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Final feliz en Glasgow;China y EE.UU. se toleran

11/11/2021 13:59 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

En la actualidad no solo se reflejan las pujantes intenciones intervencionistas de Trump, sino también el paulatino proceso de consolidación de Alianzas desarrollados por China por espacio de más de 15 años

Las relaciones entre China y EEUU se han mantenido siempre matizadas por notables períodos de tensión en los cuales afloran tanto intereses de orden político como económicos, especialmente después de la década de 1990 con la desaparición de la Unión Soviética. En este contexto, la emergencia reciente de China como una economía pujante, con posibilidades objetivas para cuestionar la hegemonía de EEUU, ha pasado a ser determinante en la evolución de estas relaciones.

Temas económicos en disputa entre China y EEUU

Ya durante su campaña electoral, Donald Trump, quien durante años ha considerado al gigante asiático como “el principal enemigo de EEUU” amenazaba con elevar los aranceles comerciales a los productos chinos hasta un 45 por ciento respecto al valor de la mercancía con la esperanza de que los procesos de producción regresaran a su país y con acusar a China como un país manipulador de divisas. Según estimaciones realizadas por el estratega financiero Kinger Lau del Goldman Sachs Group Inc., solamente el tema de los aranceles podría provocar una caída de hasta el 3 por ciento del PIB chino. (Bloomberg, 2017a)

En el debate actual se observan diferentes dimensiones en un entramado de contradicciones que se mantienen totalmente vigentes. Se pueden identificar grupos de temas tanto comerciales (déficit comercial de EEUU con China; guerra comercial por incremento de aranceles, dumping y desempleo en EEUU) financieros (irregularidades con las monedas, transnacionalización del yuan, incremento de las reservas internacionales de China y financiamiento de déficit financieros de EEUU, peligro de la denominada opción nuclear si China decide vender los bonos del tesoro norteamericano en su poder) como tecnológicos (En agosto de 2018, ha sido lanzada por China la red inalámbrica 5G, que se corresponde con la nueva generación de internet, la conectividad de los objetos y las telecomunicaciones. Su implementación permitirá una conectividad 100 veces mayor, de 20Gb/s (la conectividad máxima de 4G es 125Mb/s) y disminuye el tiempo de comunicación de 50 a 1 milésima de segundo).

En la esfera política se mantienen las disputas vinculadas a los derechos humanos (Zonas del Oeste de China, Tibet, críticas de EEUU a la explotación de la mano de obra en China); a las relaciones bilaterales surgidas por el apoyo histórico que China ha brindado a ciertos movimientos de liberación nacional en América Latina, África y Asia; los conflictos territoriales, como en el caso del Mar Meridional.

Destaca como emergencia pujante de China han generado nuevas contradicciones: el incremento de la influencia China en las relaciones internacionales; su expansión creciente en los flujos comerciales y de inversión extranjera; la influencia real en los flujos financieros globales (inversión extranjera directa, remesas y ayuda oficial para el desarrollo); su papel creciente en las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el FMI; el ciberespionaje; la respuesta de China ante el cambio climático y su estrategia para las energías renovables; la apuesta por el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación; la informatización acelerada de la sociedad y la economía, así como el incremento de la capacidad militar de China.

Pudiera afirmarse que China ya se encuentra traduciendo en términos globales el notable incremento de su capacidad económica, por lo que el diferendo histórico entre China y EEUU puede recrudecerse, especialmente por las características prepotentes del nuevo inquilino de la Casa Blanca. Ya la idea iba y venía desde la campaña electoral. "China es nuestro enemigo, ellos nos quieren destruir", en 2011 escribiría Trump, en la red social, (Twitter Trump, 2011) Entre las múltiples acusaciones a China convendría analizar cuáles son los elementos reales y aquellos factores que ya convierten en obsoletos estos argumentos. En función de tales variables también deben apuntarse las reacciones que tales postulados pueden desencadenar, de ser mantenidas por la administración Trump.

El argumento abanderado es sin duda el problema del empleo: “China le ha quitado puestos de trabajo a los norteamericanos. Uno de los temas que circuló en la campaña electoral fue: “China te quita tu trabajo, por eso vota por Trump”. (Rodríguez, 2017)

A inicios de 2016, una investigación del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) analizó la relación comercial entre EEUU y China, establecida en la década de 1990 y que se consolidó con el acuerdo en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. Los autores de «El shock de China: Aprendiendo del ajuste del mercado de la mano de obra a los grandes cambios en el comercio» («The China Shock: Learning from Labor Market Adjustment to Large Changes in Trade») concluyeron que esa relación «afectó dramáticamente un gran número de industrias que empleaban mucha mano de obra en Estados Unidos». En esos sectores, los puestos de trabajo se movieron en masa a China. Entre 1999 y 2011, el crecimiento de las importaciones de China le costó a Estados Unidos alrededor de 2.4 millones de puestos de trabajo. (David et al, 2016)

Trump se encargó de prometer en su campaña electoral que castigaría a las compañías norteamericanas que transfieran sus puestos de trabajo a Asia. Planteó que impondría aranceles de hasta 45 por ciento a los productos chinos.

Sin duda, la creación de empleo es un aspecto determinante para cualquier economía, pero no queda claro si cambiar de lugar los procesos de producción de Asia a EEUU puede ser considerada la mejor política para fomentar nuevas fuentes de empleo. Muchos son los economistas que han debatido si realmente este objetivo es plausible. La globalización ha desatado tal intervinculación productiva a través de las cadenas de valor internacionales que lo que aparentemente perjudica a determinadas empresas en EEUU puede haber estado beneficiando a otras empresas norteamericanas que se trasladaron a Asia buscando una mano de obra más barata. Las fábricas chinas también han sido claves en el crecimiento de las ventas mundiales de las transnacionales tecnológicas estadounidenses.

Adicionalmente, el desarrollo tecnológico también ha provocado que muchos procesos de producción manufacturera se vuelvan más automatizados, disminuyendo la demanda real de mano de obra a escala global, pero fundamentalmente en los países desarrollados. El caso emblemático en este sentido es la empresa de supermercados Walmart, que ha sido incapaz de fabricar productos a bajos precios empleando mano de obra estadounidense y redirigió su producción hacia la mecanización.

De hecho, generar políticas de estímulo al empleo en el período de la denominada post-crisis, tal y como en su momento promovió el presidente Obama de EEUU, al proponer crear 1.6 millón de empleos al año, pudiera tener mayores impactos en este sentido. Efectivamente, lo que el ciudadano promedio norteamericano no conoce es que las empresas no regresarán a EEUU, por lo menos no en la magnitud necesaria para resolver el tema del desempleo. De hecho «las fábricas que no volverán a Detroit o a Ohio, van a estar en China y si no van a estar en China, van a estar en México o en otro lugar porque el costo de la mano de obra de EEUU hace imposible fabricar muchos productos allí”. (Sara, 2016)

El otro elemento clave en este debate es cuál debe ser el factor determinante, el descenso de los precios como resultado de las importaciones baratas de otras regiones, en el caso analizado, desde China, o la propia generación de empleos.

Adicionalmente, vale recordar que cualquier incremento en los aranceles, tal y como ha propuesto Trump automáticamente impactaría con un aumento de los precios en las mercancías importadas, por ejemplo, los productos de consumo, con lo que se podría anular el posible impacto en la generación de empleos.

Aunque constantemente se manejan las contradicciones que el desequilibrio comercial con China genera para EEUU, reiteradamente señaladas por Trump, lo cierto es que tal déficit refleja cuanto más grande es el consumo de los EEUU, consecuentemente respaldado por un Producto Interno Bruto per cápita superior en 7 veces al de China. Cifras del Banco Mundial, confirman que mientras el PIB per cápita de EEUU es de 57.466, 8 dólares, el de China se estima en 8.123, 2. (Banco Mundial, 2017)

En este debate propuesto por Trump no se incluyen otros factores de carácter estructural que han provocado la reducción masiva de empleos en EEUU en algunos sectores, tales como las manufacturas. En un artículo publicado en The New Yorker se reconoce que "han sido unas cuantas décadas espantosas para los trabajadores del sector manu-facturero y para muchos otros, especialmente los que tienen menos educación". "Si bien una buena parte de la culpa debería recaer en nuestro dramático aumento del comercio con China, otros golpes han contribuido en gran medida. Los trabajadores han sido desplazados por la tecnología y han sido desalentados a continuar con su educación debido al aumento del costo de las universidades públicas". En este trabajo el autor reconoce que, frente a estas realidades, la mayoría de los académicos coinciden en que EEUU es «casi impotente frente a China y que las soluciones fundamentales para ajustarse a la economía global son domésticas». (Rodríguez M, 2017)

Existe otro argumento que se relaciona estrechamente con el anterior, se refiere precisamente a como “China ha estado ‘violando’ a EEUU con sus exportaciones baratas.” (Twitter Trump, 2011)

Donald Trump ha planteado que China era responsable «del robo más grande en la historia del mundo». Es evidente que hay una enorme magnitud de productos que vende en EEUU que son hechos en China. Esta política de exportaciones china responde a una lógica elemental del propio sistema comercial desarrollado por las tendencias neoliberales y desreguladoras. Si EEUU no ha penado hasta la fecha la entrada de tales mercancías, no es responsabilidad de China, que sí ha aprovechado los nichos de mercado abiertos a partir de su mano de obra barata. Adicionalmente, tal desempeño también ha beneficiado al comercio de las empresas norteamericanas radicadas en China.

Sin embargo, las críticas sobre el conocido déficit comercial de EEUU con China no han caído en saco roto a lo largo de estos años. Ya sea por el desarrollo del modelo económico chino que paulatinamente ha incrementado los salarios en el país eliminando una buena parte de las ventajas competitivas en determinados sectores que las empresas norteamericanas veían en China (manufacturas, textiles, ensamblaje, juguetes); ya sea por el cambio importante en el papel creciente del consumo para China, lo cierto es que este déficit comercial actual tiende a disminuir, o alcanzar lo que constituye un objetivo perseguido por las autoridades chinas, no sólo solucionar un desequilibrio comercial con un país en particular, sino lograr un equilibrio de comercio general y consolidar ventajas mutuas.

Las medidas introducidas por China para fomentar cambios en el modelo socioeconómico también han contribuido al creciente interés de los consumidores por los productos importados desde EEUU. En las investigaciones del Instituto de Mercados Internacionales, institución subordinada al Ministerio de Comercio de China se recoge que si bien el superávit comercial de China con EEUU aumentó desde 2000, superando los 200.000 millones de dólares para noviembre del 2016, sin embargo, el crecimiento en sí mismo se ha desacelerado durante los últimos años, con apenas un 0, 9 por ciento interanual de incremento registrado para el año 2016, como resultado, fundamentalmente de la mejora del equilibrio comercial entre los dos países. Un dato curioso es como disminuyó el superávit comercial general de China, entre enero y noviembre de 2016, hasta los 457.000 millones de dólares, un descenso del 5, 8 por ciento promedio anual. (americaeconomia.com, 2016 y diariolasamericas.com, 2017).

En 2016, EEUU cerró con un déficit en su balanza comercial de 502.300 millones de dólares, considerado como el mayor de los últimos cuatro años. El déficit se ha incrementado en 1.900 millones respecto a 2015. Las exportaciones han alcanzado los 2.209 billones, lo que supone una caída de 51.700 millones de dólares, mientras que las importaciones cayeron en 49.900 millones respecto a 2015. Sin embargo, aunque el déficit con China sigue siendo catalogado como desventajoso para EEUU, lo cierto es que el saldo negativo en el comercio con China cayó un 5, 5 por ciento en 2016 y quedó en 347.000 millones de dólares. (eleconomista.es, 2017)

Con la transferencia que experimenta el comercio de procesamiento, principal fuente del déficit comercial de EEUU con China, hacia otras regiones como el Sudeste Asiático, la diferencia comercial entre ambos países tiende a reducirse. Las críticas al déficit son cruentas, sin embargo, lo que no se informa adecuadamente es cómo China se ha convertido en el segundo mayor importador mundial durante siete años consecutivos, manejando compras por valor de 1, 68 billones de dólares anuales en 2015 y 2016. Adicionalmente debería asumirse como un reto para la economía norteamericana el hecho de que los analistas planteen el potencial notable en este mercado chino que puede llegar a manejar importaciones por valor de 8 billones de dólares en los próximos cinco años. (americaeconomia.com, 2016).

Durante su campaña presidencial y con posterioridad, Trump, ha prometido recuperar los empleos perdidos en el sector manufacturero a través de la renegociación de tratados de libre comercio y la imposición de altas tarifas a socios comerciales. Estos comentarios sólo revelan la creciente tendencia al proteccionismo en EEUU, algo que sólo puede perjudicar a EEUU y a sus socios comerciales.

EEUU hoy es el segundo mayor socio comercial de China, mientras que ésta es el mayor para EEUU. La tasa de crecimiento para el comercio sino-estadounidense creció a un ritmo promedio superior al 7 por ciento en los últimos años, a pesar de la desaceleración global causada por la crisis financiera de 2008. Los productos agrícolas son de las principales exportaciones de EEUU donde se mantiene un superávit comercial con China. Después de Canadá, China es el mayor mercado de exportación de los productos agrícolas estadounidenses, así como el mayor mercado de exportación de soja y el segundo mayor destino de exportación de algodón.

China es el mayor mercado de exportación de aviones de EEUU y el segundo mayor mercado de exportación de circuitos integrados estadounidenses. En 2016, aproximadamente 15 por ciento de los circuitos integrados y 25 por ciento de aviones Boeing de EEUU se vendieron en China. (spanish.xinhuanet, 2017a)

En reiteradas ocasiones, las autoridades chinas han planteado que el déficit comercial con China, puede mitigarse si EEUU disminuyera las restricciones actuales sobre exportaciones de productos de alta tecnología a China y permitiera ampliar la cooperación en investigaciones sobre tecnología con aquellos sectores más competitivos en las industrias chinas. Ambos países también podrían incursionar conjuntamente en terceros mercados y ampliar el comercio en servicios, lo que permitiría equilibrar el comercio bilateral.

El otro gran elemento en este sentido, que no puede obviarse, son las posibles acciones a desarrollar por China en caso de que efectivamente se adopten medidas para impedir la entrada o disminuir las importaciones provenientes del país asiático. Vale recordar que, si se llega a este punto, entre los principales afectados estaría la inmensa mayoría de los consumidores en EEUU, a partir del posible incremento que experimentarían los precios de las mercancías a importar, así como sin dudas, el sector tecnológico estadounidense. Un ejemplo crucial en este sentido es precisamente la situación del gigante informático Apple, empresa que es considerada como la principal beneficiaria de las relaciones comerciales con China.

Hay factores que en el acoso mediático se pierden. En el caso específico de la economía china, las empresas afectadas por posibles medidas proteccionista por parte de EEUU pueden contar con el respaldo oficial de las instituciones financieras estatales de su país para disminuir los impactos iniciales, encaminar las exportaciones hacia otros destinos o promover reformas en los procesos de producción. China, por su parte, también adoptaría medidas que incluirían restringir la entrada de compañías estadounidenses a su país, como Boeing, General Motors, o la propia Apple, que desde hace mucho ha considerado a este país como su mercado principal.

Otra de las grandes acusaciones de Trump se refiere a que "China es un manipulador de divisas, el más grande en el mundo" y “ha devaluado a propósito el yuan para socavar los precios globales de las exportaciones”. (Rodríguez, 2017)

Históricamente, los expertos norteamericanos atribuyeron el desequilibrio comercial a la manipulación del cambio monetario por parte de las autoridades chinas. Según ellos, el yuan o RMB (moneda china) ha permanecido devaluado en un 30 por ciento frente al precio promedio de las monedas extranjeras o en un 40 por ciento con respecto al dólar americano. Esto explicaría el origen del desequilibrio siempre favorable para China. Así como aducían que la presencia de mercancías chinas en EEUU recrudecía la crisis económica, afectando los empleos de los ciudadanos norteamericanos. De manera que siempre incluían entre las famosas medidas para resolver el problema de la crisis el saneamiento financiero del comercio con China.

Pudiera decirse que, si China manipula su moneda, realmente lo ha estado haciendo en otro sentido. China ha gastado cientos de billones de dólares de sus reservas internacionales en los últimos años para apoyar el valor del renminbi y evitar que se debilite drásticamente. Especialmente después de los incidentes que golpearon las bolsas chinas durante el 2016. En vez de flotar libremente contra el dólar, las autoridades chinas se aseguran de que el yuan tenga una relación estrechamente estable con la moneda estadounidense.

Después de un largo período en el que el yuan permaneció devaluado frente al dólar, a partir de 2005, cuando mejoraron las condiciones y el desempeño económico chino se hizo más estable, las autoridades chinas iniciaron un proceso de revaluación y flexibilización de su tipo de cambio de manera paulatina que acumula entre el 2005 y mayo del 2017 una apreciación cercana al 40 por ciento del yuan en relación al dólar. El 11 de agosto de 2015, China mejoró la formación de la tasa de paridad central del yuan frente al dólar, lo que permitió que la tasa de referencia reflejara el tipo de cambio de cierre en el mercado de divisas interbancario en el día previo. Bajo este sistema de tipo de cambio de flotación con base en el mercado, el yuan puede ascender o descender 2 por ciento frente al dólar con respecto a la tasa de paridad central cada día de cotización. Este mecanismo también contribuyó a que la moneda china fuera aceptada en la cesta de divisas de reserva del Fondo Monetario Internacional (FMI), o cesta de Derechos Especiales de Giro (DEG), un paso icónico para el proceso de internacionalización del yuan. (spanish.xinhuanet, 2017b)

La política del tipo de cambio emprendida por el Banco Popular de China ha contribuido para que el yuan haya repuntado respecto al dólar. Simultáneamente, debe destacarse que tal política también permite que cualquier ligera devaluación, como las que se produjeron en 2015 o en el transcurso del 2017 favorezca el comercio ponderado a partir de la canasta de monedas (conjunto de divisas de diferentes países). El fortalecimiento del yuan frente al dólar ha frenado la salida de capitales de China. También debe permitir incrementar la reserva de divisas del gigante asiático, que cayeron el año pasado por primera vez. En la actualidad, mantener la competitividad con sus socios comerciales reduce el riesgo de que la nación tenga que sufrir una nueva devaluación como la que sacudió a los mercados globales en agosto del 2015 y generó pérdidas de más de 8 billones de dólares de las reservas globales en las primeras seis semanas del 2016. (actualidad.rt.com, 2016)

En el corto, mediano y largo plazo, EEUU puede necesitar más que una guerra para cortar el ascenso de China como potencia

Uno de los objetivos a largo plazo de China es la internacionalización del yuan en términos de intercambio y una depreciación de la moneda realmente afectaría la confianza en esta divisa como moneda de reserva internacional. China también ha planteado su interés en imprimir cambios en su política monetaria. En el informe anual del gobierno, el primer ministro chino Li Keqiang ha señalado, que el tipo de cambio del renminbi se liberalizará aún más y se mantendrá la posición estable de la moneda en el sistema monetario mundial. (politica-china.org, 2017) Constituye esta la primera vez, que en el informe que se envía al Parlamento chino sobre el estado de la moneda, se haya incluido el requisito de garantizar el status mundial del yuan como uno de sus objetivos. Simultáneamente, ya no aparece en este informe la declaración sobre «mantener un yuan estable a un nivel razonable y equilibrado”, que se incluía en los informes de los tres años precedentes. (espanol.cctv, 2017)

Entre las contradicciones vigentes en el plano económico también se encuentra el debate sobre el financiamiento de los déficits norteamericanos por parte de China. La amenaza china siempre fue uno de los argumentos predilectos de los republicanos cuando arremetían contra la Administración Obama. "¿Acaso queremos una América que pida préstamos de un billón de dólares a China?", declaró en alguno de sus discursos Mitt Romney, el rival republicano de Barack Obama a la presidencia. (actualidad.rt.com, 2012)

No son pocos los analistas que aseguran que el intento de utilizar los bonos del Tesoro de EEUU como mecanismo de coerción (opción nuclear) tendría un efecto limitado y, probablemente, haría más daño a China que a EEUU. Aunque sigue siendo un tema de notable preocupación para las autoridades norteamericanas, este panorama también ha estado cambiando.

En febrero de 2018, China ratificaba su posición como primer tenedor de bonos del tesoro de EEUU (bonos del Tesoro, pagarés y billetes) al incrementar la tenencia en 8, 5 mil millones de dólares esa tenencia de activos y alcanzar los 1, 18 billones de dólares. Sin embargo, esa tendencia cambió durante el año. En noviembre de 2018 China recortó su participación en casi 14 000 millones de dólares y las tenencias cayeron a 1, 15 billones de dólares. (Department of the Treasury, 2019)

Beijing ha vendido parte de sus enormes reservas, incluida parte de la deuda del gobierno de EEUU, para comprar yuanes con el propósito de evitar que se vuelvan a dar las caídas repentinas de su moneda que crearon pánico en los mercados en agosto del 2015 y en enero del 2016. El alza del dólar desde la victoria de Trump en las elecciones también ha complejizado más la situación.

Incertidumbre creciente para las relaciones económicas EEUU-China

La evolución del diferendo económico con China después que Trump asumió la Presidencia ha estado realmente impactada por acciones contraproducentes por parte de la nueva administración de EEUU, algunas en sentido positivo, otras con marcado carácter desestabilizador. Destacan por supuesto los ataques vinculados al déficit comercial con China, las maniobras en torno a las famosas manipulaciones del yuan y la guerra por la supremacía tecnológica.

Antes de convertirse en presidente de EEUU, Donald Trump no paraba de criticar a China y hasta llegó a cuestionar la histórica política de “Una sola China”, que había regido las relaciones EEUU- China por más de 40 años. Con posterioridad se produce un himpas interesante, especialmente entre febrero y abril de 2017. Sorpresivamente, Trump suspende sus ataques a China y comienza un período en el cual funcionarios importantes de ambos gobiernos se ponen en contacto. Se inicia la preparación de condiciones para que el presidente Xi Jinping visite EEUU.

Durante el encuentro entre el presidente Donald Trump, y el presidente de Xi Jinping, en la residencia estival de Trump en abril de 2017, se lograron avances que podían contribuir a que se incrementarán las exportaciones de EEUU, con lo cual se continuaría la disminución del déficit comercial de EEUU. Resultó evidente el espíritu de cooperación reflejado por las autoridades chinas para tratar de evitar una guerra comercial con EEUU. Los dos dirigentes revelaron cierto compromiso para avanzar en las negociaciones comerciales y así obtener resultados durante los meses siguientes.

China estaría dispuesta a realizar ciertas concesiones que facilitarían a EEUU el acceso a su mercado financiero y, también, flexibilizaría las restricciones a las exportaciones cárnicas de EEUU. Se conoce que en el sector financiero de China las empresas aseguradoras como Citic Securities y China Life Insurance controlan la entrada de nuevos competidores, desde que China entró en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Es por ello que los inversionistas extranjeros no pueden mantener una participación mayoritaria en las empresas chinas de seguros y en las sociedades de valores. Además, en estos momentos a los inversionistas foráneos no se les permite poseer una participación mayoritaria en las empresas del sector. Este tema ya se había discutido con anterioridad durante la Administración de Obama, al realizarse varias rondas de negociaciones sobre un posible tratado sobre inversiones.

Las autoridades chinas también habían decidido cancelar la prohibición de las importaciones cárnicas procedentes de EEUU, vigente desde el año 2003. Esta decisión podía implicar un aumento de importaciones agrícolas procedentes de EEUU. Los exportadores de carne de vacuno en EEUU han estado afectados por estas prohibiciones chinas desde que fueron impuestas tras detectarse casos de encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en el ganado procedente de EEUU.

En algún momento en el primer semestre de 2017, Trump asumió una postura más pragmática. Si bien China, a inicios de año se preparaba para una guerra comercial con EEUU, la situación experimentó un giro sorprendente. El 12 de mayo de 2017, China celebraba los primeros logros del plan de acción de cien días con EEUU acordado por los presidentes Donald Trump y Xi Jinping en su primer encuentro en abril pasado en Florida. Se adoptó un acuerdo que incluían la luz verde a las exportaciones de gas licuado y ternera estadounidenses al mercado chino; y los primeros pasos para cerrar acuerdos que permitan la entrada de nuevos productos chinos en EEUU, algo que desentona de forma bastante evidente con el discurso de Donald Trump y su equipo económico. El acuerdo abarca la derogación de un número de barreras que han existido muchos años en diversos campos, desde la agricultura, hasta la energía y el funcionamiento de firmas financieras estadounidenses en China. (larepublica.ec, 2017)

El secretario de Comercio, Wilbur Ross, describió el acuerdo como un “logro hercúleo” forjado en un tiempo sin precedentes. “Esto es más de lo que se ha logrado en toda la historia de las relaciones comerciales entre EEUU y China”. (larepublica.ec, 2017) Entre los acuerdos destacan los relativos a químicos y productos financieros, así como la agilización del proceso normativo par a autorizar la venta de productos de biotecnología y el funcionamiento de tarjetas de crédito estadounidenses en China.

Otro momento sin dudas notable, después de la visita del Presidente chino a EEUU en abril ha sido el giro de 180 grados dado por presidente Trump al tema de que China manipula su moneda. (EFE, 2017a) En su informe semestral enviado al Congreso en abril, el Departamento del Tesoro de EEUU concluye “que ningún gran socio comercial de EEUU cumplió los criterios (...) para la manipulación de moneda en la segunda mitad de 2016". Trump ya había adelantado en una entrevista con The Wall Street Journal, que su Gobierno no consideraría a China como un país "manipulador de su moneda", en este informe. (The Department of the Treasury, 2017)

Sin embargo, la desconfianza se mantiene y resulta válido aclarar que el informe resulta reticente cuando plantea: “que ningún gran socio comercial de EE.UU. manipuló su moneda en la segunda mitad de 2016, "no obstante, el Tesoro no ha reexaminado los períodos previos reportados". Adicionalmente, el Tesoro establece una «lista de monitoreo» de los grandes socios comerciales del país cuyas «prácticas monetarias» «merecen atención cercana». Así, considera que requieren «especial atención» seis países: China, Alemania, Japón, Corea del Sur, Suiza y Taiwán. (The Department of the Treasury, 2017)

El tercer gran tema, muy controvertido ha sido el anuncio de la retirada de EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), un tratado de libre comercio que desde su concepción hasta su firma excluía a China deliberadamente. Este paso resulta muy controvertido. Es cierto que, con esta movida, China posee buenas oportunidades para convencer a los países aliados asiáticos de Washington para que se unan a su alternativa, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que pretende agrupar también a Asia Oriental y es apoyada por tres actores clave: Japón, Malasia y Australia.

Aparentemente defraudados por la decisión de la nueva administración de Trump, no fueron pocos los analistas que aseguraron que los países firmantes del TTP no tendrían más alternativa que bajar la cabeza y asumir nuevas propuestas proteccionistas de parte de EEUU.

Sin embargo, el 27 de febrero de 2017, en la ciudad japonesa de Kobe se celebró una conferencia de dieciséis países de la Asociación para la Integración Económica Regional, del Sudeste y Este de Asia (RCEP, ) con el objetivo de constituir una futura zona de libre comercio alternativa al TPP. Los estados participantes, entre los que figuraron las cuatro mayores economías de Asia (China, Japón, India y Corea del Sur) más Australia y Nueva Zelanda, celebraban así el primer encuentro desde que EEUU abandonara unilateralmente el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). Estos dieciséis países, 1 entre los cuales se encuentran siete signatarios del TPP, tienen por objetivo concluir "lo antes posible" las negociaciones que comenzaron en 2013 para constituir una zona de libre comercio. Asia no está a la espera, más bien pretende protegerse de Trump. (EFE, 2017b)

Por otra parte, el 14 y 15 de marzo en Viña del Mar, Chile, en el "Diálogo de Alto Nivel en Iniciativas de Integración en Asia Pacífico" también se discutían nuevos proyectos de libre comercio entre algunos de los países del TPP y representantes de China y de Corea del Sur, para ampliar sus acuerdos de liberalización comercial. Este evento también es una señal de como ante la dirección proteccionista que está tomando EEUU bajo la Administración Trump; una mayoría cada vez más amplia de países sale a buscar nuevas vías de integración comercial. (americaeconomica.com, 2017)

El TPP se concibió como promotor de reformas económicas en favor de libre comercio, pero en el fondo también fungiría como contrapeso al auge de China en la región de Asia-Pacífico.

Sin embargo, para su entrada en vigor tenía que ser ratificado antes de febrero de 2018 por al menos seis países que supusieran el 85 por ciento del PIB del bloque, un requisito imposible de cumplir una vez que se produjo la retirada de EEUU. Los países perjudicados por la cancelación del TPP, ven las ventajas de aproximarse a China, incluso en esferas de tipo geopolítico, como medio para compensar las previsibles pérdidas causadas por Trump. Incluso aquellos países históricamente más recelosos de su relación con China analizan la posibilidad de reevaluar sus políticas a la luz de lo que se identifica como agresivo proteccionismo en la política norteamericana. (americaeconomica.com, 2017)

Aunque parezca contraproducente, esta supuesta noción de una ‘normalización’ en las relaciones con China de la Administración Trump, manejada a menudo por diferentes analistas, no debía ser tomada muy en serio. En realidad, la predilección por el cambio constante, la incertidumbre y la irracionalidad constituyen elementos esenciales que caracterizan hoy la política tanto interna como externa de EEUU.

El 14 de agosto de 2017, el presidente Trump, ordenó a su representante comercial Robert Lighthizer, examinar las prácticas de propiedad intelectual de China. Esta medida ha generado grave preocupación por el potencial conflicto comercial que podría desatar entre las dos mayores economías del mundo. China había pedido a EEUU evaluar de manera objetiva los avances de China en la protección de los derechos de propiedad intelectual y a resolver las diferencias con China a través del diálogo y las consultas.

Donald Trump inició, en enero de 2018, la guerra comercial más importante recogida durante la postguerra contra China. Salieron a relucir las mismas consignas con las cuales, desde su campaña había acusado a China, por mantener prácticas desleales y un comercio injusto con EEUU, y donde había prometido que aplicaría la política de America first en todos sus acuerdos comerciales. Aparecieron los incrementos de aranceles discrecionales, primero a lavadoras (20 por ciento) y paneles solares (15 por ciento), pasados dos meses al acero (25 por ciento) y al aluminio (10 por ciento), para después iniciar una cruenta guerra arancelaria contra China con sus respectivos decretos presidenciales.

Entre abril de 2018 y febrero de 2019, a través de cuatro rondas de incrementos arancelarios entre ambos países, se ha acumulado un gravado total de 113 mil millones de dólares para 6, 213 productos chinos y 250 mil millones de dólares para 6, 843 productos estadounidenses.

Contradictoriamente para la visión proteccionista de Trump, el déficit comercial de EEUU en 2018 ascendió a 621.000 millones de dólares, el más elevado en los últimos diez años. El dato supera ampliamente los 566.000 millones de dólares registrados en 2017. En total del año, las importaciones crecieron un 7, 5 por ciento mientras que las exportaciones aumentaron en menor grado, un 6, 3 por ciento. Respecto a China, con quien Trump el saldo negativo registró un nuevo récord al subir a 419.000 millones de dólares el pasado año, casi un 12 por ciento más que en el año anterior. EFE (2019)

Por lo que no resulta extraño que el 1 de diciembre de 2018, en la reunión del G20, los presidentes Xi Jinping y Donald Trump acordaron una tregua a los incrementos arancelarios durante un plazo de 90 días en el que se trataría de buscar soluciones. Como se ha comentado en este trabajo, en los meses de duración de esta guerra comercial, EEUU ha sido el país más impactado, por una parte, el déficit comercial ha aumentado y el incremento arancelario se ha revertido en incrementos de precios para los consumidores intermedios y finales estadounidenses, que han pagado 4.4 mil millones de dólares al mes en 2018 Zhenhua Lu (2019). Adicionalmente, el incremento de los costos de producción está afectando la rentabilidad de las empresas y la dinámica en los mercados financieros. Por ejemplo, se muestran muy afectadas las acciones de empresas como Caterpillar, Coca Cola, Eastman Chemicals, Fiat, Ford, General Motors, y General Electric.

Sin embargo, a pesar de los intentos, la posibilidad real de un acuerdo comercial sigue siendo extraordinariamente difícil de alcanzar. El debate comercial es apenas la punta del iceberg, ya EEUU no está demandando incrementos en las importaciones chinas de productos agrícolas y regulaciones formales del mercado de tecnología y derechos de autor, está exigiendo transformaciones estructurales en la política industrial y desarrollo tecnológico de China, así como estrictas res-tricciones en las transferencias de tecnología y propiedad intelectual. Y a cambio no está ofreciendo nada, ni condiciones preferenciales o posibles acuerdos de libre comercio, apenas sugiere detener la actual campaña de incrementos arancelarios.

En estas condiciones la reacción de la parte china era prácticamente la que se observó. Se ha culminado el plazo, pero no se llegó a ningún acuerdo.

Conclusiones

Tal y como se ha estado analizando en este trabajo, el trasfondo político presente en la dinámica de las relaciones económicas entre EEUU y China resulta incuestionable. Y lo más importante en la contienda es la influencia en la región. Todo parece indicar que, a pesar de las bravuconadas de EEUU, China puede emerger como la potencia ganadora, aunque aún resulta muy difícil prever los costos, sobre todo si se desata un conflicto militar.

En un informe publicado en mayo del 2017, la revista norteamericana Foreign Policy (FP) destaca como EEUU está perdiendo su influencia en Asia, permitiendo a China convertirse en uno de los principales actores en la región. Este informe fundamenta su tesis en los medios que hoy están empleando ambas potencias para establecer sus posiciones en la región. Las autoridades chinas tratan de aumentar su influencia en Asia mediante el desarrollo de los lazos económicos de cooperación, mientras que la nueva Administración de Trump, pretende incrementar su influencia a través de la exacerbación de las tensiones militares. (Foreign Policy, 2017)

Sorprendentemente, esta publicación destaca la importancia de las iniciativas chinas al hacer referencia a la iniciativa de la “Ruta de la Seda”, que promueve la reconstrucción de la antigua ruta de la seda y la creación de una ruta marítima paralela, simultáneamente fortaleciendo los vínculos económicos entre los países, con lo cual, en opinión de esta fuente, China puede aumentar su influencia.

Sin embargo, a una estrategia de largo plazo, fundamentada en la cooperación, la conectividad y el desarrollo económico y social de todas las naciones que ya participan de la Ruta, eufemísticamente, el senador estadounidense John McCain ha respondido proponiendo 7, 5 mil millones de dólares para lo que denominó la "Iniciativa de Estabilidad de Asia y Pacífico", que, en su opinión le permitirá a EEUU tener una postura más firme y elevar la capacidad defensiva de sus aliados en Asia. Pero las medidas militares por sí solas no son suficientes para aumentar la influencia y “resucitar el poderío estadounidense en Asia”, por lo que propone aumentar los lazos económicos.

La humanidad enfrenta escenario pleno de irracionalidad y conflictos en todos los frentes. En evidente que en la región Asia-Pacífico, identificada como un espacio geoestratégico integrado, con notable complejidad y diversidad, se relacionan actores grandes, medianos y pequeños, que hoy confluyen en la búsqueda de un nuevo status quo, heredero del conocido reequilibrio asiático de Barack Obama, En la actualidad no solo se reflejan las pujantes intenciones intervencionistas de Trump, sino también el paulatino proceso de consolidación de Alianzas desarrollados por China por espacio de más de 15 años a través de diferentes iniciativas .

Este proceso se regenera y adquiere una mayor importancia en la medida que China enriquece sus propias iniciativas con propuestas adicionales tales como: el avance coordinado de Beijing, Tianjin y Hebei que amplía las relaciones comerciales y de inversión de Asia con esta zona especial de China; la Franja Económica del Río Yangtsé con un enorme potencial de apertura hacia el interior de China, la internacionalización de la iniciativa conocida como la “Franja y la Ruta de la Seda”. En el corto, mediano y largo plazo, EEUU puede necesitar más que una guerra para cortar el ascenso de China como potencia, ya no solo en Asia- Pacífico sino también en otras regiones.

 


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