Llegué hace más de 22 años a Madrid, supongo que con toda la ilusión del mundo, llegué enamorado de una persona a la que crei conocer. El paso del tiempo, poco o poquísmo tiempo, me demostró lo equivocado que estaba. Hacen falta muchos años para conocer a alguien y quizá a pesar del paso de esos muchos años, no la llegues a conocer del todo. Puede que al fin y al cabo sólo esa persona sea la única que se conozca a si misma y solo muestre las facetas que le interesa mostrar, todo lo demás es una maraña de hilos o alambres afilados y oxidados que sirven para urdir mentiras y telas de arañas que siempre atrapan a las víctimas en un conflicto de intereses que las perjudican.

El tenía una floristería en Madrid y me pidió ayuda, ayuda para seguir adelante. Me vi inmerso en un mundo que no conocía y poco a poco las flores para los cumpleaños comenzarón a tornarse negras. En los anaqueles las  orquideas bellas en la luz contraria de las historias bien escritas, los ramos de rosas anhelando los brazos de alguna chica y las margaritas deshojando todas y cada una de las incertidumbres de alguna vida . Comenzamos, poco a poco,   a navegar sobre un mar agitado de pétalos marchitos y las derrotas se fuerón sumando, una tras otras, porque ya estaban escritas...y todo acabó en la más absouta ruína. 

Sólo somos conscientes de lo fuerte que somos o hemos sido, cuando lo que nos pareció insuperable, nefasto y definitivo, queda atrás mientras ahora nosotros seguimos

Sólo somos conscientes de lo fuerte que somos o hemos sido, cuando lo que nos pareció insuperable, nefasto y definitivo, queda atrás mientras ahora nosotros seguimos. Somos gente, personas maravillosas sometidas a los dictámenes del miedo. Sólo cuando comprendemos que el miedo es el peor de nuestros enemigos y somos nosotros los que en nuestra mente le damos forma, intensidad y sentido, podemos sentirnos libres y actuar como siempre hubiésemos querido.

Sólo somos conscientes de lo fuerte que somos o hemos sido, cuando lo que nos pareció insuperable, nefasto y definitivo, queda atrás mientras ahora nosotros seguimos. Somos gente, personas maravillosas sometidas a los dictámenes del miedo. Sólo cuando comprendemos que el miedo es el peor de nuestros enemigos y somos nosotros los que en nuestra mente le damos forma, intensidad y sentido, podemos sentirnos libres y actúar como siempre hubiésemos querido.Transmitimos sentimientos que nacen en la raíz de cada momento que hayas vivido y no quieras olvidar. Somos tu mensajeros y nuestro nombre: José Luis, Raúl, Sandra, Didiana, Manuel, Vasco o Carlos, son incoprensibles para cualquier motor de busqueda, pero son reales, húmanos y cálidos, capaces de comprender que hacer para reflejar con nuestro trabajo, el agradecimiento, la ilusión o la esperanza que sientas o hayas sentido...Uitilizando flores, tan solo eso que es mucho.

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