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Ningún gobierno está satisfecho con los resultados económicos de la eurozona, con un crecimiento pírrico, la espada de Damocles de la deflación y el debate político atascado entre la austeridad y la incentivación. Una vez más, parece que el BCE tendrá que salir en su auxilio.
Desde la crisis de la deuda soberana que estuvo a punto de llevarse por delante el euro en 2012, la tendencia general en los países que abrazaron la moneda única es reducir los déficits públicos.
Por si hubiera dudas, ahí está el tratado europeo de enero de 2012 que refuerza la disciplina, aunque hay cierta flexibilidad dependiendo de la situación económica de los miembros.
En la actualidad, el crecimiento de la zona euro está estancado (0% en el segundo trimestre) y los precios caen, haciendo resurgir el fantasma de la deflación.
"Por enésima vez, los datos son decepcionantes", reconoce a la AFP Frederik Ducrozet, analista del Crédit Agricole CIB. "El segundo trimestre ha sido peor de lo previsto por razones que no controlamos, como la climatología, pero también a causa de decepciones como Francia o Italia".
"La falta de coordinación hace que Europa en su conjunto padezca un déficit de demanda y un riesgo de deflación, el diagnóstico está bastante compartido", dice Olivier Passet, de la agencia francesa Xerfi.
La política de la demanda pretende fomentar el consumo, tanto del sector privado como del público, lo que repercute a veces negativamente en las cuentas públicas.
En este panorama moroso, el debate público crece entre los partidarios de la austeridad o de las políticas de reactivación (costosas para las finanzas públicas).
Tanto a nivel europeo, donde Alemania hace oídos sordos a los llamados para soltar las bridas de la austeridad de François Hollande o de la directora del FMI Christine Lagarde, como dentro de los propios países, como lo demuestra el portazo del ministro de Economía francés Arnaud Montebourg, crítico con la austeridad, o de las dificultades de Matteo Renzi en Italia para que el país crezca.
Para decirlo de manera simplificada, en Alemania se espera que Francia tome medidas en lo que respecta a la oferta, es decir, que estimule la actividad de las empresas como el gobierno trata de hacer con su pacto de responsabilidad de 40.000 millones de euros a favor de las empresas y que flexibilice el mercado de trabajo.
Por su parte, en Francia, inmersa en una crisis de gobierno, se espera que Alemania incentive la demanda interna para tirar del resto de la zona euro.
- Super Mario, al rescate de la eurozona -
Como ha ocurrido desde el inicio de la crisis, cuando el frente político no avanza, las miradas se vuelven al presidente del BCE, Mario Draghi, para que trate de sacar a la zona euro del atolladero, sobre todo desenvainando su famoso e hipotético "QE" (o "flexibilización cuantitativa"), en otras palabras, la posibilidad de comprar masivamente deuda de los miembros.
Pero "no podemos dejarnos en manos totalmente de 'super Mario'", el apodo de Draghi, alabado por su oratoria y su capacidad para calmar a los mercados financieros, advierte Ducrozet.
El BCE no ha agotado toda su munición, pero ésta se agota y si los gobiernos no le siguen, las decisiones del BCE puede no dar los frutos deseados.
El viernes, en un discurso ante gobernadores centrales en Jackson Hole, Estados Unidos, Draghi admitió que está preocupado por las previsiones sobre la inflación a medio plazo, una señal, para algunos analistas, de que el BCE va adoptar medidas de estímulo y luchar contra la deflación.
Pero Draghi también recordó la necesidad de proseguir las reformas, sobre todo, en el mercado laboral, y sostener la demanda con una política presupuestaria que incentive el crecimiento.
"Esto puede ser considerado como un llamado a Alemania para que utilice su cómodo margen de maniobra presupuestaria para incentivar la demanda, y a la nueva Comisión Europea, para que prepare un plan serio de inversiones públicas", dice Christian Schulz, economista jefe del banco alemán Berengerg.
El nuevo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ha prometido invertir 300 millones de euros en los tres próximos años.
El fomento de la demanda en Alemania pasa por el incremento de los salarios, pero eso no lo pueden hacer ni Angela Merkel ni el gasto público.
"Por el momento, Alemania está muy lejos de utilizar el déficit público como herramienta para la recuperación en Europa", dice Ducrozet.