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¿Es en sí una forma de corrupción la incompetencia política?

15/05/2019 22:35 1 Comentarios Lectura: ( palabras)

En España los políticos parecen aprender la profesión en las cuevas paleolíticas de la Administración, de ahí que la incompetencia sea la norma, y lo contrario, la excepción

Cualquiera puede ejercer el poder en nuestros días, pero claro, de forma mediocre. No hay un verdadero liderazgo, no hay nadie capaz de seducir, de generar energía, un jefe de filas que sepa como aunar los esfuerzos de todos, con talento, con estabilidad. Si te ofreces para cambiar tu país tienes que empezar por cambiar tú mismo. Es muy fácil querer cambiar a los demás, cuando lo que hay que hacer es mirarse en el espejo primero.

Hace años que en España se ha erradicado el mérito, la constancia, el esfuerzo. Y deberían recuperarse los valores clásicos, porque la responsabilidad política de una nación requiere sacrificio, disciplina, perseverancia. ¿Cuántos políticos de esta realidad política que tenemos pueden ofrecer soluciones reales a los graves problemas que tienen los españoles? Nos hayamos en un campo desierto de ideas, como lo hemos estado en otras etapas de nuestra historia. Políticos mediocres, sin ideas y sin ganas de hacer nada que no sea permanecer en el cargo dominan los resortes del poder. Y lo insólito es que no haya instituciones capacitadas que los limiten.

España sufre una casta política dañina para su propio pueblo. Es seguro que las hay más opresivas y crueles, más totalitarias y peligrosas, pero es improbable que exista otra tan ambiciosa, nula, incapaz, torpe e hipócrita.

Los políticos españoles se disfrazan de demócratas, pero después se comportan como tiranos. Gobiernan a favor de sus propios intereses, lo que va en contra del bien común, pero disimulan esa fechoría comprando voluntades, subyugando a medios de comunicación y utilizando buena parte de los recursos públicos en propaganda absurda, manipulativa, sesgada y artera para difundir falsedades.

Pero luego se extrañan de que cada vez sean más los ciudadanos que les señalan como el principal problema de España. No hay más que ver que ocupan la tercera posición en la clasificación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), por detrás del paro y los problemas de índole económica.

En las democracias modernas en general, las clases políticas están más preocupadas por el momento que ocupan, y esto les lleva a una visión miope de la realidad social. La clase política tendría que ver, porque esa es su labor, la gravedad de la situación política y económica presente y futura y aparcar sus estrategias electoralistas.

Pero la pregunta que nos ocupa es esta, ¿puede un inepto, un inútil e incapaz llegar a gobernar el país, la comunidad o la ciudad en que vivimos? La respuesta lógica sería que no. Que el pueblo es inteligente y no votaría a alguien así. Pero la realidad surrealista es que sí puede. Alguien mermado intelectualmente para gobernar puede llegar a ser presidente del país, presidente de una comunidad autónoma o alcalde de una gran ciudad.

Entonces, ¿Qué sucede? ¿Es que la gente es tonta? No. No lo es. Porque en la decisión de voto no sólo se pone en juego la inteligencia, intervienen y predominan otros factores. Quizás más irracionales, pero arraigados emocionalmente. Es decir, lo que ocurre es que el voto se decide de un modo afectivo y no intelectual. Por eso, lo que está en juego no es el intelecto del votante sino sus afectos.

Si te ofreces para cambiar tu país tienes que empezar por cambiar tú mismo

Los políticos en España no están a la altura de los ciudadanos, tienen un poder inmenso, disponen de todos los recursos del Estado, se les pagan sueldos elevadísimos, se les convierte en sujetos mediáticos y sólo se recibe de ellos a cambio ineptitud, ineficacia y una gestión deficiente que, si se desarrollara en otro sector, sería susceptible de dimisión inmediata e irrevocable.

Y lo más hiriente no es el mal gobierno, que lo es, sino la imposibilidad del ciudadano, propietario real del sistema y soberano en democracia, para intervenir y castigar a los ineptos, obligándoles a hacer bien su trabajo o despidiéndoles. Y es que en realidad, tristemente se da el caso de que los ciudadanos como dueños del sistema son estafados impunemente por sus empleados, los políticos. Es esta una situación injusta, ya que la democracia ha sido deteriorada y convertida en una oligocracia que ha derrocado al ciudadano y convertido a los políticos en los verdaderos amos del sistema.

Pero veamos como ejemplo a los líderes políticos de los cinco partidos más destacados en la política española. Es preciso recuperar la confianza de la ciudadanía en la política y dar un nuevo impulso de esperanza. Pero, ¿son estos actores políticos los más idóneos o muestran una irresponsabilidad e incompetencia política destacada?

Pedro Sánchez (PSOE)

“Es un político al que le han hecho la cobra hasta en su partido, un tipo que por no caernos, no nos cae ni mal.” decía Lorena Maldonado en un artículo sobre el Presidente en funciones. Un político más bien mediocre. Ni tiene carisma ni da confianza. Por otra parte, ¿realmente un tipo que ha derrotado a los grandes barones del PSOE y que ha regresado al poder socialista después de haber sido expulsado y humillado ganando después unas elecciones generales, puede ser un inepto o un mediocre? Ha tenido en contra a toda la maquinaria conservadora de España siendo el blanco preferido del PP y Cs, pero él ha ganado las elecciones con holgura, eso sí, ayudado por Unidas Podemos que desde la moción de censura ha trabajado en la sombra para sacar avances sociales que Pedro Sánchez se ha apropiado como suyos en campaña, devolviendo la ilusión y el liderazgo al PSOE. ¿Mediocre? Políticamente hablando, sí. ¿Inepto? Evidentemente, no. Y muy listo. Pero hablamos en el artículo de talla política, y ahí flojea visiblemente. En una escala donde el 0 es incompetente total y el cinco es político genial, Sánchez tendría un 3 político medio hábil.

Pablo Casado (PP)

Es la medianía personificada, pero ambicioso, y lo suficientemente conservador para gustar a los más derechistas. Le ha dado al PP su cara ideológica más radical. Falso, porque sabe que la base de su profesión es la apariencia. Es un político muy limitado, está claro que no es un buen orador, ni tampoco es politólogo, mucho menos intelectual. Pero, tal vez si un incendiario titulado en “Harvaraca”. Casado responde a un proyecto que quiere sustituir una ideología moderada como forma de vida y sentido común dentro del votante conservador, por una destilación de descontextualización y volatilidad de referentes, para hacer tragar un pensamiento duro del que ni él mismo es consciente. Es un individuo que se devora a sí mismo para preservar su estatus conseguido. Es inepto, es inexperto, es voluble y es rencoroso. Tiene unas ansias de poder desmesuradas, pero su capacidad política es tan menguada que puede tener sus días contados como presidente del Partido Popular. Y su padrino es un botarate mayor, con un ego enorme y un cociente disminuido: Aznar. En la escala tendría un 1, equivalente a un político bastante mediocre.

Albert Rivera (Cs)

Es un político mediocre, un elemento sin moral ni convicciones, un entusiasta de la piromanía política, un sujeto que sin demostrar nada pretende redimir al país desde la confrontación. Rivera maneja un discurso simplista cargado de tópicos rancios neoliberales. Utiliza, eso sí, nuevas técnicas de comunicación y marketing político buscando parecer un político de centro moderado y progresista, cuando no es más que un tapado franquista. Es un personaje ensayado hasta el hartazgo ante el espejo, lleno de trampas y mentiras, más falso que las peleas de pressing catch. Un político con tan débiles cimientos morales y con unas convicciones ideológicas tan resbaladizas no sería tomado en serio en ninguna otra sociedad que no estuviese tan acostumbrada a la mentira como la española. Hoy puede defender a la brava una cosa y aparecer mañana como un detractor acérrimo de la misma cosa. En realidad, puede cambiar de opinión al dictado de quienes lo financian. En la escala tendría un 0, mejor que se dedique al teatro y la farándula.

Pablo Iglesias (Unidas Podemos)

El nuevo Pablo Iglesias ha tenido su gran puesta de largo en los debates electorales de TVE y Atresmedia. De los cuatro candidatos a la presidencia del Gobierno, fue el que se mostró más tranquilo y respetuoso, apostando por las propuestas frente a las protestas y los ataques del resto de aspirantes. Conciliador y propositivo, es el único líder de formación que no ha sido cuestionado acerca de sus estudios universitarios. Iglesias ha alcanzado una madurez política moderada e inteligente, demuestra hoy día moralidad, rectitud y competencia. Si para gobernar es preciso tener capacidad intelectual, ser competente y ser recto, ahora el líder de Podemos posee esas cualidades. Y pese a que se le acuse muchas veces de estar al lado de los que quieren romper España, quizás posee más patriotismo que el resto, fe en una ideología, mundivisión política. En la escala tendría un 4 el perfil de un buen político.

Santiago Abascal (Vox)

Posee una ideología política opuesta a la democracia y sobretodo al comunismo, de corte corporativista y totalitario y con un nacionalismo exacerbado, de excesos verbales, vituperios y toda suerte de descalificaciones a sus adversarios políticos. Entiende la política como una ocasión única para la confrontación, para exaltar la nación por encima del individuo, para promover una economía de naturaleza autárquica y para defender una organización corporativa de la sociedad. Para Abascal, el feminismo, el animalismo, el ecologismo y las llamadas políticas de género, son híbridos y variantes de la extrema izquierda asquerosa y mal vestida. Políticamente no tiene recursos, ni tiene programa, sólo dice aquello que cree que el pueblo llano quiere escuchar, pero con una oratoria zafia y populista digna de su idiosincrasia fascista. En la escala tendría un -1 si pudiera darse una nota por debajo de 0. Es decir, mejor que se hubiera hecho guardabosques como era su ilusión.


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Aicrag (285 noticias)
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Usuario anónimo (16/05/2019)

Completamente de acuerdo con todo lo que dices en el artículo. ¡Qué importante es saber qué votamos! a ver si empezamos a votar con la cabeza y no con las tripas.