¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Edelweys escriba una noticia?
Finaliza el segundo capítulo
Durante años se habían desentendido de el y de pronto ante el anuncio de su casamiento, era el único tema de preocupación familiar. Tan preocupante era la situación que hasta habían encontrado todo este tiempo disponible para compartirlo con él.
-Hijos- dijo Daniel con aire triunfante- Es inútil todo lo que hagáis para hacerme cambiar de opinión pues no lo lograréis.
Si tanta vergüenza os produce que vuestras amistades se enteren, pues no se lo comuniquen. Yo no voy a sacar un anuncio en el diario anunciando mi casamiento. Basta con que no lo comenten con nadie. No creo que nadie vaya a preguntarles por mí si vosotros no sacáis el tema-.
-Y que le diremos a nuestros hijos?- le preguntó el segundo hijo- También se lo ocultaremos a ellos?-.
-Los hijos y nietos de Teresa están contentísimos con la noticia. Ninguno se ha hecho ningún cuestionamiento hasta el presente. Ninguno lo ve como un acto que avergüence- replico Daniel –No entiendo porque vuestros hijos no pueden verlo de la misma manera. Si vosotros les dais la noticia con naturalidad y no como me lo estáis manifestando a mi, no creo que se cuestionen el hecho en lo absoluto-
-Estas equivocado, papá- le dijo airadamente el segundo hijo.- Ellos no van a aceptar una abuela suplente-
Tus hijos- dijo Daniel dirigiéndose al tercer hijo- no conocieron a su abuela por lo tanto no la van a sentir como suplente y los vuestros eran demasiado pequeños y casi no la recuerdan.
De todas maneras no tienen ninguna obligación de considerar a Teresa como abuela. Ella ya tiene sus propios nietos.
Y recapacitemos un poco, hijos. Vuelvo a hacerles una pregunta que ya les hice ¿Cuántas horas mensuales vamos a compartir con cada uno de vosotros? No creo que tengan mucho tiempo para conocerla.
Y si conmigo casi no habláis, cual seria el problema si no lo hacéis con ella, si tanto les molesta.
Es que acaso no podéis pensar un instante en mi? En el cambio que va a tener mi vida? No os daís cuenta que lo que nos une a ella y a mi no es el deseo de tener relaciones sexuales, aunque las tenemos y nos producen bastante placer a ambos, sino compartir las largas horas de nuestras vidas que desde hace un tiempo están plagadas de soledad, recuerdos y ausencias queridas-.
-Por otro lado- continuó Daniel, si actualmente las parejas se separan y vuelven a unirse con otras personas y los hijos terminan aceptando esa situación que si los atañe en forma personal y en su vivencia diaria, porque es tan diferente en mi caso?
-No cambies de tema ni lo intentes llevar en otra dirección. No debes haber querido tanto a nuestra madre, si ya le has buscado sustituta!- dijo despreciativamente el tercer hijo.
-Hace 8 años que vuestra madre murió. No creéis que es bastante tiempo para elaborar el duelo y querer comenzar una nueva vida?- dijo bastante enojado Daniel.-Y contrariamente a lo que suponéis, he querido muchísimo a vuestra madre. Tal vez mucho más que lo que cualquiera de vosotros queréis a vuestras respectivas esposas. Y jamás dejare de quererla. Ella llenó todos los años de mi juventud y adultez hasta su muerte y aun después de ella. Con ella formé esta familia que hoy me tiene abandonado.
Pero ella hace ocho años que no está en este mundo. Se dan cuenta! Ocho años.
Multiplíquenlo por trescientos sesenta y cinco días y sabrán cuánta soledad he vivido. No voy a renunciar por ningún motivo a esta oportunidad que me da la vida de llenar esas horas vacías. Aunque esto me signifique no volver a veros.
Si tan intransigentes sois como para no comprender y no queréis volver a verme. Pues lo aceptaré. Será vuestra decisión y no la mía. Pero les reitero. No renunciare a Teresa. Estáis invitados junto a vuestras familias a la reunión íntima que haremos después del registro civil. No voy a obligaros a venir. También seréis vosotros los que decidan. Yo solo me limitaré a aceptar vuestra decisión sin replicar ni hacer el más mínimo de los comentarios.
Con estas últimas palabras Daniel recogió las tazas y los platos y se dirigió a la cocina dejando a sus hijos estupefactos.