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El paro es una lacra que golpea a las familias de forma inesperada e inmisericorde. Si a esta desgracia económica le unimos tener que hacer frente al gasto mensual que supone la cuota de nuestro préstamo hipotecario con unos ingresos notablemente menguados, la ecuación tiene difícil solución.
No es nuestra intención dar recetas milagrosas, ya que por desgracia no las hay. Sin embargo hay algunas cosas que el que ha perdido su trabajo puede hacer; no debemos caer en la parálisis provocada por la angustia. Todo problema debe ser visto como una reto si queremos tener posibilidades de solucionarlo.
Estar desempleado significa, en el mejor de los casos, ingresar menos dinero cada mes. En el peor, cuando no se tiene derecho a prestación, dejar de ingresar dinero alguno. Cuando en una empresa caen los ingresos, ésta tiene dos vías para equilibrar sus finanzas:
Lo mismo pasa cuando en una familia uno queda en paro: debe buscar nuevos ingresos y reducir sus gastos.
Reducir los gastosEl día que uno es despedido resulta traumático para la gran mayoría de personas. Olvida la culpa y la desesperación: no eres culpable ni víctima. Las cosas han ido mal, y estas cosas nos pasan a todos. Lo que tienes que hacer es actuar.
Lo primero que recomendaríamos es acudir a la oficina bancaria donde tenemos la hipoteca. La entidad financiera no quiere quedarse con tu casa, quiere cobrar el capital prestado y los correspondientes intereses. Y eso significa que debemos encarar la negociación no como si fuera un enemigo sino un afectado por la situación. Seamos francos con el director, expliquémosle nuestra situación y como queremos afrontar estos momentos.
Lo principal es que sepamos transmitir que queremos pagar, que haremos lo posible para hacerlo y que buscamos una ayuda coyuntural del banco para hacer frente a nuestra hipoteca.
La entidad financiera puede ofrecernos diferentes alternativas:
Pensar en ayudas del Estado como el famoso y difunto ICO Moratoria Hipotecaria para parados es una vía sin salida, por desgracia. De todas formas es útil acudir a nuestro ayuntamiento a informarse de todas las ayudas disponibles para nuestro caso.
Aumentar los ingresosAdemás de intentar negociar la cuota mensual para pagar menos y reducir al máximo nuestros gastos corrientes, hay que buscar vías alternativas de ingresos mientras intentamos solucionar la mayor (encontrar un nuevo empleo). La imaginación es la mejor arma.
Una opción coyuntural es pedir un préstamo a familiares, amigos o al propio banco. Lo preferible es que nuestros familiares nos ayuden, con el compromiso por nuestra parte de devolver la ayuda recibida cuando nuestra situación laboral nos lo permita. Antes de acudir a un amigo hay que hacer el esfuerzo de superar el orgullo y pedirlo a nuestros familiares. Es en estos momentos cuando la familia tiene que notarse. Si no puede ser, la segunda vía son nuestros amigos.
Dicen que quien da dinero a un amigo pierde el dinero y al amigo. Pero, ¿no deberíamos preguntarnos que clase de amigo piensa así de nosotros para corregir nuestro círculo de compañías?
Solicitar un préstamo personal a la entidad financiera a la que debemos la hipoteca es la última opción, pero debe ser estudiada con calma. Puede solucionarnos a corto plazo la situación y empeorarla después.
Alquilar habitaciones es otra alternativa a tener en cuenta. Si bien tenemos que elegir con cuidado nuestros compañeros de piso, compartir la casa para obtener unos ingresos extras no es una mala idea.
Y no hay que cerrarse a la posibilidad de vender la casa. Es mucho mejor vender barato nuestro hogar que no pagar la hipoteca y que el banco se la pueda adjudicar al 50% de tasación y seguirle debiendo dinero de por vida.
Lamentamos que el repertorio de soluciones para sobrevivir financieramente al paro sea tan limitado. Seguramente a vosotros se os ocurran otras igual de buenas o mejores. Lo importante es que hay que buscarlas y no caer en la desesperación. Estar en paro es algo que antes o después le pasa a todo el mundo. Caerse duele, pero no hay nada tan gratificante para uno como levantarse.
Artículo publicado en Fotocasa el 22/03/2011.
Imagen | palm z