Lágrimas, velas, flores, mensajes, globos, pancartas, crespones negros, banderas a media asta, libros de condolencias, apagones monumentales, minutos de silencio, slogans, marchas y manifestaciones y, miedo, mucho miedo, pese a que se diga lo contrario. Yo tengo miedo, más por los mios que por mi mismo. Y es que los políticos nos vendieron que teníamos unos Servicios de Inteligencia y unos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad que, por el azote de ETA, el 11-M y nuestra privilegiada relación con Marruecos, para sí quisieran el resto de países de la UE. De ahí, que no hayamos declarado nunca el nivel 5 de alerta y que España batiera récords de afluencia de turistas que huian de otros destinos menos seguros como Francia, Reino Unido, Alemania o Bélgica.

La realidad se mostró tozuda. Se sabía que es tarea imposible garantizar la ausencia de atentados, pero lo ocurrido dejó al descubierto fallos absurdos e imperdonables en la prevención, por parte de muchos, a los que me refiero a continuación.

LA COMUNIDAD ISLAMISTA EN CATALUÑA.- Se cuentan por cientos de miles y sus mezquitas e imanes, por decenas. Los vemos por televisión condenar los atentados, llorar los muertos propios y sus víctimas. Exteriorizar y proclamar que su religión predica la paz y la fraternidad. Yo los creo. Más aún, quiero creerlos porque respeto todas las ideologías y creencias. Respeto hasta al que carece de ellas. Sin embargo, me cuesta creer que si los atentados han sido cometidos por hasta cuatro parejas de hermanos y prepararon los mismos durante muchos meses, en el seno de sus respectivas familias no percibieran nada sospechoso, ningún signo de radicalización, ningún comportamiento extraño. Lo dudo. Prefiero pensar que, si la elección era denunciarlos a una policía extranjera, que podría detenerlos y aún deportarlos, optaran por callar y guardar silencio. Si, la razón increíble fuera que nada vieron y nada notaron, entonces mi reproche y consejo es que no miren tanto a La Meca y observen alguna vez a sus próximos de la familia y comunidad.

ADA COLAU.- Como alcaldesa de la ciudad de Barcelona y Comandante en Jefe de la Guardia Urbana de Barcelona, bién puede apuntarse los fallecidos y el centenar de heridos en Las Ramblas. Apercibida por la CIA y los Servicios de Inteligencia de que Barcelona era objetivo prioritario del ISIS y su legión de radicales en suelo europeo y recibida la recomendación de instalar bolardos y maceteros en las zonas peatonales y más concurridas, no hizo nada. Rectifico: dio la orden de que no se instalaran ningún tipo de obstáculos. En sus primeras declaraciones tras los atentados, precisó la estupidez: Las Ramblas es un boulevard muy largo y si hubiera puesto maceteros a su entrada por Plaza de Cataluña, podían entrar por cualquier otro cruce, vino a decir, en declaraciones a La Sexta. (...      ). -el espacio entre paréntesis es mi particular minuto de silencio, digo de risa- Lo que calla: poner bolardos y maceteros en todo el perímetro de Las Ramblas minaba los recursos económicos necesarios para los programados fastos de la Diada, por ejemplo. Es un hecho. El atentado en Las Ramblas, pudo y debió ser evitado. Más aún cuando ya se sabe que el ataque fue improvisado a raíz de la explosión en Alcanar. Lo hubieran intentado en cualquier otro punto, si, como así ocurrió en Cambrils, pero el alcance hubiera sido muy otro en número de víctimas. Ni su dimisión la perdona.

GOBIERNO DE LA GENERALIDAD, SERVICIO DE INTELIGENCIA CATALÁN, MOSSOS, GUARDIA URBANA.- Enfrascados como estaban, mirando a La Meca, digo, al 1-O, su atención estaba puesta en sortear al TC, la Diada, las leyes de desconexión, las urnas, el censo, las acciones de turismofobia, etc. Es lógico y comprensible que no tuvieran tiempo de ocuparse de la seguridad de sus ciudadanos. El propio y recién llegado al cargo Consejero de Interior, horas después de que se supiera por la policía que eran trece las víctimas, sostenía que era una sola. A falta de confirmarse, el inductor de la radicalización de los terroristas y quizá que el autor intelectual de los atentados, no era ni el camarero de un bar de Las Ramblas ni el empleado de un locutorio próximo. No, Era un obispo, o sea, el Imán de la Mezquita de Ripoll. Abdel Baki Es Satty. Su curriculum: expulsado de una mezquita anterior, ex-convicto con antecedentes penales por tráfico de drogas y vinculado a alguno de los participantes en el 11-M. Al parecer, uno de los dos o tres cadáveres encontrados entre los escombros -por no decir entre la montaña formada por 103 botellas de butano- provocado por la explosión de la casa de Alcanar. Casa okupada por la docena de adoctrinados terroristas durante muchos meses, de la que entraban y salían en furgonetas, a cualquier hora, acopiando los ingredientes para conseguir la leche de la Madre de Satán, o sea, el explosivo o TATP  que, potenciado por el centenar de botellas de butano, permitiera emular en Al-Andalus la madre de todos los atentados en suelo europeo, el atentado capaz de dejar en anécdota el 11-M y Niza. Nada vieron, nada les levantó sospechas, ningún seguimiento al Imán ni a los okupas de la casa de Alcanar -los vecinos los habían denunciado-, ninguna investigación, ningún control sobre la compra y tenencia de botellas de butano, sobre el alquiler de furgonetas por marroquíes, ninguna confidencia... Increíble el nivel Maribel que se diría en las redes.

La explosión de Alcanar de Playa en Tarragona se produjo al filo de la medianoche del día 16, la víspera de los atentados. Los Mossos, la Guardia Civil y los bomberos acudieron de inmediato. A pesar de los escombros, a simple vista, por la mañana -vease la foto- se identifican más de medio centenar de botellas de gas propano y metano. Habían dos depósitos de explosivos, un cadáver y un superviviente que fué detenido. Solo eso indica que allí algo estaba preparándose. A partir de ahí, se dispuso de 17h preciosas para atar algunos cabos y, como mínimo, alertar a todas las fuerzas y cuerpos de seguridad para detener a cualquier huido de la explosión y evitar la comisión de cualquier ataque o acción por los mismos en su fuga. Nada de eso ocurrió. La vinculación con los atentados se estableció después. Demasiado tarde. Y por encima, el Mayor de los Mossos, en una de sus intervenciones, tiene la desfachatez de sostener que el montón de botellas aparece días después con la tareas de desescombro.

Los responsables tienen nombre, rostros y cargos

Ya el lunes, se localiza gracias a la colaboración ciudadana a Younes Abouyaaqoub, autor material del atropello en Las Ramblas que permanecía huido y...  Pim, Pam, Pum, ¡Arriba las manos! cae abatido por los Mossos cuando, ni portaba armas de fuego, ni los explosivos simulados podían alcanzarles, ni existía riesgo de daño a terceros porque estaban en un descampado. Lamentable colofón a mi juicio de la patrulla de Mossos cuando pudo ser simplemente herido e inmovilizado y detenido para intentar sonsacarle información y contactos que eviten nuevos atentados.  

Para colmo, ya en el plano polític, la mano que les mece la cuna, la CUP, ya justifica los atentados como producto del capitalismo y el sistema y rechaza la presencia en Cataluña del Jefe del Estado y rehuye acudir a la manifestación convocada para el sábado día 26. Si ese es el futuro de país y de seguridad que proponen, estamos jodidos. Ni la dimisión de Puigdemont sería suficiente.

SS. DE INTELIGENCIA NACIONALES, MINISTERIO DEL INTERIOR, FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD DEL ESTADO.- Tras los atentados, se mantiene el Nivel 4 sobre 5 de alerta porque, nos dicen, no se prevé un atentado inminente. Ya se equivocaron antes del 17-O que teníamos el nivel 4 y se avecinaban los atentados inminentes de esa fecha pero no los detectaron. ¿Por qué habríamos de creerles ahora? Lo que creo que piensan es que declarar el nivel 5 de Alerta es declarar la impotencia gubernamental si, a pesar de ello, ocurre un atentado. Sería como disparar el último cartucho. El tiempo del... ¿y ahora qué? Y claro como los ciudadanos somos niños y tontos no se pueden permitir inocular esa sensación porque se desataría el pánico, el temor y el caos. Bueno pues si el nivel 5 de Alerta está llamado a ser como el 155 de la Constitución o la pistola que se enseña pero no se dispara, fijen en 6 los niveles de Alerta y punto, pero desde mi visión de lo ocurrido, si se hubiera declarado el nivel 5 de Alerta antes del 17-O, los efectivos del ejército habrían estado apostados en distintos puntos de Las Ramblas, quizá que con tanquetas, y el trágico resultado, a buen seguro que habría sido otro. No creo que frente a esa labor, sea preferible la de que los efectivos del ejército permanezcan sesteando, matando el tiempo, haciendo guardias o prácticas o preparándose para la guerra -acaso esta no es una guerra-, en los cuarteles.

Pero lo antes expuesto tampoco les es ajeno. Ninguna vigilancia sobre un ex-convicto relacionado con el 11-M que es Imán de una Mezquita. Ningún control sobre la comercialización y posesión de botellas de butano. Sobre las agencias de alquiler de vehículos pesados y semipesados, sin conductor; sobre los fabricantes y distribuidores de los ingredientes del cóctel La Madre de Satán; sobre la instalación de maceteros y bolardos en las calles más transitadas de las grandes ciudades...

En mi opinión estos atentados estaban cantados. Los atentados del 17-A eran evitables o cuando menos amortiguables. Han fracasado todos los estamentos estatales, autonómicos y municipales en su obligada prevención de los mismos. Han fracasado también los distintos servicios de inteligencia y los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado Central y Autonómico aunque, en el caso de estas últimas, hay que destacar su alto nivel de preparación y entrega con ocasión de los mismos. Y los responsables del fracaso no son fulano, mengano, zutano, perengano ni las botellas de butano. Tienen nombres, rostros y cargos en las instituciones y, pasado el lógico luto, deberían de responder de los mismos. Espero que las Asociaciones de Víctimas así se lo demanden.

AscoHastaLaNáusea