con otras especies de homínidos. Hasta ahora, los análisis genéticos normales habían podido confirmar la existencia de una especie de 'Adán' genético común que vivió hace unos 140.000 años.
Sin embargo, un estudio en profundidad de la muestra del ADN de Perry ha revelado que Perry no descendía de ese 'Adán' genético, sino que su linaje masculino probablemente se separó de los demás hace 340.000 años.
El estudio fue elaborado por Michael Hammer, genetista de la Universidad de Tucson, Arizona, quien sugiere que una posible explicación es que "hace cientos de miles de años se produjo una extraña mezcla entre humanos ‘modernos’ y otros más arcaicos en África central". Ya en 2011, fósiles humanos encontrados en Nigeria mostraron inesperados indicios de una existencia humana arcaica que, según Chris Stringer, integrante del equipo de arqueólogos que hallaron los fósiles, planteaba un nuevo escenario para la evolución humana. Los sexos modernos aparecieron más o menos solapados, según dos estudios que publicada la revista Science. Sus resultados proveen además un análisis más profundo sobre cómo las poblaciones humanas se dispersaron y evolucionaron alrededor del mundo.El cromosoma Y es específico de los varones, y su ADN puede rastrearse fácilmente a través de linajes masculinos. Por su parte, el ADN mitocondrial se hereda solo de la madre y se puede utilizar para trazar los linajes femeninos. En el primero de los dos trabajos se secuenciaron los genomas de 69 varones de nueve poblaciones distintas alrededor del mundo, documentando miles de mutaciones que han influenciado el cromosoma Y a lo largo del tiempo.“Hemos creado un mapa muy detallado de la secuenciación del cromosoma Y humano empleando la tecnología actual. Este mapa nos permite catalogar rápidamente la variación genética humana de los hombres de la muestra en todo el mundo”, explica a SINC Carlos Bustamante, de la Universidad de Stanford (EEUU) y coautor de una de las investigaciones.
Sus hallazgos muestran que el ancestro común más reciente con un cromosoma Y –también conocido como MRCA masculino– apareció en el planeta hace entre 120.000 y 156.000 años. Las estimaciones anteriores para este MRCA variaban entre 50.000 y 115.000 años atrás. Al aplicar las mismas técnicas analíticas al ADN mitocondrial, los investigadores también calcularon que las mitocondrias y el linaje materno moderno se originaron en algún momento entre hace 99.000 y 148.000 años. Bustamante explica además que se puede usar este mapa de la secuenciación del cromosoma Y humano para generar un ‘reloj’ muy bien calibrado de los principales acontecimientos hasta la fecha de la historia demográfica humana. “Por ejemplo, hemos sido capaces de diferenciar tres linajes antiguos que se dividen hace cerca de 40.000 años, con una alta precisión”.El otro estudio, liderado por Paolo Francalacci de la Universidad de Sassari (Italia) describe el análisis genético de 1.204 hombres de la isla de Cerdeña.Estos investigadores identificaron miles de mutaciones del cromosoma Y a través de esta población –6.751 nunca antes documentados– y sugieren que los linajes paternos humanos se fusionaron hace entre 180.000 y 200.000 años.“Creemos que sigue existiendo una gran cantidad de variación genética dentro de África que aún tenemos que caracterizar”, añade Bustamante.Tomados en su conjunto, los hallazgos sugieren que el cromosoma Y ‘Adán’ no apareció en el planeta significativamente más tarde que la ‘Eva’ mitocondrial, como aseguraban estudios previos.Un trabajo de investigación, dirigido por Tomàs Marquès Bonet, investigador del Instituto de Biología Evolutiva(Universidad Pompeu Fabra-CSIC) de Barcelona, y Evan Eichler, de la Universidad de Washington (Seattle, EEUU), se ha centrado en incluir la mayor diversidad genética de individuos salvajes posible, debido a la rápida disminución de la población de grandes simios en todo el mundo.Los grandes simios –chimpancés, gorilas y orangutanes– son el grupo de especies vivos más cercanos a los seres humanos. Compartimos un ancestro común, que vivió hace 14-16 millones años, pero con los chimpancés compartimos un antepasado mucho más reciente, hace solo unos seis millones de años.El estudio, que hoy publica la edición digital de la revista Nature, proporciona el análisis más detallado y completo hecho hasta ahora de la diversidad genética de los grandes simios, especies que actualmente están en peligro de extinción, y permite poner la historia de nuestro genoma en su contexto. En el trabajo también han participado investigadores de la UAB.Los recientes avances en las tecnologías de secuenciación del genoma han permitido a los investigadores hacer grandes progresos sobre el conocimiento del genoma humano y la diversidad genética mediante la secuenciación de los individuos de nuestra especie. En cambio, se ha puesto menos atención en nuestros parientes más cercanos: los grandes simios.Esto se debe, en gran parte, a la dificultad para obtener muestras de ADN de estas especies en peligro de extinción. Aunque existen muchos simios en cautividad, estos individuos son un pobre reflejo de la diversidad natural. Ahora, en este trabajo científico, los investigadores han trabajado con material genético de individuos salvajes, una tarea realizada en colaboración con grupos conservacionistas, y la secuenciación de la mayoría de los genomas ha realizado en los laboratorios del Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG), con sede en Barcelona.Los investigadores han encontrado que los genomas humanos muestran una variabilidad muy reducida en comparación con el genoma de la mayoría de los grandes simios. Pocas especies de simios muestran niveles tan bajos.
"Esta reducción en la diversidad genética es normalmente el resultado de un proceso llamado cuello de botella, caracterizado por un descenso drástico del número de individuos en la población", comenta Javier Prado-Martínez, estudiante de doctorado del Instituto de Biología Evolutiva y coprimer autor del estudio."Lo que es sorprendente es la intensidad de este cuello de botella en los seres humanos en comparación con la mayoría de los grandes simios", añade.Los genomas de una pareja de orangutanes, por ejemplo, difieren en más de 2 de cada 1.000 pares de bases, en comparación con 1 de cada 1.000 pares de bases entre dos seres humanos. Algunas especies de grandes simios, gorilas orientales, chimpancés occidentales y bonobos, también tienen una variabilidad muy baja, como resultado de estos cuellos de botella en el pasado.Los investigadores se centraron, sobre todo, en comparar la historia evolutiva de nuestros parientes más cercanos, los chimpancés, que se dispersaron a través de África y se clasifican en cuatro grandes grupos o subespecies. Una pregunta abierta entre los biólogos evolutivos ha sido cómo estas cuatro poblaciones se relacionan entre sí. Mediante la secuenciación de varios individuos de cada grupo, los investigadores fueron capaces de resolver las relaciones filogenéticas entre estas subespecies y explorando el genoma de los cuatro grupos han visto que la evolución de todos ellos ha sido muy compleja.
Lo que también se hizo evidente para los investigadores era la complejidad de la historia evolutiva de los chimpancés en comparación con los seres humanos. Los patrones de diversidad genética fueron consistentes con un vasto flujo genético o la migración entre las poblaciones ancestrales con expansiones bruscas de tamaño de la población, seguido por los accidentes."Los seres humanos, por el contrario, tienen una historia evolutiva relativamente simple", dicen los autores. "Está claro que en los últimos millones de años las poblaciones de chimpancés fluctuaron enormemente en tamaño y complejidad". La base de estos colapsos de población es clara, pero coincide, en parte, con un período de tiempo en que la población humana comenzó a prosperar.El trabajo hace hincapié en un mensaje de reflexión. "Debemos hacer más para proteger estas especies y conservar su entorno natural –dice Prado-Martínez–. Casi todas las poblaciones de grandes simios están en una situación crítica de peligro de extinción y más que nunca, a merced de nuestra especie".El científico confía en que toda la información obtenida podrá ayudar en los esfuerzos de conservación, ya que conocer mejor los genomas de estas especies "ayudará a los biólogos de campo para identificar mejor el origen de los grandes simios víctimas de la caza y comercio furtivos y a una mejor gestión los programas de cría en cautividad", concluye.