Si he de ser sincero escribir esto me duele un poco. Nunca he formado parte de Adobo, ni de su equipo, tampoco es que me haya ido con ellos de copas o que me hayan pedido mi opinión sobre nada. Claro, que sí es cierto que siempre que tenían novedades me las mandaban, si les pedía una copia para reseñar venía y en su propio lecho de muerto me hicieron el favor de regalar La Encuadre con su publicación.

Pero nada de esto volverá a pasar. No, no en este mundo frío y de locos en el que ellos aportaban algo más de locura, lo de la cordura es para otros. Ha llegado su final y su último número, un recordatorio de todo lo que son, eran y podrían haber sido.

Puedo dedicarme durante párrafos a contaros las bondades que tenían o el genio de sus creadores, pero probablemente ellos mismos me dirían que soy un maldito mentiroso. Es mejor que diga algo sobre su mala uva, su ausencia total de límites y su humor desenfrenado. La mezcla no debería funcionar pero ¡sorpresa! Lo hacía y cada vez que vendían una copia no lograban un seguidor, lograban un adicto que volvería a ellos igual que otros a un muffin.

La verdad que es una pena, ¿no os parece? Creo que Adobo hacía falta en un mundo poblado por la mediocridad, por la corrección política (que nos vuelve bastante idiotas a todos) y por el (en teoría, que no es así y todos lo sabemos) buen gusto. Su desternillante mala educación, su apasionante diferencia de estilos, sus constantes homenajes y conocimiento del lenguaje del cómic lograron que cada lectura fuera mejor que la anterior (y es que siempre se volvía, era inevitable).

Ahora mismo ya está el telón bajado y los lápices metidos en el cajón. Estos chicos han decidido dejarlo y deberíamos llorar todos un poco. Que tal nivel de creatividad y mala leche se termine es un gran motivo de tristeza.

Claro que probablemente ellos no querrán un funeral de ningún tipo, homenajes ni nada así, no les pega, muy seguramente prefieran unas copas y bastantes brindis. Así que si me disculpáis me voy a levantar, poner hielo en un vaso, un par de chorros de whisky y a leerme ese último (numerado, dedicado y exclusivo) Fanzine Adobo.

Va por vosotros, muchachos.