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Cuando el régimen constitucional del 78 no fue mas que la reformulación y renovación del franquismo, resulta un anacronismo exhumar al dictador sin poner en marcha un proceso constituyente que dé lugar a la redacción de una nueva Constitución
Que después de 43 años de la muerte del dictador, su cuerpo permaneciese en el mausoleo del Valle de los Caídos, evidencia la anémica situación del régimen dominante desde la Transición en cuyo periplo el bipartidismo permitió mantener esa anomalía al tiempo de repetirnos a hasta la saciedad que la nuestra era una democracia modélica.
Se puede entender que no compartir, la actitud de la derecha de no hacer nada por subsanar esta paradoja, pues en su intención estuvo siempre que la victoria del franquismo persistiese a perpetuidad, menos comprensible es la disposición mantenida por la izquierda quien dejó pasar 22 años ejerciendo la función de gobierno antes de consumar la reciente exhumación de los restos del mayor genocida de la historia de España.
Es por eso censurable que el Presidente Sánchez en un intento de difuminar la deserción mantenida hasta ahora por el PSOE, saque pecho declarando sin pudor que la exhumación de tan cruel verdugo realza la dignidad de la democracia española, un completo despropósito cuando tras la atroz guerra civil y la férrea dictadura ulterior, fueron miles las personas vilmente asesinadas cuyos restos mortales siguen yaciendo en cunetas y fosas comunes; sin que desde entonces se haya modificado en nada tan degradante situación, pues la inhibición de los distintos ejecutivos del PSOE y PP en investigar las circunstancias y juzgar a los autores de estos crímenes fue ostensible; una deprimente realidad que impidió a los familiares de las víctimas poder enterrarlas dignamente.
Mientras tal aberración persista “esa democracia” que enaltece el Presidente Sánchez mas queser el referente modélico y ejemplarizante que nos cuenta, seguirá siendo el simulacro empleado por los poderes fácticos del franquismo, tanto para maquillar su imagen como para favorecer el tránsito hacia la consolidación del silencio y el olvido de todos aquellos que sufrieron y padecieron los ásperos años de represión dictatorial.
El franquismo no se liquida con exhumar al dictador en nuevo mausoleo, especialmente, cuando su espíritu se mantiene en el marco de la Constitución del 78, que redactada por burócratas del anterior régimen resume los contenidos de sus Leyes Fundamentales a la vez de trasladar su inmensa ambigüedad, que en sus aspectos esenciales (ordenamiento del Estado), representa una consolidación del statu quo tardo franquista; opúsculo constitucional cuya verdadera finalidad era acicalar la imagen de un sistema decadente conservando inalterables sus estructuras de fondo.
El franquismo no se liquida exhumando al dictador en nuevo mausoleo, cuando las Leyes Fundamentales del Movimiento siguen siendo parte implícita de la Constitución del 78
Tal circunstancia viene a confirmar que aquel hipotético cambio que nos conduciría de la Transición a la Democracia, fue un todo aparente, un objetivo que nunca llegó a consumarse, porque lo que verdaderamente se produjo fue una voladura controlada del régimen anterior, que no afectó en modo alguno a la solidez de su estructura y mucho menos causó su demolición; siendo tal deducción perceptible al profundizar desde una perspectiva histórica en el procedimiento seguido para su culminación. Realidad que viene a evidenciar que a pesar del tiempo transcurrido y de los aparentes flirteos con “la simulada democracia”, el protervo reflejo del franquismo más que estar extinto y ser parte de la historia sigue manteniendo plena actualidad.
El testimonio de los hechos es quien corrobora exactamente lo que sucedió en este país, refrendando que lejos de disfrutar de plenitud democrática prosigue absorbido por la esencia continuista del régimen anterior, una realidad marcadamente perceptible, especialmente en el plano institucional, aún cuando el actual Gobierno intenta versionar otra realidad distinta mediante una bochornosa exhumación del dictador cuando de facto en proceder contrario está aceptando el post franquismo constitucional ahora reconvertido a neoliberalismo en forma de gobierno, como pone de manifiesto que la misma elite dirigente siga conservando en sus manos los principales resortes de poder del Estado.
Por tanto, cuando el malestar ciudadano deja translucir tal deriva, ni cabe espacio para el despiste ni mucho menos margen para reproducción de errores, lo que hace concluir que en la actual coyuntura la Carta Magna vigente ha agotado su recorrido, siendo obligado arrancar ipso facto con un auténtico proceso constituyente que más allá de adecuarse a composturas o giros constitucionales, cancele toda conexión con el pasado al efecto de articular sin dependencias de procedimiento que conforme el marco, social, económico y político más igualitario, equitativo y esencialmente democrático.
Siendo necesario para alcanzar el objetivo previsto, generar la hegemonía social conveniente sin que la legitimidad del referido proceso constituyente pueda radicar en el poder político implantado en razón a su baja intensidad democrática, y a su notoria exclusión hacia la participación ciudadana, resultando recomendable en buena lógica aprender de los errores y de la frustrante experiencia de aquel diciembre del 78.