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La campeona no ganó en su estreno en la Eurocopa, pero no perdió nada de crédito. Aquí todo hay que ganárselo y La Roja fue capaz de sacar un empate después de adelantarse Italia, especialista en quedarse con carteras robadas
Cuando no se obtienen beneficios, al menos, conviene no sufrir pérdidas. Sí le pasó hace dos años a España en Sudáfrica y conviene quedarse con la cara de la moneda.
Comentábamos que pudo ganar España, pero también pudo perder. La segunda mitad fue un precioso cara a cara que dejó por los suelos estereotipos que no hay que seguir al pie de la letra. Nunca hay que hacerlo. No esperó Italia en la cueva y tampoco España escondió la pelota. Los dos se miraron a los ojos y los segundos cuarenta y cinco minutos fueron preciosos. Eligió muy mal Torres en un par de ocasiones, aunque también falló Di Natale una volea que nos hubiese dejado con la cuenta en números rojos, obligándonos a recuperarnos en los dos siguientes partidos. El guión que todos esperábamos también se lo pasó por el forro Del Bosque. No jugó Torres, nI Negredo, ni Llorente. Fue titular Fàbregas para aunar fuerzas en zona de tres cuartos, donde nos perdimos en los preliminares. Nadie remató la faena. No sufrió Italia en toda esa primera mitad y los de Prandelli pasaron de modas. Italia fue menos romántica y lo comprobó en sus carnes Casillas, notable en una falta de Pirlo y en un cabezazo cercano de Motta antes del descanso. El salero de Navas y los errores de Torres
El paso por vestuarios agitó el partido y saltó por los aires. No existieron ya los guardias de tráfico y se fue de portería a portería con la verdad por delante. En esa historia se agigantó el pequeño Iniesta, un futbolista que no se puede clonar. Nadie es y será como él. Italia no pudo detectarle. No lo hubiese hecho ni con treinta mafiosos italianos en el campo. Con ese desparrame llegaron los goles, Di Natale y Cesc, y después ocasiones que quedaron en el olvido. Navas entró por Silva justo después del empate y el andaluz aportó alegría con espacios, donde apareció Torres,que no aprovechó su oportunidad. Su figura se vio campo a través, pero se equivocó con el estoque. Se le fue un recorte al limbo y también una vaselina. Era el 9 de España, pero el gol lo hizo Fábregas, el 10. Mejor no hacer números. Tras varias semanas de debate sobre quién debería ser el nueve de España, Vicente del Bosque se salió por la tangente. Ni Torres ni Negredo, y tampoco Llorente, aunque eso parecía claro. El míster dio la titularidad a Cesc para poner en práctica un esquema revolucionario con falso delantero. El centrocampista del Barça llegó lesionado a la concentración pero su recuperación y sus características como jugador convencieron a Del Bosque de que era la mejor opción ante Italia. No importó que su recta final de temporada en el Barça hubiese sido más bien discreta. Cesc entró poco en juego en una mala primera parte de España, que se vio superada por una Italia muy bien posicionada en el terreno de juego. Iniesta y Silva no pudieron conectar mucho con el falso nueve que ideó Del Bosque, y la Roja echó de menos una referencia arriba que crease peligro. Todo cambio en la segunda mitad. El partido se revolucionó y llegaron los goles. Primero el de Di Natale y luego la respuesta de España por medio de Fábregas, que leyó muy bien un pase interior de Silva para batir a Buffon ejerciendo de delantero. El experimento de Del Bosque había dado sus frutos aunque no hubiese funcionado durante buena parte del partido. El seleccionador cambió de plan en el 73' retirando a Cesc para dar entrada a Torres, que falló una ocasión clara nada más entrar y otras en el minuto 85 con una vaselina por encima del larguero. Tenía solo a Navas a su derecha pero prefirió jugársela él sólo, algo que no había hecho en jugadas anteriores dentro del área. La pregunta que queda ahora en el aire es... ¿quién jugará arriba ante Irlanda? ¿Torres, Negredo, Llorente, Fábregas u otro falso nueve? El debate queda abierto hasta el próximo partido, pero más vale se vaya aclarando en el futuro.