Los hipócritas de este país –aún llamado España- ya no son sólo aquellos políticos de pacotilla que se escudan en defender unos nacionalismos aberrantes y estúpidos para su lucro y enriquecimiento personal. No. Hay otros nuevos.

Hasta el fútbol, deporte internacional que en cualquier rincón del planeta mantiene una neutralidad política, está repleto de hipocresía. O mejor dicho, no es hipocresía lo que rodea al fútbol español, sino hipócritas que dirigen clubes cuyo único interés es enriquecerse a costa de desprestigiar a un país al que pertenecen, por mucho que les duela. 

...no es hipocresía lo que rodea al fútbol español, sino hipócritas que dirigen clubes...

El fútbol mundial, a día de hoy, debería avergonzarse al contemplar cómo este diminuto planeta que nos acoge se desangra por la crisis que nos atenaza, teniendo en cuenta las cantidades multimillonarias que pasan por las arcas de los clubes y por las ya abultadas cuentas de muchos jugadores. Pero no quiero hablar ahora del fútbol mundial. Creo que es más importante hablar del fútbol español, el que a mí me concierne e importa. Y no por el fútbol en sí, que me da de lado, que si por mí fuera muchos presidentes y jugadores pasarían a incrementar las alarmantes cifras de paro, cuyo contador no para y al que le van a faltar dígitos, a este paso. Y es que a la mayoría de los habitantes de este país nuestro, peculiar como ninguno, se la trae floja que los dos equipos finalistas de la Copa del Rey no reprueben que sus aficiones amenazen con boicotear el himno nacional y al propio monarca; e incluso, para mayor desfachatez, animen a los telespectadores u oyentes que sintonizen el partido a silbar, patear o berrear cuando las notas del himno nacional salgan por los altavoces de nuestros televisores o aparatos de radio. Y yo me pregunto ¿si no se consideran españoles, por qué asisten a tan anunciado evento? ¿Por qué no renuncian a disputar ese partido y dejan el paso libre a los equipos que quedaron justamente detrás, quienes estarían encantados –seguro- de disputarlo, de escuchar su himno nacional y de que el monarca les entregara el trofeo?  Y es más, ¿llegarán a ser tan hipócritas de recoger la copa de manos de la persona a la que aborrecen? Pero este país nuestro es así. Nos preocupamos de desprestigiarlo y humillarlo, ante las miradas atónitas de otros países vecinos o remotos, que no comprenden cómo esa puede ser nuestra preocupación cuando el paro se extiende por nuestro territorio cual peste medieval.

Estoy convencido de que muchos de los que lean estas palabras me calificarán de “facha”, palabra fácil de utilizar y argumento manido cuando no se tiene otro para defender sus absurdas ideas. Pues bien, tanto da que me da igual. Que piensen o me califiquen de lo que quieran. Yo seguiré pensando igual y acusando de hipócritas a los presidentes de estos clubes, los cuales -bien por acción como el señor Laporta hablando de “equipos de dos países”, bien por omisión como el presidente del Atletic de Bilbao por no reprobar las amenazas de boicot de asociaciones antiespañolas- dejan que crezca la semilla de los nacionalismos en el fútbol y del odio a todo lo que huela a España; cuando, realmente, el fútbol debería ser garante de igualdad, de lucha, de sacrificio, de juego limpio, de honor, de disciplina y  de otros muchos valores que se están perdiendo en este país tan moderno que hemos creado.

...¿llegarán a ser tan hipócritas de recoger la copa de manos de la persona a la que aborrecen?...