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Continuación del tercer capítulo
-Que casualidad!- le contestó asombrada Teresa- Yo también es la primera vez que vengo y no fue por propia voluntad. Es que mi amiga me ha pedido tantas veces que la acompañara que al fin tuve que aceptar. A partir de ahora, sabrá positivamente que no debe volver a hacerlo y estoy segura que no lo hará-
-Vaya pues si, que es casualidad!- dijo asombrado Daniel – Habiendo tanta gente en el salón y venir a sentarnos uno al lado del otro!-
-Tiene razón- dijo también asombrada Teresa- Porque mire, usted que hay gente en este salón-.
- Será que el destino quiso que nos conociéramos?- le preguntó con asombro Daniel.
-No, no lo creo- le respondió Teresa muy segura de lo que decía- Nunca he creído en el destino. Ha sido simplemente una casualidad-.
-Yo en cambio si creo que las cosas se dan siempre por una razón- le dijo Daniel – Y de verdad no creo que sea casualidad que nos hayamos conocido-.
-Lo siento- le dijo un poco secamente Teresa- No quiero que me malinterprete porque no es nada personal con usted. Si bien a lo mejor, se habrá fijado que no llevo anillo de compromiso, no estoy buscando pareja ni salir con nadie. Y le repito no es nada personal con usted que me parece una persona muy amable y educada-.
-No le estaba proponiendo una cita- le contestó con cierta tristeza Daniel – en realidad creo que ni siquiera sabría como comportarme en una cita. La última que tuve una fue cuando comencé a salir con la que fue mi esposa. Imagínese el tiempo que hace, que tengo nietos!-
.Perdóneme- le dijo Teresa al sentir el tono de tristeza en la voz de Daniel- Creo que he sido un poco brusca con usted. Es que desde mi esposo murió yo no he sentido la necesidad de comenzar una nueva relación y tal vez por eso he sido tan cortante con mi contestación. Le vuelvo a reiterar mi pedido de perdón. Juro que no quise molestarlo ni ofenderlo-.
-No lo ha hecho. Quédese tranquila. No me ha ni molestado ni ofendido. Tampoco yo, desde que murió mi esposa, y de esto hace ocho años, he buscado una cita ni una nueva relación sentimental-.
-Vaya que parece que las casualidades siguen haciéndose presente en este día! – dijo Teresa con asombro- Mi esposo también murió hace ocho años-.
-No tengo ninguna duda que el destino nos ha juntado en esta mesa- le dijo Daniel cambiando el tono de su voz- Ahora si que estoy convencido de eso!. Ya son demasiado las casualidades. Lo único que falta es que ambos hubieran muerto por lo mismo. Mi esposa murió de cáncer
de mama-.
-No!, ya esto si que es el colmo- dijo Teresa con aire de estupefacción- Mi esposo murió de cáncer de pulmón. Si, no puedo negar que es verdad que son demasiadas coincidencias- le respondió Teresa con una sonrisa- Pero insisto en que no tengo interés en salir con nadie. Ya ni siquiera me acuerdo del significado de la palabra libido- dijo Teresa sintiendo que el rubor le subía a sus mejillas.
Había pronunciado la palabra “libido” con total naturalidad ante un desconocido y no podía creer que lo hubiera hecho. Ella que jamás había hablado de sexo con nadie. Cómo se había animado a decirla y así, tan naturalmente. Sintió un sabor extraño en la boca y la sensación que se le secaba la lengua. El rubor en sus mejillas era cada vez mas intenso.
-No propongamos ninguna relación sentimental. Solo le propongo que alguna vez nos encontremos en un bar y compartamos un café y una charla, o vayamos junto al cine o a cenar. Pero sólo como amigos. Sin ninguna otra idea ni intención. Creo de verdad que el destino ha hecho que nos conociéramos y no debemos darle la espalda-.le dijo Daniel sonriente.
-De acuerdo- le dijo Teresa devolviéndole la sonrisa- Pero que quede bien claro que solamente en eso consistirá nuestra relación.
Las palabras de Daniel le habían hecho olvidar la vergüenza que sintió por haber pronunciado esa palabra, y también le empezaba a parecer a ella que era bastante extraño el tema de las coincidencias pese a estar convencida que el destino no existía y que eran las personas las que hacían que las cosas sucedieran o no.
Se citaron para tomar café en un bar. Estuvieron charlando animadamente durante tres horas y luego decidieron salir a caminar por la Avenida Santa Fe para terminar yendo a cenar juntos.
Desde ese día todos los fines de semana se encontraban para compartir una salida y la cena.
No pasó mucho tiempo hasta que ambos sintieron que empezaba a nacer un sentimiento muy fuerte entre ellos y, pese a que ninguno de los dos lo tenía planeado comenzaron a tener relaciones sexuales. Teresa volvió a recordar el significado de la palabra libido y ya no le daba vergüenza pronunciarla.