El caso del chivatazo a ETA toma un nuevo impulso que le dirige hacia su esclarecimiento, y las corbatas ya comienzan a apretar en los cuellos de los implicados, mientras no pueden contener las gotas de sudor que les brotan sin cesar.

El juez Garzón que está metido en todos los saraos judiciales de este país, saraos que generan dudas razonables para fijar los ojos en el con gran interés, lleva recibiendo estos días un palo tras otro en el costado, hasta que le han dado los últimos en la cabeza, que han hecho que amenace con derrumbarse hacia el suelo de forma peligrosa, y como consecuencia a los implicados en el chivatazo a ETA, que se sentían seguros en el cajón más profundo que ha tenido un juez en este país.

Es por ello que Garzón no ha dudado en intentar ganar tiempo antes de ser suspendido, y de paso probar todas las posibilidades que le brinden los atajos judiciales que tan bien conoce. Para ello ha solicitado al CGPJ el ser oído antes de que se le suspenda cautelarmente, medida que no ha utilizado nunca ningún juez en este país, y sobre la que se decidirá este martes.

Me da en la nariz que no le va a valer de nada esta manera de marear la perdiz, pero no le va a valer ni a él ni a los responsables del chivatazo, ya que es imposible seguir tapando la peste que producen estas causas.

Hoy mismo saltaba la noticia que avala mi anterior aseveración, ya que tres jueces de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal, han ordenado a Garzón que investigue el chivatazo a ETA, y que practique nuevas pruebas, entre las que se encuentran la declaración de tres agentes de policía que participaron en la investigación, y el solicitar a las autoridades francesas la documentación sobre las llamadas realizadas desde una cabina telefónica por el dueño del bar Faisán de Irún, Joseba Elosúa. Pruebas que todos considerábamos necesarias y evidentes, pero que por el contrario Garzón no ha tenido a bien practicar, aunque no tardando mucho nos enteraremos el porqué.

El auto en el que le ordenan todo esto, deja claro la gravedad de los delitos a investigar, y que suponen unos hechos sin precedentes en la lucha contra el terrorismo en España. El tribunal indica que hay que investigar hasta las últimas consecuencias.

Si a Garzón le aprieta la corbata, a estas horas algunos tienen que estar conspirando sin descanso para no ser los próximos a los que la justicia les atice con el mazo.

¿Y Zapatero que, ganador de un Goya?